Resuelven el origen de la misteriosa señal “extraterrestre” descubierta hace 40 años.
El 15 de agosto de 1977, un radiotelescopio del programa espacial de búsqueda de inteligencia extraterrestre SETI registró una potente señal que por 40 años se mantuvo en la incógnita, dando pie a varias especulaciones sobre su origen y entregando para muchos, quizá el único indicio que no estamos solos en el universo. La señal […]
7 de junio de 2017
El 15 de agosto de 1977, un radiotelescopio del programa espacial de búsqueda de inteligencia extraterrestre SETI registró una potente señal que por 40 años se mantuvo en la incógnita, dando pie a varias especulaciones sobre su origen y entregando para muchos, quizá el único indicio que no estamos solos en el universo.
La señal de 72 segundos, llamada “WOW!”, provino del cúmulo globular M55, formado por 100 mil estrellas y ubicado a 17.300 años luz de la Tierra, en la Constelación de Sagitario. Fue descubierta por el astrónomo Jerry R. Ehman y tiene tal denominación por la anotación realizada en el registro del laboratorio, permaneciendo así por 40 años. Su expresión no tiene nada de extraño, ya que se consideró por muchos años como la señal más potente recibida alguna vez.
Sin embargo, con el pasar de los años la incógnita se mantuvo y sólo se logró determinar que en su origen no intervino ningún fenómeno natural provocado por la Tierra, el Sol o la Luna, ni tampoco ninguno de los satélites que orbita el planeta. La señal nunca más se volvió a recibir y el misterio creció, entregándole a los fanáticos de la ufología una pequeña esperanza.
Los dos cometas
Considerando que el hidrógeno neutro es el elemento más abundante del universo, el radiotelescopio del SETI fue programado para captar la frecuencia de 1420,4056 MHz, su frecuencia natural de emisión. Esto daba no sólo una vía fiable para la recepción de señales, sino también un canal donde otras señales ajenas se podían diferenciar, dando por hecho que de aparecer algún signo anómalo, sería por este camino
Tomando esto como base, en 2016 un estudio del astrónomo del St. Petersburg College Antonio Paris reveló una nueva tesis. El origen de la señal no sería de civilizaciones alienígenas, sino de dos cometas llamados 266P/Christensen y P/2008 Y2 (Gibbs), que también orbitan por la Constelación de Sagitario y se caracterizan por liberar grandes nubes de hidrógeno al ingresar al Sistema Solar y recibir su radiación. ¿La clave? No eran conocidos en 1977.
Aún así, su teoría necesitaba ser comprobada. Y lo hizo en enero de este año, cuando 266P/Christensen ingresó al Sistema Solar y emitió señales con las mismas características a las descritas hace 40 años.
De acuerdo a su estudio, liberado este mes, sus estelas de hidrógeno bastan para lanzar una lectura como la registrada en 1977 y se espera que en enero de 2018, cuando P/2008 Y2 (Gibbs) ingrese al Sistema Solar, emita el mismo tipo de señal. De ser así, culminaría uno de los misterios más populares de las últimas décadas.