Un estudio buscó ahondar por primera vez cómo los adolescentes con síntomas depresivos perciben sus relaciones sociales de aceptación y rechazo con sus compañeros. El trabajo, realizado por Diego Palacios, académico del Centro de Investigación en Sociedad y Salud (CISS) de la Universidad Mayor, en colaboración con investigadores de Italia, analizó datos de 275 estudiantes italianos de en promedio 11,8 años para entender estas dinámicas. A través de cuestionarios auto-administrados en tablets durante tres momentos del año académico del hemisferio norte (diciembre de 2015, marzo 2016 y junio 2016), se les preguntó a los escolares de escuelas de Torino sobre sintomatología depresiva y se les pidió identificar a compañeros que les agradaban y desagradaban. Los resultados mostraron que los adolescentes con síntomas depresivos eran menos propensos a aceptar otros y más propensos a rechazar a otros, en comparación con sus pares sin síntomas depresivos. Sin embargo, estudiantes con síntomas depresivos no eran más rechazados ni menos aceptados por sus pares. Novedad de la investigación Estos hallazgos refuerzan la idea de que la depresión podría distorsionar la percepción social, llevando a los adolescentes a exagerar interacciones negativas y minimizar las positivas. Palacios sostuvo que la novedad de este estudio, publicado en la revista “Behavioral Sciences”, es la mirada desde la perspectiva de redes sociales. “Lo que brinda el análisis de redes es un detalle de la percepción de cada estudiante respecto de sus compañeros. En otros estudios, esto se realiza agregadamente, por ejemplo, cómo percibes al resto de tu clase y cómo crees que te percibe tu clase. Pero acá tenemos la percepción de cada estudiante respecto de cada uno de sus compañeros, accediendo a un nivel de detalle mucho mayor respecto a las relaciones de percepción de rechazo y aceptación ”, explicó. Otro de los resultados obtenidos es que aquellos estudiantes con sintomatología depresiva tendían a aceptar más a otros estudiantes con igual condición, pudiendo explicarse por apoyo mutuo o por la percepción de que están excluidos y solo cuentan con estudiantes de igual condición. “Estos hallazgos destacan la importancia de fomentar la creación de vínculos saludables y positivos en este grupo”, comentó Palacios, quien sostuvo que este trabajo abre la puerta para realizar otros estudios con datos de Chile.
Un grupo de investigadores chilenos, liderado por el Dr. Jimmy Stehberg del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Andrés Bello, ha descubierto que las células de soporte del cerebro, conocidas como astrocitos, desempeñan un rol crucial en el desarrollo de síntomas depresivos. Este avance, publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences, no sólo redefine la comprensión de la depresión, sino que también abre la puerta a tratamientos más rápidos y específicos para esta enfermedad. «Históricamente, los astrocitos se consideraban meros ayudantes de las neuronas. Desde hace ya algunos años sabemos que tienen un papel activo en la comunicación neuronal y ahora, que su actividad excesiva desencadena la depresión, al menos en modelos animales», explicó el Dr. Stehberg. El estudio encontró que, en situaciones de estrés crónico, los astrocitos liberan de manera descontrolada ciertas sustancias químicas llamadas glutamato y D-serina. E stas sustancias sobreestimulan unos receptores específicos en las neuronas, conocidos como receptores tipo NMDA, lo que provoca los síntomas asociados a la depresión. Este descubrimiento sugiere una nueva estrategia para tratar la depresión, orientada a los astrocitos en lugar de centrarse exclusivamente en las neuronas, como ocurre con los antidepresivos actuales. La investigación adquiere gran relevancia cuando, según la Organización Mundial de la Salud, se estima que aproximadamente 280 millones de personas sufren depresión y más de 700.00 personas se suicidan al año. Incluso en Chile, en un estudio también realizado por la UNAB, evidenció que más del 60% % de los niños y adolescentes en edad escolar presenta síntomas de depresión y ansiedad. Nuevo fármaco en el tratamiento de la depresión Uno de los hallazgos más importantes realizados por el equipo fue la identificación de una molécula que bloquea esta liberación excesiva desde los astrocitos, evitando así el desarrollo de síntomas depresivos en modelos animales. “Esta molécula, llamada cacotelina, tiene un blanco farmacológico más directo que los antidepresivos tradicionales, ofreciendo un efecto en minutos en lugar de semanas ”, destacó el investigador. Además, esta molécula podría utilizarse no solo para el tratamiento de la depresión, sino también para prevenirla en situaciones de alto estrés. Stehberg señala que ya se han diseñado potenciales fármacos en base a la acción de esta molécula, que tienen efecto antidepresivo en animales. El paso por seguir sería que las empresas farmacéuticas se interesen en optimizarlas y así realizar pruebas clínicas en humanos para asegurar su eficacia y seguridad. Aún queda un largo camino. Por lo que es importante hacer el llamado a que las personas no prueben el fármaco por sí mismos, ya que las pruebas clínicas en humanos aún no se han llevado a cabo La motivación del equipo para emprender este proyecto radica en su interés por comprender mejor el cerebro y diseñar terapias que ayuden a las personas a superar enfermedades psiquiátricas. “Nuestro proyecto FONDECYT nos ha permitido descubrir el importante rol de los astrocitos en la depresión, y un CORFO INNOVA nos permitió hacer el diseño de nuevos fármacos antidepresivos. Actualmente, mis alumnos se encuentran trabajando en investigaciones en cómo el estrés afecta nuestro cerebro y los mecanismos que llevan al desarrollo de trastornos de ansiedad y el trastorno por atracón ”, agregó el docente UNAB. Este avance científico podría marcar un cambio de paradigma en el tratamiento de la depresión, posicionando a los astrocitos como un objetivo terapéutico clave y ofreciendo nuevas esperanzas para quienes enfrentan esta compleja enfermedad.
La época navideña es sinónimo de luces, villancicos, reuniones familiares, regalos, alegría y buenos deseos; sin embargo, existen muchas personas que sufren una profunda tristeza al llegar estas fechas. Es lo que se ha dado en llamar depresión navideña, una dolencia que no conviene pasar por alto. ¿Qué es la depresión navideña o depresión blanca? Navidad y depresión están más unidas de lo que a priori pudiese parecer, ya que existen personas que experimentan una gran tristeza durante estas fechas. La depresión navideña —también conocida como depresión blanca o blues de Navidad— es un estado de ánimo negativo que algunas personas sufren cuando llega esta época del año. Realmente está considerada como un síndrome, puesto que la mayor parte de manuales de diagnóstico psiquiátrico no la reconocen. Sin embargo, muchos profesionales la plantean como un Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Así pues, la depresión blanca se relaciona con la Navidad en el hemisferio norte, que cuenta con días más cortos y una considerable disminución de la luz solar. La falta de luz incide directamente en la generación de diversos transmisores cerebrales, como la serotonina, y con menor cantidad de serotonina es más fácil sucumbir a la tristeza. Síntomas de la depresión navideña Cuando se sufre depresión navideña, suelen aparecer síntomas como estos: Carencia de energía y de fuerza. Irritabilidad, molestarse por cualquier cosa. Aparición de ideas muy negativas y desesperanzadoras. Permanente sensación de cansancio. Falta de interés por asuntos que antes sí despertaban nuestra atención. Ganas de estar en soledad, rehusando el contacto con otras personas. Sensación persistente de tristeza durante varios días seguidos. Aunque la aparición de la tristeza en Navidad puede ser relativamente frecuente, cuando se presentan varios de estos síntomas es importante compartirlo con alguien y, sobre todo, tratar de ponerle solución a través de las múltiples terapias contra la depresión que existen hoy en día. ¿Por qué siento tanta tristeza en Navidad? Sufrir depresión en Navidad puede tener causas diversas, pero en general los principales motivos que ocasionan este trastorno pasan por: Ausencia de seres queridos. Las fiestas navideñas intensifican el sentimiento de pérdida de las personas amadas que ya no están, haciendo que se sufra una tristeza profunda al acercarse estas fechas. Estrés. Lo que implica hoy en día la Navidad acarrea toda una serie de compromisos que no todo el mundo sabe manejar. Comprar regalos, preparar comidas y cenas, ocuparse de la organización de los eventos, acudir a reuniones con amigos y familiares, etc., son tareas que pueden generar demasiado estrés. Conflictos familiares. La imposición de reunirse con la familia durante esta época ocasiona, en muchos casos, litigios y enfrentamientos. Las personas que no gestionan bien este tipo de conflictos es posible que vayan acumulando un poso emocional negativo que provocará el rechazo a futuros encuentros de este tipo. El hecho de no tener a nadie con quien celebrar estas fiestas, también hace posible la aparición de la tristeza. Quedarse solo en estas fechas puede ser el desencadenante de la depresión navideña para muchas personas. Aunque este tipo de trastornos se producen a cualquier edad, la depresión en ancianos cuando llega la Navidad resulta especialmente preocupante, ya que, por lo general, son más reacios a pedir ayuda. ¿Cómo combatir la depresión blanca? El blues navideño puede suponer todo un desafío para quienes lo sufren; sin embargo, existen determinadas estrategias que resultan efectivas para hacerle frente. Estas son algunas de las claves para abordar la depresión blanca: Gestionar las expectativas. Se trata de establecer metas realistas para las celebraciones y aceptar que no todo tiene que ser perfecto. Así, es necesario priorizar la tranquilidad y el bienestar propios, por encima de las presiones sociales. Mantener rutinas saludables. No abandonar hábitos positivos —como el deporte, la meditación o una buena alimentación— resulta fundamental para manejar los pensamientos negativos. Estas prácticas pueden ayudar a preservar el equilibrio emocional durante las fiestas. Aprender a decir «no». Es necesario establecer ciertos límites y no sentirse obligado a cumplir con todo el mundo, si realmente no nos apetece. La salud mental requiere dedicarle tiempo a actividades que se disfruten. Buscar apoyo. Mantener las conexiones sociales y exponer nuestros sentimientos con la gente de confianza resulta muy beneficioso. Practicar el autocuidado. Reservar tiempo para uno mismo y realizar actividades que resulten relajantes y agradables tiene efectos muy positivos. Hacer voluntariado. Ayudar a otros puede mejorar el estado anímico propio y, sobre todo, ofrecer una nueva perspectiva. Ayuda profesional. Si los síntomas persisten o se agravan, lo mejor es consultar a un profesional de la salud mental, como un psicólogo o psicoterapeuta. Navidad y depresión: ¿un problema real? Los especialistas en salud mental señalan que las personas que padecen depresión pueden padecer un empeoramiento de su enfermedad en la época navideña. El hecho de que durante las Navidades se haya generalizado la idea de que todo el mundo debe ser amable, empático y estar alegre, provoca ansiedad en algunas personas y puede llevarlas al estado contrario, es decir: a una profunda tristeza y apatía. En Navidad existen lo que algunos expertos denominan imposiciones contradictorias de esta época que, si se cae en ellas, pueden desencadenar algún tipo de trastorno. A saber: Hay que pasar unas fiestas felices, independientemente de si se está triste. Es obligatorio pasar la Navidad en familia, aunque el resto del año no exista relación con esos parientes o falten seres queridos. Se deben comprar regalos, incluso cuando la situación económica no lo permite. Hay que organizar las celebraciones perfectas, aunque no apetezca cocinar ni adornar la casa. Todas estas exigencias impuestas por la época del año provocan que muchas personas se sientan superadas y precisen de ayuda profesional. La depresión navideña es un trastorno temporal que, con las estrategias adecuadas, se puede superar de una manera más positiva y saludable.
El trastorno afectivo estacional, que es más común en otoño, también puede manifestarse en primavera. Esta condición se da cuando tenemos sentimientos depresivos sin motivo aparente, y que pueden estar relacionados con los cambios estacionales notorios. Descripción general El trastorno afectivo estacional es un tipo de depresión relacionado con los cambios de estación. El trastorno afectivo estacional comienza y finaliza aproximadamente en la misma época cada año. Si eres como la mayoría de las personas con este trastorno afectivo estacional, tus síntomas comienzan en otoño y continúan durante los meses de invierno y, durante este período, tienes menos energía y te sientes de mal humor. Los síntomas suelen desaparecer durante los meses de primavera y verano. Con menor frecuencia, el trastorno afectivo estacional causa depresión en la época de primavera o al comienzo del verano y desaparece durante los meses de otoño e invierno. El tratamiento para el trastorno afectivo estacional puede comprender terapia lumínica (fototerapia), psicoterapia y medicamentos. No ignores ese sentimiento que tienes todos los años, considerándolo un simple caso de depresión de invierno o bajón estacional con el que tienes que lidiar tú solo. Toma medidas para mantener tu estado de ánimo y tu motivación estables durante todo el año. Síntomas En la mayoría de los casos, los síntomas del trastorno afectivo estacional aparecen a fines de otoño o a principios del invierno y desaparecen durante los días de primavera y verano, más soleados. En raras ocasiones, algunas personas exhiben un patrón opuesto y sus síntomas comienzan en verano o primavera. En cualquiera de los casos, los síntomas pueden ser leves al principio y agravarse a medida que avanza la estación. Los signos y síntomas del trastorno afectivo estacional pueden incluir los siguientes: Sentirse apático, triste o decaído gran parte del día, casi todos los días Perder el interés en actividades que solías disfrutar Tener poca energía y sentirse aletargado Dormir demasiado Sentir antojos por consumir carbohidratos, comer en exceso y subir de peso Tener dificultad para concentrarse Sentirse desesperanzado, inútil o tener sentimientos de culpa Comenzar a sentir que ya no quieres vivir Trastorno afectivo estacional de otoño e invierno Los síntomas específicos del trastorno afectivo estacional de inicio en invierno, a veces llamado depresión de invierno, incluyen los siguientes: Exceso de sueño Cambios de apetito, especialmente un antojo por consumir alimentos ricos en hidratos de carbono Aumento de peso Cansancio o falta de energía Trastorno afectivo estacional de primavera y verano Los síntomas específicos del trastorno afectivo estacional de inicio en verano, llamado también depresión de verano, pueden incluir los siguientes: Problemas para dormir (insomnio) Falta de apetito Pérdida de peso Agitación o ansiedad Mayor irritabilidad Los cambios estacionales y el trastorno bipolar Las personas con trastorno bipolar presentan un mayor riesgo de sufrir trastorno afectivo estacional. En el caso de algunas personas con trastorno bipolar, los episodios de manía pueden estar vinculados a una estación específica. Por ejemplo, la primavera y el verano pueden provocar síntomas de manía o una forma menos intensa de manía (hipomanía), ansiedad, agitación e irritabilidad. Estas personas también pueden sufrir depresión durante los meses de invierno y otoño. Causas Todavía se desconoce la causa específica del trastorno afectivo estacional. Algunos de los posibles factores incluyen los siguientes: Tu reloj biológico (ritmos circadianos). La reducción de los niveles de luz solar en otoño e invierno puede provocar la aparición del trastorno afectivo estacional de inicio en invierno. Esta disminución puede alterar el reloj interno del cuerpo y provocar una sensación de depresión. Niveles de serotonina. Una caída de los niveles de serotonina, una sustancia química cerebral (neurotrasmisor) que afecta el estado de ánimo, podría intervenir en el trastorno afectivo estacional. La reducción de la luz solar puede provocar una caída en los niveles de serotonina y esto, a su vez, puede provocar depresión. Niveles de melatonina. El cambio de estación puede alterar el equilibrio de los niveles de melatonina del cuerpo, una sustancia que interviene en los patrones de sueño y en el estado de ánimo. Factores de riesgo El trastorno afectivo estacional se diagnostica con mayor frecuencia en las mujeres que en los hombres. Además, el trastorno afectivo estacional ocurre con mayor frecuencia en adultos jóvenes que en adultos mayores. Entre los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer trastorno afectivo estacional se incluyen los siguientes: Antecedentes familiares. Las personas con trastorno afectivo estacional pueden tener más probabilidades de tener parientes consanguíneos con este trastorno afectivo estacional o con otra forma de depresión. Tener depresión o un trastorno bipolar graves. Si tienes alguno de estos trastornos, los síntomas de la depresión pueden empeorar según la estación. Vivir lejos del ecuador. El trastorno afectivo estacional parece ser más frecuente entre personas que viven bien al norte o al sur del ecuador. Esto puede deberse a una menor cantidad de luz solar durante el invierno y porque los días durante los meses de verano son más largos. Niveles bajos de vitamina D. Cuando la piel se expone a la luz del sol, se produce una cantidad de vitamina D. La vitamina D puede ayudar a potenciar los efectos de la serotonina. Una menor exposición a la luz solar y no recibir una cantidad suficiente de vitamina D a través de los alimentos y otras fuentes pueden dar lugar a niveles bajos de vitamina D en el organismo. Complicaciones Los signos y síntomas del trastorno afectivo estacional deben tomarse en serio. Al igual que sucede con otros tipos de depresión, el trastorno afectivo estacional puede empeorar y ocasionar problemas si no se trata. Estos pueden incluir lo siguiente: Aislamiento social Problemas en la escuela o en el trabajo Abuso de sustancias Otros trastornos de salud mental, como ansiedad o trastornos alimentarios Pensamientos o conductas suicidas Prevención No existe ninguna forma conocida de prevenir el desarrollo de un trastorno afectivo estacional. Sin embargo, si tomas medidas con anticipación para controlar los síntomas, quizás puedas evitar que empeoren con el tiempo. Dado que es posible anticiparse a la época del año en la que pueden aparecer los síntomas, quizás puedas evitar cambios graves en tu estado de ánimo, apetito y niveles de energía. El tratamiento puede ayudar a prevenir complicaciones, en especial, si el trastorno afectivo estacional se diagnostica y se trata antes de que los síntomas empeoren. A algunas personas les resulta útil comenzar el tratamiento antes de que aparezcan los síntomas, generalmente en otoño o invierno, y luego, continúan el tratamiento transcurrido el período cuando los síntomas generalmente desaparecen. Otras personas necesitan un tratamiento continuo para evitar que los síntomas regresen.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado de que la depresión es un trastorno mental habitual, más de 300 millones de personas en el mundo lo padecen y se da en más en las mujeres que en los hombres. Es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad. ¿Qué es la depresión? No hace referencia a variaciones emocionales o a ser escuetos a la hora de dar respuestas. El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) lo ha definido como: “un trastorno del estado de ánimo que causa síntomas de angustia, que afectan a la personas en cómo se sienten, piensan y coordinan las actividades diarias, como dormir, comer o trabajar. Para recibir un diagnóstico de depresión, los síntomas deben estar presentes la mayor parte del día, casi todos los días, durante por lo menos dos semanas”. La depresión es una grave enfermedad sobre todo si se padece durante períodos largos, pudiendo llevar incluso al suicidio, acto que ejecutan 800.000 personas cada año, es la segunda causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años. Aunque hay tratamientos para esta enfermedad, más de la mitad de la población no toma ningún fármaco para hacer frente a ella, a consecuencia de no haber sido correctamente diagnosticados, entre otras causas. Asimismo, es preciso diferenciar entre trastornos depresivos recurrentes y trastornos afectivos bipolares. Trastorno depresivo recurrente Se da en personas que ya hayan padecido numerosos episodios de depresión que se hayan dado en un período de igual o mayor a dos semanas, en los que se muestren pérdida de interés, del disfrute, disminución de energía que produce a su vez una reducción de la actividad. Una gran cantidad de personas que lo padecen también sufren ansiedad, alteraciones del sueño, del apetito, sentimientos de culpa, baja autoestima o dificultades de concentración. Este tipo de trastornos pueden ser: leves, moderados o graves. Trastorno afectivo bipolar Se desarrollan episodios maníacos y depresivos separados por un estado de ánimo normal. Estos episodios se inician con estado de ánimo elevado o irritable, hiperactividad, logorrea (uso excesivo del habla a consecuencia de un estado de excitación), autoestima excesiva y disminución de la necesidad de dormir. Principales causas de la depresión - Desempleo - Fallecimiento de un allegado - Traumatismos psicológicos - Enfermedades cardiovasculares Principales consecuencias de la depresión - Incremento del estrés - Aumento de la disfunción - Empeoramiento de la situación vital de la persona afectada y su propia depresión - Enfermedades cardiovasculares
Un estudio buscó ahondar por primera vez cómo los adolescentes con síntomas depresivos perciben sus relaciones sociales de aceptación y rechazo con sus compañeros. El trabajo, realizado por Diego Palacios, académico del Centro de Investigación en Sociedad y Salud (CISS) de la Universidad Mayor, en colaboración con investigadores de Italia, analizó datos de 275 estudiantes italianos de en promedio 11,8 años para entender estas dinámicas. A través de cuestionarios auto-administrados en tablets durante tres momentos del año académico del hemisferio norte (diciembre de 2015, marzo 2016 y junio 2016), se les preguntó a los escolares de escuelas de Torino sobre sintomatología depresiva y se les pidió identificar a compañeros que les agradaban y desagradaban. Los resultados mostraron que los adolescentes con síntomas depresivos eran menos propensos a aceptar otros y más propensos a rechazar a otros, en comparación con sus pares sin síntomas depresivos. Sin embargo, estudiantes con síntomas depresivos no eran más rechazados ni menos aceptados por sus pares. Novedad de la investigación Estos hallazgos refuerzan la idea de que la depresión podría distorsionar la percepción social, llevando a los adolescentes a exagerar interacciones negativas y minimizar las positivas. Palacios sostuvo que la novedad de este estudio, publicado en la revista “Behavioral Sciences”, es la mirada desde la perspectiva de redes sociales. “Lo que brinda el análisis de redes es un detalle de la percepción de cada estudiante respecto de sus compañeros. En otros estudios, esto se realiza agregadamente, por ejemplo, cómo percibes al resto de tu clase y cómo crees que te percibe tu clase. Pero acá tenemos la percepción de cada estudiante respecto de cada uno de sus compañeros, accediendo a un nivel de detalle mucho mayor respecto a las relaciones de percepción de rechazo y aceptación ”, explicó. Otro de los resultados obtenidos es que aquellos estudiantes con sintomatología depresiva tendían a aceptar más a otros estudiantes con igual condición, pudiendo explicarse por apoyo mutuo o por la percepción de que están excluidos y solo cuentan con estudiantes de igual condición. “Estos hallazgos destacan la importancia de fomentar la creación de vínculos saludables y positivos en este grupo”, comentó Palacios, quien sostuvo que este trabajo abre la puerta para realizar otros estudios con datos de Chile.
Un grupo de investigadores chilenos, liderado por el Dr. Jimmy Stehberg del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Andrés Bello, ha descubierto que las células de soporte del cerebro, conocidas como astrocitos, desempeñan un rol crucial en el desarrollo de síntomas depresivos. Este avance, publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences, no sólo redefine la comprensión de la depresión, sino que también abre la puerta a tratamientos más rápidos y específicos para esta enfermedad. «Históricamente, los astrocitos se consideraban meros ayudantes de las neuronas. Desde hace ya algunos años sabemos que tienen un papel activo en la comunicación neuronal y ahora, que su actividad excesiva desencadena la depresión, al menos en modelos animales», explicó el Dr. Stehberg. El estudio encontró que, en situaciones de estrés crónico, los astrocitos liberan de manera descontrolada ciertas sustancias químicas llamadas glutamato y D-serina. E stas sustancias sobreestimulan unos receptores específicos en las neuronas, conocidos como receptores tipo NMDA, lo que provoca los síntomas asociados a la depresión. Este descubrimiento sugiere una nueva estrategia para tratar la depresión, orientada a los astrocitos en lugar de centrarse exclusivamente en las neuronas, como ocurre con los antidepresivos actuales. La investigación adquiere gran relevancia cuando, según la Organización Mundial de la Salud, se estima que aproximadamente 280 millones de personas sufren depresión y más de 700.00 personas se suicidan al año. Incluso en Chile, en un estudio también realizado por la UNAB, evidenció que más del 60% % de los niños y adolescentes en edad escolar presenta síntomas de depresión y ansiedad. Nuevo fármaco en el tratamiento de la depresión Uno de los hallazgos más importantes realizados por el equipo fue la identificación de una molécula que bloquea esta liberación excesiva desde los astrocitos, evitando así el desarrollo de síntomas depresivos en modelos animales. “Esta molécula, llamada cacotelina, tiene un blanco farmacológico más directo que los antidepresivos tradicionales, ofreciendo un efecto en minutos en lugar de semanas ”, destacó el investigador. Además, esta molécula podría utilizarse no solo para el tratamiento de la depresión, sino también para prevenirla en situaciones de alto estrés. Stehberg señala que ya se han diseñado potenciales fármacos en base a la acción de esta molécula, que tienen efecto antidepresivo en animales. El paso por seguir sería que las empresas farmacéuticas se interesen en optimizarlas y así realizar pruebas clínicas en humanos para asegurar su eficacia y seguridad. Aún queda un largo camino. Por lo que es importante hacer el llamado a que las personas no prueben el fármaco por sí mismos, ya que las pruebas clínicas en humanos aún no se han llevado a cabo La motivación del equipo para emprender este proyecto radica en su interés por comprender mejor el cerebro y diseñar terapias que ayuden a las personas a superar enfermedades psiquiátricas. “Nuestro proyecto FONDECYT nos ha permitido descubrir el importante rol de los astrocitos en la depresión, y un CORFO INNOVA nos permitió hacer el diseño de nuevos fármacos antidepresivos. Actualmente, mis alumnos se encuentran trabajando en investigaciones en cómo el estrés afecta nuestro cerebro y los mecanismos que llevan al desarrollo de trastornos de ansiedad y el trastorno por atracón ”, agregó el docente UNAB. Este avance científico podría marcar un cambio de paradigma en el tratamiento de la depresión, posicionando a los astrocitos como un objetivo terapéutico clave y ofreciendo nuevas esperanzas para quienes enfrentan esta compleja enfermedad.
La época navideña es sinónimo de luces, villancicos, reuniones familiares, regalos, alegría y buenos deseos; sin embargo, existen muchas personas que sufren una profunda tristeza al llegar estas fechas. Es lo que se ha dado en llamar depresión navideña, una dolencia que no conviene pasar por alto. ¿Qué es la depresión navideña o depresión blanca? Navidad y depresión están más unidas de lo que a priori pudiese parecer, ya que existen personas que experimentan una gran tristeza durante estas fechas. La depresión navideña —también conocida como depresión blanca o blues de Navidad— es un estado de ánimo negativo que algunas personas sufren cuando llega esta época del año. Realmente está considerada como un síndrome, puesto que la mayor parte de manuales de diagnóstico psiquiátrico no la reconocen. Sin embargo, muchos profesionales la plantean como un Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Así pues, la depresión blanca se relaciona con la Navidad en el hemisferio norte, que cuenta con días más cortos y una considerable disminución de la luz solar. La falta de luz incide directamente en la generación de diversos transmisores cerebrales, como la serotonina, y con menor cantidad de serotonina es más fácil sucumbir a la tristeza. Síntomas de la depresión navideña Cuando se sufre depresión navideña, suelen aparecer síntomas como estos: Carencia de energía y de fuerza. Irritabilidad, molestarse por cualquier cosa. Aparición de ideas muy negativas y desesperanzadoras. Permanente sensación de cansancio. Falta de interés por asuntos que antes sí despertaban nuestra atención. Ganas de estar en soledad, rehusando el contacto con otras personas. Sensación persistente de tristeza durante varios días seguidos. Aunque la aparición de la tristeza en Navidad puede ser relativamente frecuente, cuando se presentan varios de estos síntomas es importante compartirlo con alguien y, sobre todo, tratar de ponerle solución a través de las múltiples terapias contra la depresión que existen hoy en día. ¿Por qué siento tanta tristeza en Navidad? Sufrir depresión en Navidad puede tener causas diversas, pero en general los principales motivos que ocasionan este trastorno pasan por: Ausencia de seres queridos. Las fiestas navideñas intensifican el sentimiento de pérdida de las personas amadas que ya no están, haciendo que se sufra una tristeza profunda al acercarse estas fechas. Estrés. Lo que implica hoy en día la Navidad acarrea toda una serie de compromisos que no todo el mundo sabe manejar. Comprar regalos, preparar comidas y cenas, ocuparse de la organización de los eventos, acudir a reuniones con amigos y familiares, etc., son tareas que pueden generar demasiado estrés. Conflictos familiares. La imposición de reunirse con la familia durante esta época ocasiona, en muchos casos, litigios y enfrentamientos. Las personas que no gestionan bien este tipo de conflictos es posible que vayan acumulando un poso emocional negativo que provocará el rechazo a futuros encuentros de este tipo. El hecho de no tener a nadie con quien celebrar estas fiestas, también hace posible la aparición de la tristeza. Quedarse solo en estas fechas puede ser el desencadenante de la depresión navideña para muchas personas. Aunque este tipo de trastornos se producen a cualquier edad, la depresión en ancianos cuando llega la Navidad resulta especialmente preocupante, ya que, por lo general, son más reacios a pedir ayuda. ¿Cómo combatir la depresión blanca? El blues navideño puede suponer todo un desafío para quienes lo sufren; sin embargo, existen determinadas estrategias que resultan efectivas para hacerle frente. Estas son algunas de las claves para abordar la depresión blanca: Gestionar las expectativas. Se trata de establecer metas realistas para las celebraciones y aceptar que no todo tiene que ser perfecto. Así, es necesario priorizar la tranquilidad y el bienestar propios, por encima de las presiones sociales. Mantener rutinas saludables. No abandonar hábitos positivos —como el deporte, la meditación o una buena alimentación— resulta fundamental para manejar los pensamientos negativos. Estas prácticas pueden ayudar a preservar el equilibrio emocional durante las fiestas. Aprender a decir «no». Es necesario establecer ciertos límites y no sentirse obligado a cumplir con todo el mundo, si realmente no nos apetece. La salud mental requiere dedicarle tiempo a actividades que se disfruten. Buscar apoyo. Mantener las conexiones sociales y exponer nuestros sentimientos con la gente de confianza resulta muy beneficioso. Practicar el autocuidado. Reservar tiempo para uno mismo y realizar actividades que resulten relajantes y agradables tiene efectos muy positivos. Hacer voluntariado. Ayudar a otros puede mejorar el estado anímico propio y, sobre todo, ofrecer una nueva perspectiva. Ayuda profesional. Si los síntomas persisten o se agravan, lo mejor es consultar a un profesional de la salud mental, como un psicólogo o psicoterapeuta. Navidad y depresión: ¿un problema real? Los especialistas en salud mental señalan que las personas que padecen depresión pueden padecer un empeoramiento de su enfermedad en la época navideña. El hecho de que durante las Navidades se haya generalizado la idea de que todo el mundo debe ser amable, empático y estar alegre, provoca ansiedad en algunas personas y puede llevarlas al estado contrario, es decir: a una profunda tristeza y apatía. En Navidad existen lo que algunos expertos denominan imposiciones contradictorias de esta época que, si se cae en ellas, pueden desencadenar algún tipo de trastorno. A saber: Hay que pasar unas fiestas felices, independientemente de si se está triste. Es obligatorio pasar la Navidad en familia, aunque el resto del año no exista relación con esos parientes o falten seres queridos. Se deben comprar regalos, incluso cuando la situación económica no lo permite. Hay que organizar las celebraciones perfectas, aunque no apetezca cocinar ni adornar la casa. Todas estas exigencias impuestas por la época del año provocan que muchas personas se sientan superadas y precisen de ayuda profesional. La depresión navideña es un trastorno temporal que, con las estrategias adecuadas, se puede superar de una manera más positiva y saludable.
El trastorno afectivo estacional, que es más común en otoño, también puede manifestarse en primavera. Esta condición se da cuando tenemos sentimientos depresivos sin motivo aparente, y que pueden estar relacionados con los cambios estacionales notorios. Descripción general El trastorno afectivo estacional es un tipo de depresión relacionado con los cambios de estación. El trastorno afectivo estacional comienza y finaliza aproximadamente en la misma época cada año. Si eres como la mayoría de las personas con este trastorno afectivo estacional, tus síntomas comienzan en otoño y continúan durante los meses de invierno y, durante este período, tienes menos energía y te sientes de mal humor. Los síntomas suelen desaparecer durante los meses de primavera y verano. Con menor frecuencia, el trastorno afectivo estacional causa depresión en la época de primavera o al comienzo del verano y desaparece durante los meses de otoño e invierno. El tratamiento para el trastorno afectivo estacional puede comprender terapia lumínica (fototerapia), psicoterapia y medicamentos. No ignores ese sentimiento que tienes todos los años, considerándolo un simple caso de depresión de invierno o bajón estacional con el que tienes que lidiar tú solo. Toma medidas para mantener tu estado de ánimo y tu motivación estables durante todo el año. Síntomas En la mayoría de los casos, los síntomas del trastorno afectivo estacional aparecen a fines de otoño o a principios del invierno y desaparecen durante los días de primavera y verano, más soleados. En raras ocasiones, algunas personas exhiben un patrón opuesto y sus síntomas comienzan en verano o primavera. En cualquiera de los casos, los síntomas pueden ser leves al principio y agravarse a medida que avanza la estación. Los signos y síntomas del trastorno afectivo estacional pueden incluir los siguientes: Sentirse apático, triste o decaído gran parte del día, casi todos los días Perder el interés en actividades que solías disfrutar Tener poca energía y sentirse aletargado Dormir demasiado Sentir antojos por consumir carbohidratos, comer en exceso y subir de peso Tener dificultad para concentrarse Sentirse desesperanzado, inútil o tener sentimientos de culpa Comenzar a sentir que ya no quieres vivir Trastorno afectivo estacional de otoño e invierno Los síntomas específicos del trastorno afectivo estacional de inicio en invierno, a veces llamado depresión de invierno, incluyen los siguientes: Exceso de sueño Cambios de apetito, especialmente un antojo por consumir alimentos ricos en hidratos de carbono Aumento de peso Cansancio o falta de energía Trastorno afectivo estacional de primavera y verano Los síntomas específicos del trastorno afectivo estacional de inicio en verano, llamado también depresión de verano, pueden incluir los siguientes: Problemas para dormir (insomnio) Falta de apetito Pérdida de peso Agitación o ansiedad Mayor irritabilidad Los cambios estacionales y el trastorno bipolar Las personas con trastorno bipolar presentan un mayor riesgo de sufrir trastorno afectivo estacional. En el caso de algunas personas con trastorno bipolar, los episodios de manía pueden estar vinculados a una estación específica. Por ejemplo, la primavera y el verano pueden provocar síntomas de manía o una forma menos intensa de manía (hipomanía), ansiedad, agitación e irritabilidad. Estas personas también pueden sufrir depresión durante los meses de invierno y otoño. Causas Todavía se desconoce la causa específica del trastorno afectivo estacional. Algunos de los posibles factores incluyen los siguientes: Tu reloj biológico (ritmos circadianos). La reducción de los niveles de luz solar en otoño e invierno puede provocar la aparición del trastorno afectivo estacional de inicio en invierno. Esta disminución puede alterar el reloj interno del cuerpo y provocar una sensación de depresión. Niveles de serotonina. Una caída de los niveles de serotonina, una sustancia química cerebral (neurotrasmisor) que afecta el estado de ánimo, podría intervenir en el trastorno afectivo estacional. La reducción de la luz solar puede provocar una caída en los niveles de serotonina y esto, a su vez, puede provocar depresión. Niveles de melatonina. El cambio de estación puede alterar el equilibrio de los niveles de melatonina del cuerpo, una sustancia que interviene en los patrones de sueño y en el estado de ánimo. Factores de riesgo El trastorno afectivo estacional se diagnostica con mayor frecuencia en las mujeres que en los hombres. Además, el trastorno afectivo estacional ocurre con mayor frecuencia en adultos jóvenes que en adultos mayores. Entre los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer trastorno afectivo estacional se incluyen los siguientes: Antecedentes familiares. Las personas con trastorno afectivo estacional pueden tener más probabilidades de tener parientes consanguíneos con este trastorno afectivo estacional o con otra forma de depresión. Tener depresión o un trastorno bipolar graves. Si tienes alguno de estos trastornos, los síntomas de la depresión pueden empeorar según la estación. Vivir lejos del ecuador. El trastorno afectivo estacional parece ser más frecuente entre personas que viven bien al norte o al sur del ecuador. Esto puede deberse a una menor cantidad de luz solar durante el invierno y porque los días durante los meses de verano son más largos. Niveles bajos de vitamina D. Cuando la piel se expone a la luz del sol, se produce una cantidad de vitamina D. La vitamina D puede ayudar a potenciar los efectos de la serotonina. Una menor exposición a la luz solar y no recibir una cantidad suficiente de vitamina D a través de los alimentos y otras fuentes pueden dar lugar a niveles bajos de vitamina D en el organismo. Complicaciones Los signos y síntomas del trastorno afectivo estacional deben tomarse en serio. Al igual que sucede con otros tipos de depresión, el trastorno afectivo estacional puede empeorar y ocasionar problemas si no se trata. Estos pueden incluir lo siguiente: Aislamiento social Problemas en la escuela o en el trabajo Abuso de sustancias Otros trastornos de salud mental, como ansiedad o trastornos alimentarios Pensamientos o conductas suicidas Prevención No existe ninguna forma conocida de prevenir el desarrollo de un trastorno afectivo estacional. Sin embargo, si tomas medidas con anticipación para controlar los síntomas, quizás puedas evitar que empeoren con el tiempo. Dado que es posible anticiparse a la época del año en la que pueden aparecer los síntomas, quizás puedas evitar cambios graves en tu estado de ánimo, apetito y niveles de energía. El tratamiento puede ayudar a prevenir complicaciones, en especial, si el trastorno afectivo estacional se diagnostica y se trata antes de que los síntomas empeoren. A algunas personas les resulta útil comenzar el tratamiento antes de que aparezcan los síntomas, generalmente en otoño o invierno, y luego, continúan el tratamiento transcurrido el período cuando los síntomas generalmente desaparecen. Otras personas necesitan un tratamiento continuo para evitar que los síntomas regresen.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado de que la depresión es un trastorno mental habitual, más de 300 millones de personas en el mundo lo padecen y se da en más en las mujeres que en los hombres. Es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad. ¿Qué es la depresión? No hace referencia a variaciones emocionales o a ser escuetos a la hora de dar respuestas. El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) lo ha definido como: “un trastorno del estado de ánimo que causa síntomas de angustia, que afectan a la personas en cómo se sienten, piensan y coordinan las actividades diarias, como dormir, comer o trabajar. Para recibir un diagnóstico de depresión, los síntomas deben estar presentes la mayor parte del día, casi todos los días, durante por lo menos dos semanas”. La depresión es una grave enfermedad sobre todo si se padece durante períodos largos, pudiendo llevar incluso al suicidio, acto que ejecutan 800.000 personas cada año, es la segunda causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años. Aunque hay tratamientos para esta enfermedad, más de la mitad de la población no toma ningún fármaco para hacer frente a ella, a consecuencia de no haber sido correctamente diagnosticados, entre otras causas. Asimismo, es preciso diferenciar entre trastornos depresivos recurrentes y trastornos afectivos bipolares. Trastorno depresivo recurrente Se da en personas que ya hayan padecido numerosos episodios de depresión que se hayan dado en un período de igual o mayor a dos semanas, en los que se muestren pérdida de interés, del disfrute, disminución de energía que produce a su vez una reducción de la actividad. Una gran cantidad de personas que lo padecen también sufren ansiedad, alteraciones del sueño, del apetito, sentimientos de culpa, baja autoestima o dificultades de concentración. Este tipo de trastornos pueden ser: leves, moderados o graves. Trastorno afectivo bipolar Se desarrollan episodios maníacos y depresivos separados por un estado de ánimo normal. Estos episodios se inician con estado de ánimo elevado o irritable, hiperactividad, logorrea (uso excesivo del habla a consecuencia de un estado de excitación), autoestima excesiva y disminución de la necesidad de dormir. Principales causas de la depresión - Desempleo - Fallecimiento de un allegado - Traumatismos psicológicos - Enfermedades cardiovasculares Principales consecuencias de la depresión - Incremento del estrés - Aumento de la disfunción - Empeoramiento de la situación vital de la persona afectada y su propia depresión - Enfermedades cardiovasculares