La llamada generación Alfa, compuesta por niños y jóvenes nacidos a partir de 2010, es la primera en crecer inmersa en un entorno completamente digital, interactuando desde sus primeros días con tecnologías avanzadas como smartphones, redes sociales e inteligencia artificial, lo que ha influido significativamente en la forma en que aprenden, socializan y perciben el mundo. “La generación Alfa es la primera que desconoce por completo la tecnología analógica como las fuentes de sonido por cinta magnética (cassette) o las películas en formato, experimentado el mundo a través de las pantallas de distintos dispositivos, lo que tiene implicancias sociales”, explica Reinaldo Marfull, asesor de Aprendizaje Digital de Cognita Chile, red internacional que cuenta con 17 colegios a lo largo de nuestro país. El profesional ejemplifica que, para estos niños y jóvenes, las interacciones remotas con otras personas son tan reales como las presenciales. “ Para esta generación, el espacio presencial y el virtual se presentan en un mundo donde se transita fluidamente entre ambos”. Esto porque no tienen que esperar la disponibilidad de otros para comunicarse, pues las interacciones asincrónicas abrieron la posibilidad de conversar cuando cada cual lo desea. “ Esta interacción asincrónica puede girar en torno a grabaciones de voz, audiovisuales, fotografías, entre otros recursos que enriquecen esta comunicación, realidad que permite desarrollar amistades en redes sociales a las cuales nunca podrían haber conocido en persona, junto a códigos de comportamiento en los espacios digitales que escapan de la comprensión de las generaciones previas ”, indica Marfull En este escenario, el modelo de aprendizaje requiere de una intervención de los educadores orientada al logro de experiencias interactivas, colaborativas y creativas, es decir, el concepto clave que emerge espontáneamente es la innovación. Un gran desafío para los padres y los colegios, donde los docentes han debido adaptarse a estas nuevas necesidades y capacitarse en esta mirada holística de la enseñanza. Asimismo, los padres deben habituarse a usar la tecnología de una manera segura, responsable, ética y funcional. “Son los adultos quienes deben ser ejemplo del uso saludable y equilibrado de la tecnología, fomentar actividades al aire libre, e inculcar la conciencia y responsabilidad por el cuidado del planeta, la lectura de libros físicos, interacciones presenciales, e incorporar experiencias que no dependan exclusivamente de la tecnología, a fin de que puedan “conectar” con el mundo real y desarrollar otras destrezas motoras y emocionales, considerando la sobreestimulación y sobreexposición a las pantallas que ha tenido desde que nacieron”, explica Soledad Casal, psicóloga y coordinadora del programa Desarrollando Líderes Inspiradores de la red Cognita. Y es que para “conectar”, como expresa la especialista, la educación actual debe integrar las emociones y otras competencias que moldeen e incidan en su modo de aprender, socializar, conocer y percibir el mundo. “ Los niños, niñas y adolescentes de la generación Alfa deben desarrollar o potenciar habilidades que les permitan manejar eficazmente sus emociones, interactuar de manera efectiva con los demás y adaptarse a distintas situaciones”, complementa Soledad, quien además expresa que es un deber fundamental de las escuelas el integrar la educación emocional y social en el currículo, “a través de programas que promuevan la adaptación a un presente en constante cambio y a un futuro incierto, trabajando en forma conjunta y alineada con las familias”. Para ello, entrega algunos puntos clave en el desarrollo emocional en un mundo digital de la generación Alfa. - Conciencia de sí mismos : reconocer y entender con exactitud sus valores, fortalezas, desafíos y emociones, lo cual les permita ser fieles a su identidad y tomar decisiones que vayan en línea con ella. - Autocontrol : gestionar eficazmente sus emociones, conductas e impulsos ante diversas situaciones, enfrentando de una manera adaptativa el estrés, la ansiedad, la frustración y las presiones del ambiente. - Empatía : entender y compartir los sentimientos de los demás, siendo más comprensivos y solidarios en sus interacciones. - Resiliencia y flexibilidad : adaptarse y salir fortalecido ante la adversidad y el cambio, con optimismo y determinación, en un mundo dinámico e incierto. - Sinergia y trabajo en equipo: interactuar con otros de forma genuina, aportando, compartiendo ideas, valorando y aprovechando las diferencias y estando abiertos a la influencia de los demás, a fin de generar nuevos enfoques de conocimiento y creatividad. - Resolución de conflictos: negociar buscando el beneficio mutuo y dialogar de manera constructiva, desde una escucha empática y comunicación asertiva. - Toma de decisiones responsable: esta habilidad requiere que seamos capaces de prever las consecuencias de nuestras decisiones y acciones, y cómo estas impactan a nivel del bienestar de uno mismo y de los otros.
La llamada generación Alfa, compuesta por niños y jóvenes nacidos a partir de 2010, es la primera en crecer inmersa en un entorno completamente digital, interactuando desde sus primeros días con tecnologías avanzadas como smartphones, redes sociales e inteligencia artificial, lo que ha influido significativamente en la forma en que aprenden, socializan y perciben el mundo. “La generación Alfa es la primera que desconoce por completo la tecnología analógica como las fuentes de sonido por cinta magnética (cassette) o las películas en formato, experimentado el mundo a través de las pantallas de distintos dispositivos, lo que tiene implicancias sociales”, explica Reinaldo Marfull, asesor de Aprendizaje Digital de Cognita Chile, red internacional que cuenta con 17 colegios a lo largo de nuestro país. El profesional ejemplifica que, para estos niños y jóvenes, las interacciones remotas con otras personas son tan reales como las presenciales. “ Para esta generación, el espacio presencial y el virtual se presentan en un mundo donde se transita fluidamente entre ambos”. Esto porque no tienen que esperar la disponibilidad de otros para comunicarse, pues las interacciones asincrónicas abrieron la posibilidad de conversar cuando cada cual lo desea. “ Esta interacción asincrónica puede girar en torno a grabaciones de voz, audiovisuales, fotografías, entre otros recursos que enriquecen esta comunicación, realidad que permite desarrollar amistades en redes sociales a las cuales nunca podrían haber conocido en persona, junto a códigos de comportamiento en los espacios digitales que escapan de la comprensión de las generaciones previas ”, indica Marfull En este escenario, el modelo de aprendizaje requiere de una intervención de los educadores orientada al logro de experiencias interactivas, colaborativas y creativas, es decir, el concepto clave que emerge espontáneamente es la innovación. Un gran desafío para los padres y los colegios, donde los docentes han debido adaptarse a estas nuevas necesidades y capacitarse en esta mirada holística de la enseñanza. Asimismo, los padres deben habituarse a usar la tecnología de una manera segura, responsable, ética y funcional. “Son los adultos quienes deben ser ejemplo del uso saludable y equilibrado de la tecnología, fomentar actividades al aire libre, e inculcar la conciencia y responsabilidad por el cuidado del planeta, la lectura de libros físicos, interacciones presenciales, e incorporar experiencias que no dependan exclusivamente de la tecnología, a fin de que puedan “conectar” con el mundo real y desarrollar otras destrezas motoras y emocionales, considerando la sobreestimulación y sobreexposición a las pantallas que ha tenido desde que nacieron”, explica Soledad Casal, psicóloga y coordinadora del programa Desarrollando Líderes Inspiradores de la red Cognita. Y es que para “conectar”, como expresa la especialista, la educación actual debe integrar las emociones y otras competencias que moldeen e incidan en su modo de aprender, socializar, conocer y percibir el mundo. “ Los niños, niñas y adolescentes de la generación Alfa deben desarrollar o potenciar habilidades que les permitan manejar eficazmente sus emociones, interactuar de manera efectiva con los demás y adaptarse a distintas situaciones”, complementa Soledad, quien además expresa que es un deber fundamental de las escuelas el integrar la educación emocional y social en el currículo, “a través de programas que promuevan la adaptación a un presente en constante cambio y a un futuro incierto, trabajando en forma conjunta y alineada con las familias”. Para ello, entrega algunos puntos clave en el desarrollo emocional en un mundo digital de la generación Alfa. - Conciencia de sí mismos : reconocer y entender con exactitud sus valores, fortalezas, desafíos y emociones, lo cual les permita ser fieles a su identidad y tomar decisiones que vayan en línea con ella. - Autocontrol : gestionar eficazmente sus emociones, conductas e impulsos ante diversas situaciones, enfrentando de una manera adaptativa el estrés, la ansiedad, la frustración y las presiones del ambiente. - Empatía : entender y compartir los sentimientos de los demás, siendo más comprensivos y solidarios en sus interacciones. - Resiliencia y flexibilidad : adaptarse y salir fortalecido ante la adversidad y el cambio, con optimismo y determinación, en un mundo dinámico e incierto. - Sinergia y trabajo en equipo: interactuar con otros de forma genuina, aportando, compartiendo ideas, valorando y aprovechando las diferencias y estando abiertos a la influencia de los demás, a fin de generar nuevos enfoques de conocimiento y creatividad. - Resolución de conflictos: negociar buscando el beneficio mutuo y dialogar de manera constructiva, desde una escucha empática y comunicación asertiva. - Toma de decisiones responsable: esta habilidad requiere que seamos capaces de prever las consecuencias de nuestras decisiones y acciones, y cómo estas impactan a nivel del bienestar de uno mismo y de los otros.