La expansión del llamado pet parenting, el ejercicio consciente y afectivo de cuidar a una mascota como si fuese un hijo, ha ido de la mano con una transformación en las formas de habitar y construir hogar. Hoy, los animales de compañía están presentes en familias monoparentales, parejas del mismo sexo, adultos mayores que viven solos, personas jóvenes que optan por no tener hijos, e incluso hogares multiespecie que integran distintos tipos de vínculos. No se trata de reemplazo, sino de nuevas formas de afecto. “Las estructuras familiares se están diversificando cada vez más, y las mascotas ocupan un rol afectivo muy importante, ya que son parte de la compañía, la rutina y la pertenencia”, asegura el gerente general de POEMA®, Rodrigo Paredes. Según el estudio 2025 de la consultora Metodológica, el 76 % de los animales domésticos en Chile vive dentro del hogar, y más del 70 % de los millennials declara que prefiere tener una mascota antes que tener hijos. Se trata de una tendencia que no solo redefine la vida familiar, sino que también impulsa cambios en el consumo, la cultura urbana y la demanda por entornos pet friendly. Desde esta perspectiva, el cuidado de los animales de compañía deja de ser accesorio. “La alimentación es una parte esencial del bienestar. Si consideras a tu mascota parte de la familia, no puedes alimentarla como si fuera descartable. Merecen una dieta que promueva salud, energía y una vida larga”, comenta Paredes. Sin embargo, el fuerte vínculo emocional aún no se traduce completamente en responsabilidad sistemática. El mismo estudio muestra que más del 60 % de los tutores no tiene formalmente inscrita a su mascota y un 55 % no mantiene su calendario de vacunas al día. La relación está, pero falta institucionalizar el compromiso. “Vivimos con ellos, los amamos, pero aún no asumimos del todo que su bienestar depende completamente de nosotros”, agrega el ejecutivo. A eso se suma una cifra que invita a la reflexión: casi el 50 % de los perros en Chile está en situación de abandono. “No podemos hablar de amor a los animales si no estamos comprometidos con el rescate y la adopción. Las cifras de abandono son alarmantes y nos obligan a mirar más allá de nuestras casas”, puntualiza Paredes. El auge del pet parenting no es solo una moda, sino una señal de cambio cultural. En un país donde las formas de familia se amplían y diversifican, los animales de compañía están siendo reconocidos como sujetos de cuidado, afecto y derecho. No es solo una cuestión privada, sino un fenómeno que interpela a instituciones, marcas, medios y políticas públicas.
En un contexto de acelerado envejecimiento de la población, garantizar el bienestar y la independencia de las personas mayores se ha convertido en un desafío prioritario. Respondiendo a esta necesidad, la startup Quida , originada en la Universidad Andrés Bello (UNAB), ha lanzado una solución tecnológica que permite a los adultos mayores continuar viviendo en sus propios hogares de manera segura y autónoma. «Nace a raíz de empoderar a las personas mayores para que puedan envejecer en sus hogares», explica Paulina Pozo, directora de Desarrollo de Quida. «Muchas personas mayores viven solas y no tienen un sistema de cuidado que las proteja y que, por sobre todo, no sea intrusivo ni invasivo», agrega. De la academia a los hogares: una solución para el envejecimiento La tecnología de Quida es el resultado de 10 años de investigación y desarrollo liderados por su fundadora, la Dra. Carla Taramasco, en el Instituto de Tecnología, Innovación y Salud de la UNAB. Este riguroso trasfondo académico garantiza una solución robusta y pensada desde la evidencia para resolver un problema real y creciente en Chile, especialmente en la Región de Valparaíso, una de las más longevas del país. El objetivo principal es evitar la institucionalización prematura, que a menudo ocurre por el temor a accidentes domésticos como las caídas. La propuesta de Quida se centra en la prevención y la respuesta rápida, permitiendo que la persona mayor se sienta resguardada sin sacrificar su independencia. La tecnología actúa como una red de seguridad silenciosa, interviniendo solo cuando es necesario y fomentando un bienestar integral. ¿Cómo funciona? La clave del sistema Quida es su enfoque no invasivo. A diferencia de otros métodos de vigilancia, esta tecnología no utiliza cámaras ni micrófonos, resguardando en todo momento la privacidad y la vida cotidiana del usuario. «No las vamos a estar grabando ni escuchando, solamente vamos a procurar que no haya ninguna situación anormal», aclara Pozo. El sistema se compone de dos elementos principales: Kit de sensores para el hogar: Se instalan discretamente en la vivienda, similar a un sistema de Wi-Fi. Incluye un sensor de monóxido de carbono para detectar fugas de gas, un sensor de puerta para alertar si esta queda abierta, y sensores de movimiento que monitorean patrones de actividad. Si el sistema detecta una inactividad prolongada e inusual, genera una alerta para la red de apoyo. Llavero SOS: Un pequeño dispositivo portátil con un botón de pánico y un acelerómetro integrado. Si la persona mayor sufre una caída, dentro o fuera de casa, el llavero lo detecta automáticamente y notifica a sus contactos de emergencia, incluso si no puede presionar el botón. El impacto de esta tecnología puede ser vital. Pozo comparte el caso de una usuaria que, antes de instalar Quida, «estuvo 48 horas en el piso de su casa con costillas quebradas sin poder moverse». Situaciones como esta son las que la startup busca erradicar. Actualmente, el servicio está disponible para ser contratado en la Región de Valparaíso y la Región Metropolitana a través de su sitio web quida.cl , donde las familias y redes de apoyo pueden encontrar planes adaptados a sus necesidades.
La expansión del llamado pet parenting, el ejercicio consciente y afectivo de cuidar a una mascota como si fuese un hijo, ha ido de la mano con una transformación en las formas de habitar y construir hogar. Hoy, los animales de compañía están presentes en familias monoparentales, parejas del mismo sexo, adultos mayores que viven solos, personas jóvenes que optan por no tener hijos, e incluso hogares multiespecie que integran distintos tipos de vínculos. No se trata de reemplazo, sino de nuevas formas de afecto. “Las estructuras familiares se están diversificando cada vez más, y las mascotas ocupan un rol afectivo muy importante, ya que son parte de la compañía, la rutina y la pertenencia”, asegura el gerente general de POEMA®, Rodrigo Paredes. Según el estudio 2025 de la consultora Metodológica, el 76 % de los animales domésticos en Chile vive dentro del hogar, y más del 70 % de los millennials declara que prefiere tener una mascota antes que tener hijos. Se trata de una tendencia que no solo redefine la vida familiar, sino que también impulsa cambios en el consumo, la cultura urbana y la demanda por entornos pet friendly. Desde esta perspectiva, el cuidado de los animales de compañía deja de ser accesorio. “La alimentación es una parte esencial del bienestar. Si consideras a tu mascota parte de la familia, no puedes alimentarla como si fuera descartable. Merecen una dieta que promueva salud, energía y una vida larga”, comenta Paredes. Sin embargo, el fuerte vínculo emocional aún no se traduce completamente en responsabilidad sistemática. El mismo estudio muestra que más del 60 % de los tutores no tiene formalmente inscrita a su mascota y un 55 % no mantiene su calendario de vacunas al día. La relación está, pero falta institucionalizar el compromiso. “Vivimos con ellos, los amamos, pero aún no asumimos del todo que su bienestar depende completamente de nosotros”, agrega el ejecutivo. A eso se suma una cifra que invita a la reflexión: casi el 50 % de los perros en Chile está en situación de abandono. “No podemos hablar de amor a los animales si no estamos comprometidos con el rescate y la adopción. Las cifras de abandono son alarmantes y nos obligan a mirar más allá de nuestras casas”, puntualiza Paredes. El auge del pet parenting no es solo una moda, sino una señal de cambio cultural. En un país donde las formas de familia se amplían y diversifican, los animales de compañía están siendo reconocidos como sujetos de cuidado, afecto y derecho. No es solo una cuestión privada, sino un fenómeno que interpela a instituciones, marcas, medios y políticas públicas.
En un contexto de acelerado envejecimiento de la población, garantizar el bienestar y la independencia de las personas mayores se ha convertido en un desafío prioritario. Respondiendo a esta necesidad, la startup Quida , originada en la Universidad Andrés Bello (UNAB), ha lanzado una solución tecnológica que permite a los adultos mayores continuar viviendo en sus propios hogares de manera segura y autónoma. «Nace a raíz de empoderar a las personas mayores para que puedan envejecer en sus hogares», explica Paulina Pozo, directora de Desarrollo de Quida. «Muchas personas mayores viven solas y no tienen un sistema de cuidado que las proteja y que, por sobre todo, no sea intrusivo ni invasivo», agrega. De la academia a los hogares: una solución para el envejecimiento La tecnología de Quida es el resultado de 10 años de investigación y desarrollo liderados por su fundadora, la Dra. Carla Taramasco, en el Instituto de Tecnología, Innovación y Salud de la UNAB. Este riguroso trasfondo académico garantiza una solución robusta y pensada desde la evidencia para resolver un problema real y creciente en Chile, especialmente en la Región de Valparaíso, una de las más longevas del país. El objetivo principal es evitar la institucionalización prematura, que a menudo ocurre por el temor a accidentes domésticos como las caídas. La propuesta de Quida se centra en la prevención y la respuesta rápida, permitiendo que la persona mayor se sienta resguardada sin sacrificar su independencia. La tecnología actúa como una red de seguridad silenciosa, interviniendo solo cuando es necesario y fomentando un bienestar integral. ¿Cómo funciona? La clave del sistema Quida es su enfoque no invasivo. A diferencia de otros métodos de vigilancia, esta tecnología no utiliza cámaras ni micrófonos, resguardando en todo momento la privacidad y la vida cotidiana del usuario. «No las vamos a estar grabando ni escuchando, solamente vamos a procurar que no haya ninguna situación anormal», aclara Pozo. El sistema se compone de dos elementos principales: Kit de sensores para el hogar: Se instalan discretamente en la vivienda, similar a un sistema de Wi-Fi. Incluye un sensor de monóxido de carbono para detectar fugas de gas, un sensor de puerta para alertar si esta queda abierta, y sensores de movimiento que monitorean patrones de actividad. Si el sistema detecta una inactividad prolongada e inusual, genera una alerta para la red de apoyo. Llavero SOS: Un pequeño dispositivo portátil con un botón de pánico y un acelerómetro integrado. Si la persona mayor sufre una caída, dentro o fuera de casa, el llavero lo detecta automáticamente y notifica a sus contactos de emergencia, incluso si no puede presionar el botón. El impacto de esta tecnología puede ser vital. Pozo comparte el caso de una usuaria que, antes de instalar Quida, «estuvo 48 horas en el piso de su casa con costillas quebradas sin poder moverse». Situaciones como esta son las que la startup busca erradicar. Actualmente, el servicio está disponible para ser contratado en la Región de Valparaíso y la Región Metropolitana a través de su sitio web quida.cl , donde las familias y redes de apoyo pueden encontrar planes adaptados a sus necesidades.