Frío, calefacción, viento, baja humedad y cambios bruscos de temperatura, el invierno no sólo desafía nuestro sistema inmunológico, también representa una prueba de resistencia para nuestra piel. Así lo reveló la encuesta online Cuidados de Belleza, Salud y Piel en Invierno que consultó a 300 personas, donde más del 70% señaló que su piel “sí cambia con el frío”. Sin embargo, la mayoría mantiene la misma rutina de cuidado todo el año; sólo el 25% usa protector solar a diario; y menos del 10% consulta con un especialista con el objeto de ajustar su rutina. “Durante el invierno, la piel pierde agua con más rapidez, y su función barrera se debilita. Esto provoca resequedad, sensibilidad, opacidad e incluso la aparición de arrugas finas, sobre todo alrededor de los ojos”, explica la dermatóloga estética Dra. Katherine Barría Steinfort, directora médica de Clínica KB (@kattybarriadermatologa). Según la especialista, esta vulnerabilidad afecta tanto a pieles secas como mixtas y grasas: “ El frío disminuye la producción natural de grasa, y eso impacta a todos los tipos de piel, aunque a veces no lo notemos de inmediato”. Las zonas más castigadas La encuesta confirmó que las áreas más afectadas por el invierno son los labios, el rostro y las manos, tres zonas que concentran más del 70% de las molestias reportadas. Esto no es casualidad, estas zonas tienen la piel más fina, están más expuestas al frío y se resecan con facilidad. Para enfrentar estos efectos, la Dra. Barría recomienda optar por productos con ácido hialurónico, ceramidas, niacinamida o pantenol, activos que ayudan a mantener la hidratación, reparar la barrera cutánea y aliviar la irritación. En esta línea, marcas especializadas en piel sensible como Sensilis, marca de cosméticos dermoestéticos, han desarrollado soluciones específicas para el invierno, con fórmulas hipoalergénicas, libres de perfumes y enriquecidas con ingredientes reparadores. “Un bálsamo labial nutritivo, una crema facial con efecto barrera y una loción de manos que soporte el lavado frecuente, pueden hacer la diferencia. Y no hay que olvidar el cuerpo ni el cuero cabelludo, que también sufren con el frío”, recomienda la dermatóloga. El gran olvidado Otro dato crítico del sondeo es que ninguno de los encuestados declaró usar protector solar todos los días durante el invierno, algo que preocupa a los expertos. “ Aunque no se sienta calor, los rayos UVA siguen presentes y atraviesan las nubes y los vidrios. No protegerse en invierno favorece el envejecimiento prematuro y la aparición de manchas”, advierte la Dra. Barría. “La fotoprotección debe mantenerse todo el año, el sol no tiene que estar visible para causar daño. Recomiendo aplicar y reaplicar el protector solar al menos tres veces al día, incluyendo zonas expuestas como cuello, escote y manos”, comenta. Rutinas que no cambian... pero deberían Según datos de la encuesta, 7 de cada 10 personas cree que debería adaptar su rutina de cuidado en invierno, pero no lo hace, y un 11% adicional confiesa no tener ninguna rutina establecida. “ Muchas veces seguimos usando los mismos productos del verano, cuando en realidad el clima frío exige texturas más ricas en lípidos, mayor nutrición y menos exfoliación”, explica Iolanda Moreira, PhD en Ingeniería para la Salud y fundadora de Pronaturae, empresa especializada en distribución dermatológica. Según la especialista, el cambio de estación es un buen momento para revisar hábitos: Usar limpiadores más cremosos y suaves. Evitar duchas muy calientes, que resecan y eliminan los lípidos naturales de la piel. Reforzar la hidratación nocturna con productos nutritivos. Incorporar suplementos que apoyen la salud de la piel desde adentro. La especialista también aconseja elegir fórmulas y productos que contengan activos claves como ácido hialurónico, pantenol o ceramidas, que ayudan a preservar la barrera cutánea y aliviar los signos de sensibilidad. En esa línea, expertos de la marca dermatológica Sensilis, especializados en pieles sensibles, destacan la importancia de elegir productos hipoalergénicos, sin fragancias irritantes y con ingredientes calmantes y reparadores. El rol del especialista A pesar de la creciente conciencia sobre el autocuidado, los datos muestran que sólo un 9,7% de las personas consulta anualmente a un especialista por temas de piel en invierno. El resto se basa en consejos informales, redes sociales o autodiagnóstico, lo que puede llevar a errores como el mal uso de activos potentes o combinaciones inadecuadas que pueden llegar a afectar de sobremanera nuestra piel. “ Contar con orientación profesional permite personalizar la rutina, evitar reacciones adversas y tratar a tiempo cualquier problema. La piel habla, solo hay que aprender a escucharla, sobre todo en invierno”, advierte la Dra. Barría. Con el invierno en pleno desarrollo, los especialistas hacen un llamado a no subestimar el impacto del clima en la salud cutánea.Cambiar lociones ligeras por cremas más densas o bálsamos, incorporar texturas oleosas o enriquecidas con lípidos, y preferir productos nutritivos con activos reparadores, puede ser clave para evitar que la piel sufra. Porque, aunque el frío sea inevitable, el daño a nuestra piel no tiene por qué serlo.
Frío, calefacción, viento, baja humedad y cambios bruscos de temperatura, el invierno no sólo desafía nuestro sistema inmunológico, también representa una prueba de resistencia para nuestra piel. Así lo reveló la encuesta online Cuidados de Belleza, Salud y Piel en Invierno que consultó a 300 personas, donde más del 70% señaló que su piel “sí cambia con el frío”. Sin embargo, la mayoría mantiene la misma rutina de cuidado todo el año; sólo el 25% usa protector solar a diario; y menos del 10% consulta con un especialista con el objeto de ajustar su rutina. “Durante el invierno, la piel pierde agua con más rapidez, y su función barrera se debilita. Esto provoca resequedad, sensibilidad, opacidad e incluso la aparición de arrugas finas, sobre todo alrededor de los ojos”, explica la dermatóloga estética Dra. Katherine Barría Steinfort, directora médica de Clínica KB (@kattybarriadermatologa). Según la especialista, esta vulnerabilidad afecta tanto a pieles secas como mixtas y grasas: “ El frío disminuye la producción natural de grasa, y eso impacta a todos los tipos de piel, aunque a veces no lo notemos de inmediato”. Las zonas más castigadas La encuesta confirmó que las áreas más afectadas por el invierno son los labios, el rostro y las manos, tres zonas que concentran más del 70% de las molestias reportadas. Esto no es casualidad, estas zonas tienen la piel más fina, están más expuestas al frío y se resecan con facilidad. Para enfrentar estos efectos, la Dra. Barría recomienda optar por productos con ácido hialurónico, ceramidas, niacinamida o pantenol, activos que ayudan a mantener la hidratación, reparar la barrera cutánea y aliviar la irritación. En esta línea, marcas especializadas en piel sensible como Sensilis, marca de cosméticos dermoestéticos, han desarrollado soluciones específicas para el invierno, con fórmulas hipoalergénicas, libres de perfumes y enriquecidas con ingredientes reparadores. “Un bálsamo labial nutritivo, una crema facial con efecto barrera y una loción de manos que soporte el lavado frecuente, pueden hacer la diferencia. Y no hay que olvidar el cuerpo ni el cuero cabelludo, que también sufren con el frío”, recomienda la dermatóloga. El gran olvidado Otro dato crítico del sondeo es que ninguno de los encuestados declaró usar protector solar todos los días durante el invierno, algo que preocupa a los expertos. “ Aunque no se sienta calor, los rayos UVA siguen presentes y atraviesan las nubes y los vidrios. No protegerse en invierno favorece el envejecimiento prematuro y la aparición de manchas”, advierte la Dra. Barría. “La fotoprotección debe mantenerse todo el año, el sol no tiene que estar visible para causar daño. Recomiendo aplicar y reaplicar el protector solar al menos tres veces al día, incluyendo zonas expuestas como cuello, escote y manos”, comenta. Rutinas que no cambian... pero deberían Según datos de la encuesta, 7 de cada 10 personas cree que debería adaptar su rutina de cuidado en invierno, pero no lo hace, y un 11% adicional confiesa no tener ninguna rutina establecida. “ Muchas veces seguimos usando los mismos productos del verano, cuando en realidad el clima frío exige texturas más ricas en lípidos, mayor nutrición y menos exfoliación”, explica Iolanda Moreira, PhD en Ingeniería para la Salud y fundadora de Pronaturae, empresa especializada en distribución dermatológica. Según la especialista, el cambio de estación es un buen momento para revisar hábitos: Usar limpiadores más cremosos y suaves. Evitar duchas muy calientes, que resecan y eliminan los lípidos naturales de la piel. Reforzar la hidratación nocturna con productos nutritivos. Incorporar suplementos que apoyen la salud de la piel desde adentro. La especialista también aconseja elegir fórmulas y productos que contengan activos claves como ácido hialurónico, pantenol o ceramidas, que ayudan a preservar la barrera cutánea y aliviar los signos de sensibilidad. En esa línea, expertos de la marca dermatológica Sensilis, especializados en pieles sensibles, destacan la importancia de elegir productos hipoalergénicos, sin fragancias irritantes y con ingredientes calmantes y reparadores. El rol del especialista A pesar de la creciente conciencia sobre el autocuidado, los datos muestran que sólo un 9,7% de las personas consulta anualmente a un especialista por temas de piel en invierno. El resto se basa en consejos informales, redes sociales o autodiagnóstico, lo que puede llevar a errores como el mal uso de activos potentes o combinaciones inadecuadas que pueden llegar a afectar de sobremanera nuestra piel. “ Contar con orientación profesional permite personalizar la rutina, evitar reacciones adversas y tratar a tiempo cualquier problema. La piel habla, solo hay que aprender a escucharla, sobre todo en invierno”, advierte la Dra. Barría. Con el invierno en pleno desarrollo, los especialistas hacen un llamado a no subestimar el impacto del clima en la salud cutánea.Cambiar lociones ligeras por cremas más densas o bálsamos, incorporar texturas oleosas o enriquecidas con lípidos, y preferir productos nutritivos con activos reparadores, puede ser clave para evitar que la piel sufra. Porque, aunque el frío sea inevitable, el daño a nuestra piel no tiene por qué serlo.