Los adultos en Dinamarca reportan los niveles más bajos de soledad, en general, y los más elevados corresponden a Grecia y Chipre, según una investigación realizada en 29 países de Europa, América del Norte y Oriente Medio, que publica Aging & Mental Health. Soledad y el paso de los años: cómo fue el estudio El equipo encabezado por la Universidad de Atlanta (EE. UU.) investigó la prevalencia de la soledad vinculada a factores demográficos y sanitarios, para identificar cuáles contribuyen a la soledad a lo largo de la vida. El estudio señala que esos factores varían sustancialmente de un país a otro, lo que sugiere que la soledad no es una consecuencia inevitable de la edad, sino que puede estar determinada por el entorno dentro de los países, por ejemplo, la cohesión social. La investigadora Robin Richardson, de la Universidad de Emory (EE. UU.) y una de las firmantes del texto, dijo que la soledad varía notablemente según el país y la edad, por lo que no es una consecuencia inmutable de la edad o el entorno. Este hallazgo sugiere, agregó la experta, que la soledad puede ser muy sensible a los cambios en las circunstancias vitales. Los investigadores, entre ellos de la Universidad Mayor de Santiago de Chile, analizaron datos de 64.324 personas de entre 50 y 90 años. El equipo descubrió que, aunque en general la soledad aumentaba con la edad, la magnitud del incremento era mayor en unos países que en otros. Los adultos de Bulgaria y Letonia registraron el mayor aumento de la soledad con la edad, seguidos de los de Rumanía Hungría, España e Italia. Sin embargo, en EE. UU. y los Países Bajos la soledad se concentraba entre los adultos más jóvenes. Causas de la soledad No estar casado, no trabajar, la depresión y la mala salud son las principales razones por las que la soledad varía con la edad, pero la importancia de estos factores y la combinación de los mismos son diferentes en cada país. En EE. UU., no trabajar era la razón principal de un mayor nivel de soledad entre los adultos de mediana edad, mientras que en otros países se traducía en una mayor soledad entre los adultos mayores. Aproximadamente una quinta parte de los factores que contribuyen a la soledad seguía sin explicación en todos los países y este 20 % sin explicación se concentraba en los adultos de mediana edad. Los autores sugieren que esto podría deberse a las singulares circunstancias sociales a las que se enfrentan los adultos de mediana edad. Muchos adultos de mediana edad que a menudo hacen malabares con el trabajo, el cuidado de otras personas y el aislamiento, son sorprendentemente vulnerables y necesitan intervenciones específicas tanto como los adultos mayores, señaló Esteban Calvo, de la Universidad Mayor de Chile. Tradicionalmente, las intervenciones para abordar la epidemia de soledad se han centrado en los adultos mayores, recordó Richardson, mientras que los adultos de mediana edad representan una población crítica que se está pasando por alto. La soledad es un importante problema de salud pública, responsable de una amplia gama de consecuencias fisiológicas, cognitivas, mentales y conductuales que disminuyen la calidad de vida y aumentan el riesgo de enfermedad. Los autores añaden que, dado que la soledad varía según el lugar y las circunstancias vitales, las políticas sanitarias y los programas sociales para reducirla deberían confirmar primero qué grupos de edad presentan mayor riesgo de soledad en un entorno concreto.
Para muchas personas, practicar actividad física de forma continua es visto como un desafío difícil de lograr, o simplemente, no es una prioridad. Sin embargo, diversos estudios han señalado que moverse está asociado a diversos beneficios para la salud más allá del control del peso: reduce el riesgo a enfermedades al corazón, mejora estado de ánimo, disminuye el deterioro cognitivo e incluso brinda un sueño más reparador. Ahora, hay otra ventaja por la cual se debería incluir este hábito a la rutina diaria. Según una reciente investigación publicada en la revista British Journal of Sports Medicine, ser tan activo como el 25% de los estadounidenses que practican más actividad física podría alargar la vida entre 5 y 11 años. Por qué se hizo el estudio La ciencia ha logrado indagar que los niveles bajos de actividad física están relacionados a tener más probabilidades de enfermedades no transmisibles, como enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes, además de muerte prematura. Pero hasta ahora no se había encontrado suficiente evidencia sobre cuánto podría disminuir la esperanza de vida en ciertos grupos de personas o países. La esperanza de vida es la estimación del número promedio de años que una persona esperaría vivir luego de nacer. Frente a esa interrogante, el equipo de la Universidad Griffith, la Universidad de Nueva Gales del Sur y la Universidad de Aarhus desarrolló un modelo predictivo con el fin de estimar el impacto que podrían tener los distintos niveles de actividad física en la esperanza de vida, en Estados Unidos. El modelo se basó en estimaciones de riesgo de actividad física a partir de datos de adultos de 40 años o más que habían participado de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición. También usaron datos de la población de 2019 obtenidos en la Oficina del Censo de Estados Unidos y las muertes de 2017 del Centro Nacional de Estadísticas de Salud. Cuánto ejercicio debes hacer para vivir más tiempo A través de su modelo, los científicos calcularon que la actividad física total del 25% de la población más activa de Estados Unidos corresponde a 160 minutos de caminata a un ritmo normal, todos los días. Fue así que estimaron que si todos los adultos estadounidenses de 40 años o más realizaran ese nivel de ejercicio a diario, podrían incrementar su vida hasta 5 años en promedio y la esperanza de vida al nacer pasaría de 78,6 años a 84. Mientras que si el 25% de la población se comprometiera a hacer una caminata 111 minutos más por día, el beneficio podría ser mucho mayor: aumentaría su esperanza de vida en casi 11 años. “La mayor ganancia en la vida útil por hora de caminata se observó en las personas en el cuartil de actividad más bajo, donde una hora de caminata podría agregar unas impresionantes 6 horas a la vida”, indicaron los autores de la investigación. Las ganancias en la esperanza de vida se fueron reduciendo a medida que la actividad física se elevaba, donde en promedio, cada hora extra de caminata a un ritmo normal podía agregar 169 minutos a la esperanza de vida, es decir, casi tres horas. El equipo de investigadores enfatiza en que su estudio es observacional, que no prueba causa y efecto. A pesar de eso, sus hallazgos son la prueba de que invertir más tiempo en la actividad física podría ser potencialmente beneficioso para una vida extensa. “Las medidas de infraestructura que fomentan el transporte activo, los barrios transitables y los espacios verdes podrían ser enfoques prometedores para aumentar la actividad física y la consiguiente esperanza de vida saludable a nivel de la población”, agregaron. Según el estudio, ser tan activo como el 25% de los estadounidenses que practican más actividad física podría alargar la vida entre 5 y 11 años. Qué recomienda la OMS sobre el ejercicio Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 5 millones de muertes al año se podrían evitar si la población en el mundo fuera más activa físicamente. “Todas las personas, sea cual sea su edad y capacidades, pueden ser físicamente activas y en que cada tipo de movimiento cuenta”, describen. La recomendación del organismo es que los adultos deberían realizar de 150 a 300 minutos semanales de actividad física aeróbica moderada. Mientras tanto, para los niños y adolescentes sugieren un promedio de 60 minutos por día. En el caso de las personas mayores, de 65 años o más, la OMS sugiere hacer ejercicios que estén enfocados en el equilibrio, la coordinación y el fortalecimiento de los músculos, no solo para mejorar la salud general, sino que también para prevenir caídas.
Los adultos en Dinamarca reportan los niveles más bajos de soledad, en general, y los más elevados corresponden a Grecia y Chipre, según una investigación realizada en 29 países de Europa, América del Norte y Oriente Medio, que publica Aging & Mental Health. Soledad y el paso de los años: cómo fue el estudio El equipo encabezado por la Universidad de Atlanta (EE. UU.) investigó la prevalencia de la soledad vinculada a factores demográficos y sanitarios, para identificar cuáles contribuyen a la soledad a lo largo de la vida. El estudio señala que esos factores varían sustancialmente de un país a otro, lo que sugiere que la soledad no es una consecuencia inevitable de la edad, sino que puede estar determinada por el entorno dentro de los países, por ejemplo, la cohesión social. La investigadora Robin Richardson, de la Universidad de Emory (EE. UU.) y una de las firmantes del texto, dijo que la soledad varía notablemente según el país y la edad, por lo que no es una consecuencia inmutable de la edad o el entorno. Este hallazgo sugiere, agregó la experta, que la soledad puede ser muy sensible a los cambios en las circunstancias vitales. Los investigadores, entre ellos de la Universidad Mayor de Santiago de Chile, analizaron datos de 64.324 personas de entre 50 y 90 años. El equipo descubrió que, aunque en general la soledad aumentaba con la edad, la magnitud del incremento era mayor en unos países que en otros. Los adultos de Bulgaria y Letonia registraron el mayor aumento de la soledad con la edad, seguidos de los de Rumanía Hungría, España e Italia. Sin embargo, en EE. UU. y los Países Bajos la soledad se concentraba entre los adultos más jóvenes. Causas de la soledad No estar casado, no trabajar, la depresión y la mala salud son las principales razones por las que la soledad varía con la edad, pero la importancia de estos factores y la combinación de los mismos son diferentes en cada país. En EE. UU., no trabajar era la razón principal de un mayor nivel de soledad entre los adultos de mediana edad, mientras que en otros países se traducía en una mayor soledad entre los adultos mayores. Aproximadamente una quinta parte de los factores que contribuyen a la soledad seguía sin explicación en todos los países y este 20 % sin explicación se concentraba en los adultos de mediana edad. Los autores sugieren que esto podría deberse a las singulares circunstancias sociales a las que se enfrentan los adultos de mediana edad. Muchos adultos de mediana edad que a menudo hacen malabares con el trabajo, el cuidado de otras personas y el aislamiento, son sorprendentemente vulnerables y necesitan intervenciones específicas tanto como los adultos mayores, señaló Esteban Calvo, de la Universidad Mayor de Chile. Tradicionalmente, las intervenciones para abordar la epidemia de soledad se han centrado en los adultos mayores, recordó Richardson, mientras que los adultos de mediana edad representan una población crítica que se está pasando por alto. La soledad es un importante problema de salud pública, responsable de una amplia gama de consecuencias fisiológicas, cognitivas, mentales y conductuales que disminuyen la calidad de vida y aumentan el riesgo de enfermedad. Los autores añaden que, dado que la soledad varía según el lugar y las circunstancias vitales, las políticas sanitarias y los programas sociales para reducirla deberían confirmar primero qué grupos de edad presentan mayor riesgo de soledad en un entorno concreto.
Para muchas personas, practicar actividad física de forma continua es visto como un desafío difícil de lograr, o simplemente, no es una prioridad. Sin embargo, diversos estudios han señalado que moverse está asociado a diversos beneficios para la salud más allá del control del peso: reduce el riesgo a enfermedades al corazón, mejora estado de ánimo, disminuye el deterioro cognitivo e incluso brinda un sueño más reparador. Ahora, hay otra ventaja por la cual se debería incluir este hábito a la rutina diaria. Según una reciente investigación publicada en la revista British Journal of Sports Medicine, ser tan activo como el 25% de los estadounidenses que practican más actividad física podría alargar la vida entre 5 y 11 años. Por qué se hizo el estudio La ciencia ha logrado indagar que los niveles bajos de actividad física están relacionados a tener más probabilidades de enfermedades no transmisibles, como enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes, además de muerte prematura. Pero hasta ahora no se había encontrado suficiente evidencia sobre cuánto podría disminuir la esperanza de vida en ciertos grupos de personas o países. La esperanza de vida es la estimación del número promedio de años que una persona esperaría vivir luego de nacer. Frente a esa interrogante, el equipo de la Universidad Griffith, la Universidad de Nueva Gales del Sur y la Universidad de Aarhus desarrolló un modelo predictivo con el fin de estimar el impacto que podrían tener los distintos niveles de actividad física en la esperanza de vida, en Estados Unidos. El modelo se basó en estimaciones de riesgo de actividad física a partir de datos de adultos de 40 años o más que habían participado de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición. También usaron datos de la población de 2019 obtenidos en la Oficina del Censo de Estados Unidos y las muertes de 2017 del Centro Nacional de Estadísticas de Salud. Cuánto ejercicio debes hacer para vivir más tiempo A través de su modelo, los científicos calcularon que la actividad física total del 25% de la población más activa de Estados Unidos corresponde a 160 minutos de caminata a un ritmo normal, todos los días. Fue así que estimaron que si todos los adultos estadounidenses de 40 años o más realizaran ese nivel de ejercicio a diario, podrían incrementar su vida hasta 5 años en promedio y la esperanza de vida al nacer pasaría de 78,6 años a 84. Mientras que si el 25% de la población se comprometiera a hacer una caminata 111 minutos más por día, el beneficio podría ser mucho mayor: aumentaría su esperanza de vida en casi 11 años. “La mayor ganancia en la vida útil por hora de caminata se observó en las personas en el cuartil de actividad más bajo, donde una hora de caminata podría agregar unas impresionantes 6 horas a la vida”, indicaron los autores de la investigación. Las ganancias en la esperanza de vida se fueron reduciendo a medida que la actividad física se elevaba, donde en promedio, cada hora extra de caminata a un ritmo normal podía agregar 169 minutos a la esperanza de vida, es decir, casi tres horas. El equipo de investigadores enfatiza en que su estudio es observacional, que no prueba causa y efecto. A pesar de eso, sus hallazgos son la prueba de que invertir más tiempo en la actividad física podría ser potencialmente beneficioso para una vida extensa. “Las medidas de infraestructura que fomentan el transporte activo, los barrios transitables y los espacios verdes podrían ser enfoques prometedores para aumentar la actividad física y la consiguiente esperanza de vida saludable a nivel de la población”, agregaron. Según el estudio, ser tan activo como el 25% de los estadounidenses que practican más actividad física podría alargar la vida entre 5 y 11 años. Qué recomienda la OMS sobre el ejercicio Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 5 millones de muertes al año se podrían evitar si la población en el mundo fuera más activa físicamente. “Todas las personas, sea cual sea su edad y capacidades, pueden ser físicamente activas y en que cada tipo de movimiento cuenta”, describen. La recomendación del organismo es que los adultos deberían realizar de 150 a 300 minutos semanales de actividad física aeróbica moderada. Mientras tanto, para los niños y adolescentes sugieren un promedio de 60 minutos por día. En el caso de las personas mayores, de 65 años o más, la OMS sugiere hacer ejercicios que estén enfocados en el equilibrio, la coordinación y el fortalecimiento de los músculos, no solo para mejorar la salud general, sino que también para prevenir caídas.