Aunque no lo digan abiertamente, muchos trabajadores —especialmente jóvenes— están pensando en renunciar este año; otros ya lo hicieron. Así lo demuestran distintos estudios que plantean que desde la pandemia han aumentado las cifras de quienes dejan sus empleos voluntariamente en el mundo y Chile no está tan ajeno a esa realidad. Un sondeo de la firma EY, reveló que uno de cada tres empleados chilenos piensa en renunciar a su trabajo en 2025, una cifra alta aunque menor que el resto de Latinoamérica. Asimismo, las investigaciones del Radar del Mercado Laboral de Buk muestran que las renuncias vienen en aumento desde agosto del año pasado y que estas superan a los despidos en Chile. Pero, ¿qué está pasando? Acaso, ¿la gente ya no quiere trabajar? La verdad es mucho más profunda que eso. Mal ambiente laboral, agotamiento crónico y falta de reconocimiento entre las causas Aunque no se puede hablar de una realidad generalizada o superpronunciada -en comparación con países como Estados Unidos, donde ya se habla del fenómeno de “La Gran Renuncia”- lo cierto es que ocurre más que antes. “El aumento de renuncias voluntarias responde a un cambio profundo en la manera en que las personas valoran su trabajo y su bienestar. A diferencia de décadas anteriores, hoy los trabajadores priorizan su salud mental, el equilibrio entre vida personal y profesional, y la búsqueda de propósito”, señaló a BioBioChile, la psicóloga laboral Cristina Pérez De Cian, quien es jefa del Área de Candidatos de la empresa de recursos humanos Adecco Chile. La profesional indicó que el trabajo ya no se percibe solo como una fuente de ingresos, sino como un componente clave del proyecto de vida, “algo que igualmente ha sido sobre todo impulsado por las nuevas generaciones y que ha sido adoptado por una gran parte de la fuerza laboral”. Agotamiento crónico, falta de reconocimiento, desconexión con la cultura organizacional y entornos laborales tóxicos son detonantes comunes de renuncias voluntarias, afirma Pérez de Cian. “Además, el auge del trabajo remoto y el acceso a más información sobre oportunidades laborales han empoderado a las personas a tomar decisiones más alineadas con sus valores y aspiraciones, y a buscar otros rumbos. A esto se suma la pandemia que actuó como catalizador, generando una reflexión colectiva sobre las prioridades personales y profesionales, y en muchos casos, acelerando decisiones de cambio que venían postergadas”, expresó la especialista. No es flojera: es agotamiento emocional Contrario a la caricatura de que “nadie quiere trabajar”, los datos muestran otra cosa: las personas quieren trabajar, pero de otra manera. Con mejores condiciones, posibilidad de crecimiento y más propósito. El fenómeno afecta con especial fuerza a los millennials y a la Generación Z, quienes son más propensos a priorizar la salud mental, el equilibrio vida-trabajo y la flexibilidad. “Para estas generaciones, el trabajo debe tener sentido, ofrecer oportunidades de desarrollo rápido y estar alineado con sus valores personales, como la diversidad, la inclusión y el impacto social. No le tienen miedo al cambio ni ven en la estabilidad laboral un valor absoluto”, expresó la psicóloga laboral Cristina Pérez De Cian. “Por eso, si no encuentran espacios donde se sientan escuchados, respetados y puedan crecer, están dispuestos a buscar nuevas opciones sin esperar años. También valoran entornos colaborativos, líderes empáticos y culturas laborales que promuevan el bienestar, la flexibilidad y el aprendizaje continuo”, añadió. Por otro lado, la especialista explicó que las generaciones mayores (baby Boomers y gen X) tienden a mostrar mayor tolerancia a la frustración laboral y prefieren agotar todas las vías internas antes de considerar una renuncia. “Están más habituadas a jerarquías rígidas y a priorizar la estabilidad del hoy sobre el bienestar subjetivo del mañana”, indicó. En cambio, los millennials y la generación Z no solo son más sensibles a los entornos hostiles, sino que también se sienten con el derecho –y la responsabilidad– de exigir cambios cuando algo no funciona. “Lo hacen con mayor rapidez y de forma más directa. Están menos dispuestos a ‘esperar que las cosas cambien’ si no perciben señales claras de transformación. Además, estas generaciones valoran mucho la retroalimentación constante, el desarrollo profesional y la posibilidad de opinar sobre las decisiones que afectan su trabajo. Cuando estas necesidades no se ven satisfechas, su permanencia en la organización se vuelve insostenible”, aseguró. Uno de los factores importantes en este cambio de mentalidad fue la pandemia, ya que actuó como catalizador de un malestar que ya existía: sueldos que no alcanzan, jefaturas desconectadas y una cultura laboral que muchas veces exige más de lo que entrega. Las señales de que un trabajador quiere renunciar aunque no lo diga Cristina Pérez afirma que existen varios indicadores que pueden anticipar una posible renuncia voluntaria, incluso antes de que el trabajador lo exprese formalmente. Puede observarse una baja en el nivel de compromiso que puede manifestarse, por ejemplo, en que “disminuye su participación activa en reuniones o reduce su interacción con el equipo; cambios de actitud o ánimo, lo cual se evidencia en que el trabajador puede volverse más distante, apático o mostrar signos de frustración frecuentes; disminución del rendimiento sin razones aparentes, donde su productividad cae o entrega resultados por debajo de los esperados”. También podría manifestarse como alguien que de repente pone su foco más en el ‘afuera’, “donde se puede ver que la persona menciona con frecuencia otras oportunidades, empresas o experiencias laborales positivas de terceros, y una negativa a proyectos a largo plazo que impliquen permanencia futura”. “Identificar estas señales requiere de líderes atentos y conversaciones periódicas de seguimiento, donde se genere un espacio de confianza para que el colaborador exprese cómo se siente”, enfatizó. El rol de los jefes El liderazgo es probablemente el factor más decisivo en la retención del talento, dice la psicóloga laboral Pérez de Cian. “Un buen líder puede convertir un entorno laboral difícil en un espacio de contención, crecimiento y motivación. Por el contrario, un liderazgo autoritario, ausente o poco empático puede empujar incluso a los mejores talentos a buscar nuevos horizontes”, sentenció. En este sentido, es fundamental que los líderes de hoy desarrollen habilidades blandas como la escucha activa, la inteligencia emocional y la capacidad de generar conversaciones significativas. “También deben aprender a liderar equipos diversos, intergeneracionales y en muchos casos, híbridos. Un liderazgo cercano, humano y coherente con los valores organizacionales no solo disminuye las renuncias, sino que incrementa el compromiso y la productividad”. Algunas estrategias para retener talento según la profesional, son: Flexibilidad laboral real: no se trata solo de ofrecer teletrabajo, sino de permitir modelos adaptados a las necesidades individuales y equipos autogestionados. Planes de desarrollo claros: los empleados deben saber que pueden crecer dentro de la organización. Esto implica formación continua, mentorías y rutas de carrera realmente visibles. Cultura de bienestar: promover activamente el equilibrio vida-trabajo, el autocuidado y la prevención del burnout. Liderazgo consciente: formar líderes capaces de inspirar, contener y desarrollar a sus equipos. Reconocimiento y propósito: valorar los logros de forma auténtica y mostrar cómo el trabajo diario aporta a un propósito mayor que trascienda lo económico. Espacios de participación : invitar a los colaboradores a cocrear soluciones, opinar sobre decisiones y construir el futuro de la empresa. “El talento de hoy no se retiene con promesas vacías ni con beneficios aislados. Se queda donde se siente escuchado, valorado y genuinamente considerado parte de un propósito compartido”, afirmó la profesional. Pérez de Cian finaliza señalando que el desafío para las organizaciones no es solo evitar que las personas se vayan, sino preguntarse seriamente: ¿qué estamos haciendo para que quieran quedarse?
En los últimos 10 años, la obtención de licencias de conducir entre jóvenes de entre 17 y 29 años ha descendido en 30% según información del Instituto Nacional de Estadísticas INE. Dentro de las razones por la que la que la generación Z está perdiendo el interés en manejar está la proliferación de alternativas de movilización como apps de transportes, el alto precio de obtención de un vehículo, así como el alza sostenida del precio de los combustibles y el pago por el uso de autopistas. La comodidad que antes sólo entregaba moverse en auto hoy puede reemplazarse con alternativas como Uber, Cabify o incluso la posibilidad del arriendo de un scooter eléctrico, el que no necesita de una licencia para poder ser utilizado. Según detalló una nota al respecto publicada en La Tercera, en el caso de las plataformas de movilidad en Chile, según el estudio del Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la UC, en mayo de 2024 casi 3,4 millones de personas realizaron al menos un viaje en alguna de ellas, un aumento de un 19% en un año (550 mil usuarios adicionales). El costo también es un factor para no conducir Otro elemento que incide en la baja de jóvenes al volante, tienen que ver con los altos costos de comprar y, sobretodo, mantener un vehículo. costos de comprar y mantener un auto, incluyendo además seguro, permiso de circulación y la revisión técnica. Según expuso el citado medio, la Cámara de Comercio Automotriz indicó en el último estudio global de consumidores automotrices 2024 que la situación económica actual afecta directamente a los compradores jóvenes. Sostienen que ante el panorama económico, “un número significativo de consumidores más jóvenes -en muchos mercados- están al menos en cierta medida interesados en renunciar por completo a la propiedad de un vehículo”. Otro de los factores que inciden en la decisión de los más jóvenes de no manejar es la experiencia detrás del volante. El estrés de enfrentarse al tráfico, las bocinas, los conductores y peatones, ha dado paso a que entreguen el control del auto, eligiendo otras alternativas para movilizarse.
En el marco del Día del Trabajo, el precandidato presidencial del Partido Republicano, José Antonio Kast, presentó el “Plan M&M: Más y mejores empleos para Chile”, una agenda centrada en la libertad, la flexibilidad y la dignidad laboral. “Hoy en Chile hay más de 860 mil personas sin trabajo. Las más afectadas son las mujeres, los jóvenes y los adultos mayores. Estamos trabajando menos de lo que podemos y en peores condiciones”, apuntó Kast. En esa línea, señaló que “eso no es responsabilidad de los trabajadores, es responsabilidad de un Estado que ha fracasado como colaborador en la generación de las condiciones para que la economía crezca y genere empleo”. El exdiputado aseguró que el intervencionismo estatal y las políticas asistencialistas han destruido el mercado laboral y las oportunidades para millones de chilenos. Por ello, propuso una transformación al sistema bajo cinco principios: más oportunidades, más flexibilidad, más formalidad, más tecnología y más libertad. “Chile necesita más trabajo y mejor trabajo. Necesita volver a crecer, volver a confiar, y volver a premiar el esfuerzo. Esa es la misión de los primeros trazos del Plan Más y Mejor Trabajo”, afirmó. Revisa las propuestas iniciales del Plan M&M a continuación: 1. Indemnización a todo evento con cuenta individual : sistema moderno y voluntario, como alternativa al existente, que permite pactar entre trabajadores y empleadores, con fondos que se acumulan en cuentas personales. Esta medida busca reducir la judicialización y dar más certezas para la contratación. 2. Flexibilización laboral real : Impulso a modalidades modernas como trabajo remoto, contratos por hora, y adaptaciones que beneficien a estudiantes, cuidadores, madres y adultos mayores. Todo con base en acuerdos individuales. 3. Reforma profunda de la Dirección del Trabajo : Kast propone eliminar el -supuesto- sesgo ideológico en la fiscalización laboral, digitalizar completamente los procesos y enfocar la acción en seguridad, higiene y previsión, no en formalismos. 4. Defensa de los ahorros previsionales : El Plan plantea eliminar el préstamo estatal obligatorio de la reforma previsional acordada por la izquierda y Chile Vamos, y asegurar que el 100% de las cotizaciones lleguen a la cuenta individual del trabajador. Así, finalmente, Kast planteó que “el Estado no crea empleo ni riqueza. El Estado destruye. Quienes levantan Chile todos los días son los emprendedores, los trabajadores y las pequeñas empresas. Nosotros vamos a estar con ellos”.
Con el inicio de la universidad, los estudiantes se enfrentan a un proceso de ajuste significativo. Desde nuevos contextos, ideas, lugares, hasta nuevas relaciones humanas. Todo ello genera una serie de desafíos emocionales que pueden afectar su bienestar, especialmente aquellos que ingresan al primer año. Felipe Rodríguez, académico de la Escuela de Psicología PUCV, destacó la importancia de cuidar la salud mental durante este período de adaptación y explicó cómo aplicar herramientas que ayudan a sobrellevar esta etapa de transición. Uno de los mayores desafíos emocionales que enfrentan los estudiantes de primer año es la organización de su tiempo. Lo primero es ajustarse a lo que significa una nueva dinámica. Ellos asumen desafíos como la organización del tiempo y el establecimiento de nuevas relaciones humanas, lo que puede ser abrumador al principio, señaló el académico. Además, muchos alumnos deben cambiar de residencia, mudándose a una nueva ciudad o región, lo cual implica un proceso de independencia y adaptación a un entorno desconocido. “Este cambio a menudo es una experiencia importante en la vida de los jóvenes, ya que, además de los estudios, deben enfrentarse a aspectos de autonomía personal y manejo de nuevas responsabilidades ”, agregó Rodríguez. Para gestionar este proceso de ajuste, el psicólogo recomienda a los estudiantes que establezcan nuevas rutinas claras pero flexibles, dividiendo adecuadamente el tiempo entre estudio, ocio, descanso y autocuidado. Es esencial tener espacios destinados al estudio y otros para el descanso, y sobre todo, cuidar la salud mental. El autocuidado debe ser una prioridad, es por ello que no deben dejar de lado sus actividades favoritas, sino que integrarlas a la rutina, enfatizó el psicólogo. Asimismo, el académico señaló que el establecimiento de redes de apoyo es clave. Es crucial desarrollar redes sociales con compañeros, profesores y el personal administrativo. Conocer a las personas, hacer actividades juntos y construir una comunidad de apoyo puede facilitar enormemente este proceso de adaptación. En ese sentido, Rodríguez puntualizó que “el descanso, el autocuidado y las relaciones sociales son claves para vivir de manera saludable esta nueva etapa universitaria”
Aunque no lo parezca, la Generación Z (que actualmente rondan el margen entre los 18 y los 25 años de edad) son el único grupo etario que están usando redes sociales significativamente menos que antes. Sus mayores, en cambio, se están volviendo cada vez más dependientes de las distintas plataformas. Por supuesto, tienen sus favoritas como TikTok y YouTube y siguen siendo quienes más utilizan estas plataformas, pero la tendencia general va a la baja mientras la de sus mayores van al alza. A este resultado llegó un estudio del Pew Research Center, tras analizar las tendencias de los usuarios desde 2005 al 2021, mientras que otras encuestas independientes, como la de Piper Sandler -una firma cuyo foco es servir de guía para inversores-, la Generación Z se está alejando cada vez más de casi todas las redes sociales, salvo de TikTok. Sí, tal vez por eso te hayas encontrado con más de algún joven diciendo que Facebook es una red para “viejos”. Así, en vez de prestar su atención -que es, básicamente, lo que se disputan estas plataformas- a Facebook, Instagram, X (ex-Twitter) o incluso WhatsApp, prefieren acudir a Discord para mensajería, a Twitch para transmisiones en vivo de distintos tipos de contenido, a BeReal para publicar breves actualizaciones personales cuando la plataforma lo requiere, y a Poparazzi para fotos con amigos. Una plataforma que se está salvando es YouTube, según el mismo centro Pew, el cual registró que la plataforma de videos es la más usada por los Gen-Z más jóvenes, de entre 13 y 17 años. Según Axios, mucho tiene que ver con la percepción de “toxicidad” que históricamente ha rondado en las redes sociales. De acuerdo con dicho sitio, ello habría llevado a que, por ejemplo, TikTok evite describirse como una y en vez de eso afirme ser una “plataforma de entretenimiento”, BeReal directamente que “no somos otra red social”, e incluso que Meta prefiera llamarse una compañía del “Metaverso”. Y Google no escapa de la tendencia tampoco, constata NBC. Según el vicepresidente senior Prabhakar Raghavan, dicha plataforma ha detectado que los jóvenes están acudiendo más a Instagram y TikTok que al buscador de Google para consultas de información, o incluso que a Maps para ubicaciones.
Aunque no lo digan abiertamente, muchos trabajadores —especialmente jóvenes— están pensando en renunciar este año; otros ya lo hicieron. Así lo demuestran distintos estudios que plantean que desde la pandemia han aumentado las cifras de quienes dejan sus empleos voluntariamente en el mundo y Chile no está tan ajeno a esa realidad. Un sondeo de la firma EY, reveló que uno de cada tres empleados chilenos piensa en renunciar a su trabajo en 2025, una cifra alta aunque menor que el resto de Latinoamérica. Asimismo, las investigaciones del Radar del Mercado Laboral de Buk muestran que las renuncias vienen en aumento desde agosto del año pasado y que estas superan a los despidos en Chile. Pero, ¿qué está pasando? Acaso, ¿la gente ya no quiere trabajar? La verdad es mucho más profunda que eso. Mal ambiente laboral, agotamiento crónico y falta de reconocimiento entre las causas Aunque no se puede hablar de una realidad generalizada o superpronunciada -en comparación con países como Estados Unidos, donde ya se habla del fenómeno de “La Gran Renuncia”- lo cierto es que ocurre más que antes. “El aumento de renuncias voluntarias responde a un cambio profundo en la manera en que las personas valoran su trabajo y su bienestar. A diferencia de décadas anteriores, hoy los trabajadores priorizan su salud mental, el equilibrio entre vida personal y profesional, y la búsqueda de propósito”, señaló a BioBioChile, la psicóloga laboral Cristina Pérez De Cian, quien es jefa del Área de Candidatos de la empresa de recursos humanos Adecco Chile. La profesional indicó que el trabajo ya no se percibe solo como una fuente de ingresos, sino como un componente clave del proyecto de vida, “algo que igualmente ha sido sobre todo impulsado por las nuevas generaciones y que ha sido adoptado por una gran parte de la fuerza laboral”. Agotamiento crónico, falta de reconocimiento, desconexión con la cultura organizacional y entornos laborales tóxicos son detonantes comunes de renuncias voluntarias, afirma Pérez de Cian. “Además, el auge del trabajo remoto y el acceso a más información sobre oportunidades laborales han empoderado a las personas a tomar decisiones más alineadas con sus valores y aspiraciones, y a buscar otros rumbos. A esto se suma la pandemia que actuó como catalizador, generando una reflexión colectiva sobre las prioridades personales y profesionales, y en muchos casos, acelerando decisiones de cambio que venían postergadas”, expresó la especialista. No es flojera: es agotamiento emocional Contrario a la caricatura de que “nadie quiere trabajar”, los datos muestran otra cosa: las personas quieren trabajar, pero de otra manera. Con mejores condiciones, posibilidad de crecimiento y más propósito. El fenómeno afecta con especial fuerza a los millennials y a la Generación Z, quienes son más propensos a priorizar la salud mental, el equilibrio vida-trabajo y la flexibilidad. “Para estas generaciones, el trabajo debe tener sentido, ofrecer oportunidades de desarrollo rápido y estar alineado con sus valores personales, como la diversidad, la inclusión y el impacto social. No le tienen miedo al cambio ni ven en la estabilidad laboral un valor absoluto”, expresó la psicóloga laboral Cristina Pérez De Cian. “Por eso, si no encuentran espacios donde se sientan escuchados, respetados y puedan crecer, están dispuestos a buscar nuevas opciones sin esperar años. También valoran entornos colaborativos, líderes empáticos y culturas laborales que promuevan el bienestar, la flexibilidad y el aprendizaje continuo”, añadió. Por otro lado, la especialista explicó que las generaciones mayores (baby Boomers y gen X) tienden a mostrar mayor tolerancia a la frustración laboral y prefieren agotar todas las vías internas antes de considerar una renuncia. “Están más habituadas a jerarquías rígidas y a priorizar la estabilidad del hoy sobre el bienestar subjetivo del mañana”, indicó. En cambio, los millennials y la generación Z no solo son más sensibles a los entornos hostiles, sino que también se sienten con el derecho –y la responsabilidad– de exigir cambios cuando algo no funciona. “Lo hacen con mayor rapidez y de forma más directa. Están menos dispuestos a ‘esperar que las cosas cambien’ si no perciben señales claras de transformación. Además, estas generaciones valoran mucho la retroalimentación constante, el desarrollo profesional y la posibilidad de opinar sobre las decisiones que afectan su trabajo. Cuando estas necesidades no se ven satisfechas, su permanencia en la organización se vuelve insostenible”, aseguró. Uno de los factores importantes en este cambio de mentalidad fue la pandemia, ya que actuó como catalizador de un malestar que ya existía: sueldos que no alcanzan, jefaturas desconectadas y una cultura laboral que muchas veces exige más de lo que entrega. Las señales de que un trabajador quiere renunciar aunque no lo diga Cristina Pérez afirma que existen varios indicadores que pueden anticipar una posible renuncia voluntaria, incluso antes de que el trabajador lo exprese formalmente. Puede observarse una baja en el nivel de compromiso que puede manifestarse, por ejemplo, en que “disminuye su participación activa en reuniones o reduce su interacción con el equipo; cambios de actitud o ánimo, lo cual se evidencia en que el trabajador puede volverse más distante, apático o mostrar signos de frustración frecuentes; disminución del rendimiento sin razones aparentes, donde su productividad cae o entrega resultados por debajo de los esperados”. También podría manifestarse como alguien que de repente pone su foco más en el ‘afuera’, “donde se puede ver que la persona menciona con frecuencia otras oportunidades, empresas o experiencias laborales positivas de terceros, y una negativa a proyectos a largo plazo que impliquen permanencia futura”. “Identificar estas señales requiere de líderes atentos y conversaciones periódicas de seguimiento, donde se genere un espacio de confianza para que el colaborador exprese cómo se siente”, enfatizó. El rol de los jefes El liderazgo es probablemente el factor más decisivo en la retención del talento, dice la psicóloga laboral Pérez de Cian. “Un buen líder puede convertir un entorno laboral difícil en un espacio de contención, crecimiento y motivación. Por el contrario, un liderazgo autoritario, ausente o poco empático puede empujar incluso a los mejores talentos a buscar nuevos horizontes”, sentenció. En este sentido, es fundamental que los líderes de hoy desarrollen habilidades blandas como la escucha activa, la inteligencia emocional y la capacidad de generar conversaciones significativas. “También deben aprender a liderar equipos diversos, intergeneracionales y en muchos casos, híbridos. Un liderazgo cercano, humano y coherente con los valores organizacionales no solo disminuye las renuncias, sino que incrementa el compromiso y la productividad”. Algunas estrategias para retener talento según la profesional, son: Flexibilidad laboral real: no se trata solo de ofrecer teletrabajo, sino de permitir modelos adaptados a las necesidades individuales y equipos autogestionados. Planes de desarrollo claros: los empleados deben saber que pueden crecer dentro de la organización. Esto implica formación continua, mentorías y rutas de carrera realmente visibles. Cultura de bienestar: promover activamente el equilibrio vida-trabajo, el autocuidado y la prevención del burnout. Liderazgo consciente: formar líderes capaces de inspirar, contener y desarrollar a sus equipos. Reconocimiento y propósito: valorar los logros de forma auténtica y mostrar cómo el trabajo diario aporta a un propósito mayor que trascienda lo económico. Espacios de participación : invitar a los colaboradores a cocrear soluciones, opinar sobre decisiones y construir el futuro de la empresa. “El talento de hoy no se retiene con promesas vacías ni con beneficios aislados. Se queda donde se siente escuchado, valorado y genuinamente considerado parte de un propósito compartido”, afirmó la profesional. Pérez de Cian finaliza señalando que el desafío para las organizaciones no es solo evitar que las personas se vayan, sino preguntarse seriamente: ¿qué estamos haciendo para que quieran quedarse?
En los últimos 10 años, la obtención de licencias de conducir entre jóvenes de entre 17 y 29 años ha descendido en 30% según información del Instituto Nacional de Estadísticas INE. Dentro de las razones por la que la que la generación Z está perdiendo el interés en manejar está la proliferación de alternativas de movilización como apps de transportes, el alto precio de obtención de un vehículo, así como el alza sostenida del precio de los combustibles y el pago por el uso de autopistas. La comodidad que antes sólo entregaba moverse en auto hoy puede reemplazarse con alternativas como Uber, Cabify o incluso la posibilidad del arriendo de un scooter eléctrico, el que no necesita de una licencia para poder ser utilizado. Según detalló una nota al respecto publicada en La Tercera, en el caso de las plataformas de movilidad en Chile, según el estudio del Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la UC, en mayo de 2024 casi 3,4 millones de personas realizaron al menos un viaje en alguna de ellas, un aumento de un 19% en un año (550 mil usuarios adicionales). El costo también es un factor para no conducir Otro elemento que incide en la baja de jóvenes al volante, tienen que ver con los altos costos de comprar y, sobretodo, mantener un vehículo. costos de comprar y mantener un auto, incluyendo además seguro, permiso de circulación y la revisión técnica. Según expuso el citado medio, la Cámara de Comercio Automotriz indicó en el último estudio global de consumidores automotrices 2024 que la situación económica actual afecta directamente a los compradores jóvenes. Sostienen que ante el panorama económico, “un número significativo de consumidores más jóvenes -en muchos mercados- están al menos en cierta medida interesados en renunciar por completo a la propiedad de un vehículo”. Otro de los factores que inciden en la decisión de los más jóvenes de no manejar es la experiencia detrás del volante. El estrés de enfrentarse al tráfico, las bocinas, los conductores y peatones, ha dado paso a que entreguen el control del auto, eligiendo otras alternativas para movilizarse.
En el marco del Día del Trabajo, el precandidato presidencial del Partido Republicano, José Antonio Kast, presentó el “Plan M&M: Más y mejores empleos para Chile”, una agenda centrada en la libertad, la flexibilidad y la dignidad laboral. “Hoy en Chile hay más de 860 mil personas sin trabajo. Las más afectadas son las mujeres, los jóvenes y los adultos mayores. Estamos trabajando menos de lo que podemos y en peores condiciones”, apuntó Kast. En esa línea, señaló que “eso no es responsabilidad de los trabajadores, es responsabilidad de un Estado que ha fracasado como colaborador en la generación de las condiciones para que la economía crezca y genere empleo”. El exdiputado aseguró que el intervencionismo estatal y las políticas asistencialistas han destruido el mercado laboral y las oportunidades para millones de chilenos. Por ello, propuso una transformación al sistema bajo cinco principios: más oportunidades, más flexibilidad, más formalidad, más tecnología y más libertad. “Chile necesita más trabajo y mejor trabajo. Necesita volver a crecer, volver a confiar, y volver a premiar el esfuerzo. Esa es la misión de los primeros trazos del Plan Más y Mejor Trabajo”, afirmó. Revisa las propuestas iniciales del Plan M&M a continuación: 1. Indemnización a todo evento con cuenta individual : sistema moderno y voluntario, como alternativa al existente, que permite pactar entre trabajadores y empleadores, con fondos que se acumulan en cuentas personales. Esta medida busca reducir la judicialización y dar más certezas para la contratación. 2. Flexibilización laboral real : Impulso a modalidades modernas como trabajo remoto, contratos por hora, y adaptaciones que beneficien a estudiantes, cuidadores, madres y adultos mayores. Todo con base en acuerdos individuales. 3. Reforma profunda de la Dirección del Trabajo : Kast propone eliminar el -supuesto- sesgo ideológico en la fiscalización laboral, digitalizar completamente los procesos y enfocar la acción en seguridad, higiene y previsión, no en formalismos. 4. Defensa de los ahorros previsionales : El Plan plantea eliminar el préstamo estatal obligatorio de la reforma previsional acordada por la izquierda y Chile Vamos, y asegurar que el 100% de las cotizaciones lleguen a la cuenta individual del trabajador. Así, finalmente, Kast planteó que “el Estado no crea empleo ni riqueza. El Estado destruye. Quienes levantan Chile todos los días son los emprendedores, los trabajadores y las pequeñas empresas. Nosotros vamos a estar con ellos”.
Con el inicio de la universidad, los estudiantes se enfrentan a un proceso de ajuste significativo. Desde nuevos contextos, ideas, lugares, hasta nuevas relaciones humanas. Todo ello genera una serie de desafíos emocionales que pueden afectar su bienestar, especialmente aquellos que ingresan al primer año. Felipe Rodríguez, académico de la Escuela de Psicología PUCV, destacó la importancia de cuidar la salud mental durante este período de adaptación y explicó cómo aplicar herramientas que ayudan a sobrellevar esta etapa de transición. Uno de los mayores desafíos emocionales que enfrentan los estudiantes de primer año es la organización de su tiempo. Lo primero es ajustarse a lo que significa una nueva dinámica. Ellos asumen desafíos como la organización del tiempo y el establecimiento de nuevas relaciones humanas, lo que puede ser abrumador al principio, señaló el académico. Además, muchos alumnos deben cambiar de residencia, mudándose a una nueva ciudad o región, lo cual implica un proceso de independencia y adaptación a un entorno desconocido. “Este cambio a menudo es una experiencia importante en la vida de los jóvenes, ya que, además de los estudios, deben enfrentarse a aspectos de autonomía personal y manejo de nuevas responsabilidades ”, agregó Rodríguez. Para gestionar este proceso de ajuste, el psicólogo recomienda a los estudiantes que establezcan nuevas rutinas claras pero flexibles, dividiendo adecuadamente el tiempo entre estudio, ocio, descanso y autocuidado. Es esencial tener espacios destinados al estudio y otros para el descanso, y sobre todo, cuidar la salud mental. El autocuidado debe ser una prioridad, es por ello que no deben dejar de lado sus actividades favoritas, sino que integrarlas a la rutina, enfatizó el psicólogo. Asimismo, el académico señaló que el establecimiento de redes de apoyo es clave. Es crucial desarrollar redes sociales con compañeros, profesores y el personal administrativo. Conocer a las personas, hacer actividades juntos y construir una comunidad de apoyo puede facilitar enormemente este proceso de adaptación. En ese sentido, Rodríguez puntualizó que “el descanso, el autocuidado y las relaciones sociales son claves para vivir de manera saludable esta nueva etapa universitaria”
Aunque no lo parezca, la Generación Z (que actualmente rondan el margen entre los 18 y los 25 años de edad) son el único grupo etario que están usando redes sociales significativamente menos que antes. Sus mayores, en cambio, se están volviendo cada vez más dependientes de las distintas plataformas. Por supuesto, tienen sus favoritas como TikTok y YouTube y siguen siendo quienes más utilizan estas plataformas, pero la tendencia general va a la baja mientras la de sus mayores van al alza. A este resultado llegó un estudio del Pew Research Center, tras analizar las tendencias de los usuarios desde 2005 al 2021, mientras que otras encuestas independientes, como la de Piper Sandler -una firma cuyo foco es servir de guía para inversores-, la Generación Z se está alejando cada vez más de casi todas las redes sociales, salvo de TikTok. Sí, tal vez por eso te hayas encontrado con más de algún joven diciendo que Facebook es una red para “viejos”. Así, en vez de prestar su atención -que es, básicamente, lo que se disputan estas plataformas- a Facebook, Instagram, X (ex-Twitter) o incluso WhatsApp, prefieren acudir a Discord para mensajería, a Twitch para transmisiones en vivo de distintos tipos de contenido, a BeReal para publicar breves actualizaciones personales cuando la plataforma lo requiere, y a Poparazzi para fotos con amigos. Una plataforma que se está salvando es YouTube, según el mismo centro Pew, el cual registró que la plataforma de videos es la más usada por los Gen-Z más jóvenes, de entre 13 y 17 años. Según Axios, mucho tiene que ver con la percepción de “toxicidad” que históricamente ha rondado en las redes sociales. De acuerdo con dicho sitio, ello habría llevado a que, por ejemplo, TikTok evite describirse como una y en vez de eso afirme ser una “plataforma de entretenimiento”, BeReal directamente que “no somos otra red social”, e incluso que Meta prefiera llamarse una compañía del “Metaverso”. Y Google no escapa de la tendencia tampoco, constata NBC. Según el vicepresidente senior Prabhakar Raghavan, dicha plataforma ha detectado que los jóvenes están acudiendo más a Instagram y TikTok que al buscador de Google para consultas de información, o incluso que a Maps para ubicaciones.