Las personas que compensan las horas de sueño perdidas durante la semana durmiendo más los fines de semana podrían estar reduciendo significativamente su riesgo de enfermedades cardíacas, según un nuevo estudio presentado en la reunión de la Sociedad Europea de Cardiología. Según reportó The Guardian, los investigadores analizaron datos de 90,903 adultos que participaron en el proyecto UK Biobank, descubriendo que aquellos que dormían más durante los fines de semana tenían un 19% menos de probabilidades de desarrollar problemas cardíacos. El estudio se centró en 19,816 personas consideradas privadas de sueño y siguió su salud durante un período de 14 años. Los resultados mostraron que las personas que dormían entre 1.28 y 16.06 horas adicionales los fines de semana presentaban un riesgo significativamente menor de enfermedades cardíacas en comparación con aquellos que dormían menos. Además, un subgrupo que experimentaba privación de sueño a diario mostró una reducción del 20% en el riesgo de enfermedades cardíacas al dormir más horas los fines de semana. El profesor Yanjun Song, autor principal del estudio, destacó que “dormir lo suficiente como compensación está vinculado a un menor riesgo de enfermedades cardíacas”. Aunque dormir hasta tarde los fines de semana no reemplaza una rutina de sueño saludable, el profesor James Leiper, de la Fundación Británica del Corazón, subrayó que estos hallazgos refuerzan la necesidad de dormir al menos siete horas cada noche para mantener un corazón saludable. Este estudio es un recordatorio crucial de la importancia del sueño en nuestro bienestar general y la salud cardíaca.
Ahora, un estudio, realizado en el Reino Unido y publicado el 11.07.2024 en la revista BMJ Public Health, ha descubierto que el cronotipo puede influir en las capacidades cognitivas generales de una persona. En particular, las personas trasnochadoras obtienen mejores resultados cognitivos que las madrugadoras. El estudio analizó los datos de más de 26.000 personas tras una serie de pruebas cognitivas, cuyo objetivo era averiguar cómo diferentes aspectos del sueño -como la duración, los patrones y la calidad- podían afectar la agudeza mental y la capacidad cognitiva en general. ¿Qué significa para el cerebro trasnochar? Los investigadores descubrieron que dormir entre siete y nueve horas por noche es lo óptimo para una buena función cerebral, pero que el cronotipo de una persona también tiene un impacto en ella. “Los adultos que son naturalmente más activos de noche tienden a obtener mejores resultados en las pruebas cognitivas que los que son madrugadores ”, señala la autora principal, Raha West, del Imperial College de Londres (Reino Unido), en un comunicado de prensa. “Más que ser meras preferencias personales, estos cronotipos podrían influir en nuestra función cognitiva”, añade. Pero eso no significa que todas las personas madrugadoras tengan un peor rendimiento cognitivo. “Los hallazgos reflejan una tendencia generalizada en la que la mayoría de quienes prefieren estar activos en las horas nocturnas pueden llegar a tener una mejor cognición“, indica West. La ciencia de los cronotipos del sueño Los cronotipos no son permanentes, ya que pueden cambiar a lo largo de la vida. “Los niños tienden a ser matutinos, los adolescentes y los adultos jóvenes se inclinan más por las tareas realizadas de noche, y los adultos mayores vuelven a ser matutinos”, explica Feifei Wang, experta del sueño de la Universidad Eötvös Loránd de Budapest (Hungría). “Una combinación de factores genéticos, hormonales, ambientales y de estilo de vida determina si una persona es más activa por la mañana o por la noche, y estos factores interactúan para dar forma al cronotipo de un individuo”, dijo Wang, que no participó en el reciente estudio. Los cronotipos están relacionados, en parte, con las diferencias en nuestros ritmos circadianos, es decir, el reloj biológico del cuerpo, el cual dirige funciones esenciales como el sueño y el metabolismo. Los genes que intervienen en el ritmo circadiano de una persona son los denominados “CLOCK”, “PER” y “CRY” y tienen un fuerte impacto en el cronotipo. “Influyen en si una persona es de tipo matutino o vespertino”, explica Wang. Dormir bien es importante Ignacio Estevan, experto del sueño de la Universidad de la República Oriental del Uruguay, en Montevideo, ha investigado la asociación entre los cronotipos y las notas escolares, identificando que el rendimiento de los “búhos” y las “alondras” dependía del momento del día en que se les realizaba la prueba para su estudio. “Descubrimos que, en el turno de mañana, los cronotipos tardíos tenían peor rendimiento académico en comparación con los tempraneros, y que eso no era así en el turno tarde”, explica Estevan a DW. Y señala que su estudio demuestra que los horarios de inicio de las clases influyen en el rendimiento académico de los niños. En general, no obstante, el rendimiento en los exámenes y la performance cognitiva dependen de la calidad del sueño, indica Estevan. Los estudios suelen demostrar que las personas que duermen más tiempo obtienen, en general, mejores resultados en los exámenes.
La mayor parte de lo que te sucede todos los días desaparece sin dejar rastro. Pero un estudio reciente dirigido por un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos) ha identificado un mecanismo a través del que el cerebro selecciona ciertos recuerdos para que se vuelvan permanentes y la forma en la que lo hace. La importancia del sueño Sabemos desde hace algún tiempo que durante el sueño, el cerebro pasa por una especie de limpieza de recuerdos, durante la que los pensamientos recopilados durante ese día se convierten en recuerdos a largo plazo o se descartan aunque hasta hace poco, los científicos no entendían el mecanismo por el que el cerebro elige qué conservar y qué no. Ahora, en la reciente investigación publicada en la revista Science, los investigadores han demostrado por primera vez que durante el día el cerebro pasa por una serie de pasos en un esfuerzo por etiquetar ciertos recuerdos para almacenarlos posteriormente por la noche cuando el cerebro está inactivo. El sueño los vuelve permanentes El estudio gira en torno a las neuronas que se activan (o provocan cambios en el equilibrio de sus cargas positivas y negativas) para transmitir señales eléctricas que codifican recuerdos. Resulta que grupos extensos de neuronas en una región del cerebro conocida como el hipocampo disparan en ciclos rítmicos sincronizados, generando secuencias de señales en milisegundos que pueden codificar información compleja (como la formación de recuerdos detallados y permanentes). Son una especie de “gritos” cerebrales que representan la activación casi simultánea del 15% de las neuronas del hipocampo. Los investigadores descubrieron que, durante el sueño, si un acontecimiento iba seguido de muy pocas o ninguna de estas ondas agudas o “gritos”, los recuerdos no pasaban a solidificarse, sino que se desvanecían, se olvidaban. Sin embargo, todos aquellos eventos diurnos que iban seguidos de entre 5 y 20 ondas agudas acababan consolidándose como recuerdos permanentes. Según los expertos, las ondas agudas ocurren con menos frecuencia durante el día, pero por la noche pueden darse entre 2.000 y 4.000 ondas agudas, lo que hace que el cerebro condense su colección de recuerdos. Parece que nuestro cerebro etiqueta de forma natural las experiencias de vigilia y se reactivan dichas etiquetas neuronales durante el sueño. En el caso de los recuerdos que pasan a ser permanentes, este grupo importante de células cerebrales, reproducen el evento grabado miles de veces por noche lo que fortalece las conexiones entre las neuronas involucradas. Experimento con ratones Para llegar a estas conclusiones, los investigadores realizaron varios experimentos con ratones. Permitieron a los roedores recorrer un laberinto varias veces mientras observaban la actividad cerebral durante el proceso. Descubrieron que cuando los ratones descansaban bebiendo agua azucarada, era cuando ocurrían las ondas agudas. Cuanto más tiempo pasaban los roedores junto al bebedero, más ondas agudas se generaban en el cerebro. Después, cuando los animales dormían y experimentaban múltiples ondas agudas durante la noche, el recorrido del laberinto que repetían al día siguiente era el que habían realizado justo antes de su descanso junto al bebedero. ¿Por qué no lo recordamos todo? ¿Que por qué no lo recordamos absolutamente todo? No es eficiente. Construir una nueva memoria tiene un costo fisiológico porque el cerebro utiliza del 20% al 25% de su suministro diario de energía. Utiliza aproximadamente la misma cantidad de energía por hora independientemente de lo que esté haciendo. Por eso no recordarás muchas de las personas con las que te cruzas a diario cuando pasas junto a ellas, o incluso las palabras concretas que te dijo tu madre el día anterior mientras tomábas un café por la tarde tranquilamente. Recuerda que cuanto más tiempo estás haciendo algo, más energía asigna el cerebro a esa tarea. Eso sí, sólo porque no recuerdes haber hecho algo o el nombre de alguna persona en concreto, no significa que no haya tenido impacto en ninguno de tus sistemas de memoria. Podemos no recordar una situación particular y aún así haber influido en nuestra capacidad para llevar a cabo una tarea o afectado a nuestro conocimiento del mundo.
Un estudio reciente presentado en la reunión anual SLEEP 2024 descubrió que un sueño saludable puede tener un impacto positivo significativo en la gratitud, la resiliencia y el florecimiento en adultos. El estudio, liderado por Michael Scullin, profesor asociado de psicología y neurociencia en la Universidad de Baylor, mostró que las personas que ajustaron sus horarios para dormir más temprano y extendieron su tiempo de sueño en promedio 46 minutos por noche experimentaron mejoras en su estado de ánimo y bienestar general. En contraste, aquellos con horarios de dormir más tardíos, que redujeron su sueño en promedio 37 minutos por noche, vieron un empeoramiento en estas áreas. El estudio incluyó a 90 adultos divididos aleatoriamente en tres grupos: aquellos con horarios de dormir tardíos, aquellos con horarios de dormir tempranos y aquellos con horarios de sueño normales durante una semana laboral. Utilizando la actigrafía para monitorear el sueño, los investigadores observaron cambios significativos en los sentimientos de florecimiento, resiliencia y gratitud. Los resultados mostraron que los participantes con sueño extendido no solo mejoraron en estas áreas, sino que también escribieron el doble en sus listas de gratitud en comparación con los otros grupos. Este aumento en el sueño parece promover una mayor gratitud y paciencia, elementos clave para el bienestar y los comportamientos prosociales. El estudio fue apoyado por la Universidad de Baylor, la Fundación Nacional de Ciencias y la Fundación John Templeton.
Independientemente de la causa del insomnio e incluso de si no han aparecido posibles alteraciones del sueño, es importante poner en práctica las llamadas medidas higiénicas del sueño. Mantener horarios regulares y establecer rutinas diarias, tanto a la hora de acostarse como de levantarse para que el cuerpo se acostumbre a un ritmo adecuado de sueño-vigilia. Realizar ejercicio suave durante el día, preferentemente al mediodía o a media tarde, ayuda a la relajación necesaria antes del sueño. Actividades como: andar, nadar tranquilamente, pasear en bicicleta e incluso deportes más activos que ayuden a conciliar mejor el sueño. Reducir o suprimir la cafeína, así como evitar infusiones. La cafeína no sólo atrasa la llegada del sueño, sino que también provoca numerosos despertares nocturnos e impide dormir bien. Por ello se debe evitar tomar café, té, cacao, u otras sustancias estimulantes del sistema nervioso central antes de acostarse. Evitar las infusiones no por ser perjudiciales sino porque ingerir líquidos incrementa los despertares por la necesidad de ir al baño. Cena como mínimo dos horas antes de acostarse y ésta no debe ser copiosa. Las digestiones pesadas dificultan el sueño, además de evitar o limitar el alcohol ya que dificulta dormir profundamente. Cuidado con la televisión y radio. No tiene porqué ser un problema, sin embargo en algunos casos pueden considerarse distractores para conciliar el sueño provocando así insomnio. No descuide las condiciones ambientales. Es aconsejable que la habitación donde duerma le resulte acogedora: la luz, la cama, la temperatura y el ruido, ya que condicionan su descanso. La cama para dormir. En las ocasiones que se encuentran dificultades para conciliar el sueño es fundamental levantarse e ir a otro lugar de la casa para ver una revista o un libro que ya hayamos visto muchas veces, es decir, una actividad que resulte “aburrida” para favorecer la sensación de cansancio y volver a acostarnos. Es importante no dar vueltas en la cama, por lo que repetiremos la operación tantas veces como nos haga falta. Aunque es incómoda, es una técnica muy útil en el insomnio aprendido o de tipo psicofisiológico. Pasados unos días las veces en que es necesario levantarse y los despertares van disminuyendo hasta que se logra no levantarse en toda la noche. No se esfuerce en dormir. Las personas que padecen insomnio suelen estar muy preocupadas por su problema y, lo que es peor, se presionan para dormir “Tengo que dormirme como sea”, pero cuanto más se esfuerzan más nerviosos se ponen y menos éxito tienen, sin embargo se quedan dormidos cuando están haciendo otras actividades (ver TV, leer), el motivo es que se despreocupan de quedarse dormidos y esa falta de preocupación hace que se duerman. Aparcando los problemas y olvidarse del reloj. Para poder conciliar el sueño hay que saber “aparcar problemas”, para ello están las técnicas de relajación y las técnicas cognitivas (de manejo de pensamientos). Además, un aspecto importante es no mirar la hora una vez que nos hemos acostado, ya que nos puede generar mayor angustia.
Las personas que compensan las horas de sueño perdidas durante la semana durmiendo más los fines de semana podrían estar reduciendo significativamente su riesgo de enfermedades cardíacas, según un nuevo estudio presentado en la reunión de la Sociedad Europea de Cardiología. Según reportó The Guardian, los investigadores analizaron datos de 90,903 adultos que participaron en el proyecto UK Biobank, descubriendo que aquellos que dormían más durante los fines de semana tenían un 19% menos de probabilidades de desarrollar problemas cardíacos. El estudio se centró en 19,816 personas consideradas privadas de sueño y siguió su salud durante un período de 14 años. Los resultados mostraron que las personas que dormían entre 1.28 y 16.06 horas adicionales los fines de semana presentaban un riesgo significativamente menor de enfermedades cardíacas en comparación con aquellos que dormían menos. Además, un subgrupo que experimentaba privación de sueño a diario mostró una reducción del 20% en el riesgo de enfermedades cardíacas al dormir más horas los fines de semana. El profesor Yanjun Song, autor principal del estudio, destacó que “dormir lo suficiente como compensación está vinculado a un menor riesgo de enfermedades cardíacas”. Aunque dormir hasta tarde los fines de semana no reemplaza una rutina de sueño saludable, el profesor James Leiper, de la Fundación Británica del Corazón, subrayó que estos hallazgos refuerzan la necesidad de dormir al menos siete horas cada noche para mantener un corazón saludable. Este estudio es un recordatorio crucial de la importancia del sueño en nuestro bienestar general y la salud cardíaca.
Ahora, un estudio, realizado en el Reino Unido y publicado el 11.07.2024 en la revista BMJ Public Health, ha descubierto que el cronotipo puede influir en las capacidades cognitivas generales de una persona. En particular, las personas trasnochadoras obtienen mejores resultados cognitivos que las madrugadoras. El estudio analizó los datos de más de 26.000 personas tras una serie de pruebas cognitivas, cuyo objetivo era averiguar cómo diferentes aspectos del sueño -como la duración, los patrones y la calidad- podían afectar la agudeza mental y la capacidad cognitiva en general. ¿Qué significa para el cerebro trasnochar? Los investigadores descubrieron que dormir entre siete y nueve horas por noche es lo óptimo para una buena función cerebral, pero que el cronotipo de una persona también tiene un impacto en ella. “Los adultos que son naturalmente más activos de noche tienden a obtener mejores resultados en las pruebas cognitivas que los que son madrugadores ”, señala la autora principal, Raha West, del Imperial College de Londres (Reino Unido), en un comunicado de prensa. “Más que ser meras preferencias personales, estos cronotipos podrían influir en nuestra función cognitiva”, añade. Pero eso no significa que todas las personas madrugadoras tengan un peor rendimiento cognitivo. “Los hallazgos reflejan una tendencia generalizada en la que la mayoría de quienes prefieren estar activos en las horas nocturnas pueden llegar a tener una mejor cognición“, indica West. La ciencia de los cronotipos del sueño Los cronotipos no son permanentes, ya que pueden cambiar a lo largo de la vida. “Los niños tienden a ser matutinos, los adolescentes y los adultos jóvenes se inclinan más por las tareas realizadas de noche, y los adultos mayores vuelven a ser matutinos”, explica Feifei Wang, experta del sueño de la Universidad Eötvös Loránd de Budapest (Hungría). “Una combinación de factores genéticos, hormonales, ambientales y de estilo de vida determina si una persona es más activa por la mañana o por la noche, y estos factores interactúan para dar forma al cronotipo de un individuo”, dijo Wang, que no participó en el reciente estudio. Los cronotipos están relacionados, en parte, con las diferencias en nuestros ritmos circadianos, es decir, el reloj biológico del cuerpo, el cual dirige funciones esenciales como el sueño y el metabolismo. Los genes que intervienen en el ritmo circadiano de una persona son los denominados “CLOCK”, “PER” y “CRY” y tienen un fuerte impacto en el cronotipo. “Influyen en si una persona es de tipo matutino o vespertino”, explica Wang. Dormir bien es importante Ignacio Estevan, experto del sueño de la Universidad de la República Oriental del Uruguay, en Montevideo, ha investigado la asociación entre los cronotipos y las notas escolares, identificando que el rendimiento de los “búhos” y las “alondras” dependía del momento del día en que se les realizaba la prueba para su estudio. “Descubrimos que, en el turno de mañana, los cronotipos tardíos tenían peor rendimiento académico en comparación con los tempraneros, y que eso no era así en el turno tarde”, explica Estevan a DW. Y señala que su estudio demuestra que los horarios de inicio de las clases influyen en el rendimiento académico de los niños. En general, no obstante, el rendimiento en los exámenes y la performance cognitiva dependen de la calidad del sueño, indica Estevan. Los estudios suelen demostrar que las personas que duermen más tiempo obtienen, en general, mejores resultados en los exámenes.
La mayor parte de lo que te sucede todos los días desaparece sin dejar rastro. Pero un estudio reciente dirigido por un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos) ha identificado un mecanismo a través del que el cerebro selecciona ciertos recuerdos para que se vuelvan permanentes y la forma en la que lo hace. La importancia del sueño Sabemos desde hace algún tiempo que durante el sueño, el cerebro pasa por una especie de limpieza de recuerdos, durante la que los pensamientos recopilados durante ese día se convierten en recuerdos a largo plazo o se descartan aunque hasta hace poco, los científicos no entendían el mecanismo por el que el cerebro elige qué conservar y qué no. Ahora, en la reciente investigación publicada en la revista Science, los investigadores han demostrado por primera vez que durante el día el cerebro pasa por una serie de pasos en un esfuerzo por etiquetar ciertos recuerdos para almacenarlos posteriormente por la noche cuando el cerebro está inactivo. El sueño los vuelve permanentes El estudio gira en torno a las neuronas que se activan (o provocan cambios en el equilibrio de sus cargas positivas y negativas) para transmitir señales eléctricas que codifican recuerdos. Resulta que grupos extensos de neuronas en una región del cerebro conocida como el hipocampo disparan en ciclos rítmicos sincronizados, generando secuencias de señales en milisegundos que pueden codificar información compleja (como la formación de recuerdos detallados y permanentes). Son una especie de “gritos” cerebrales que representan la activación casi simultánea del 15% de las neuronas del hipocampo. Los investigadores descubrieron que, durante el sueño, si un acontecimiento iba seguido de muy pocas o ninguna de estas ondas agudas o “gritos”, los recuerdos no pasaban a solidificarse, sino que se desvanecían, se olvidaban. Sin embargo, todos aquellos eventos diurnos que iban seguidos de entre 5 y 20 ondas agudas acababan consolidándose como recuerdos permanentes. Según los expertos, las ondas agudas ocurren con menos frecuencia durante el día, pero por la noche pueden darse entre 2.000 y 4.000 ondas agudas, lo que hace que el cerebro condense su colección de recuerdos. Parece que nuestro cerebro etiqueta de forma natural las experiencias de vigilia y se reactivan dichas etiquetas neuronales durante el sueño. En el caso de los recuerdos que pasan a ser permanentes, este grupo importante de células cerebrales, reproducen el evento grabado miles de veces por noche lo que fortalece las conexiones entre las neuronas involucradas. Experimento con ratones Para llegar a estas conclusiones, los investigadores realizaron varios experimentos con ratones. Permitieron a los roedores recorrer un laberinto varias veces mientras observaban la actividad cerebral durante el proceso. Descubrieron que cuando los ratones descansaban bebiendo agua azucarada, era cuando ocurrían las ondas agudas. Cuanto más tiempo pasaban los roedores junto al bebedero, más ondas agudas se generaban en el cerebro. Después, cuando los animales dormían y experimentaban múltiples ondas agudas durante la noche, el recorrido del laberinto que repetían al día siguiente era el que habían realizado justo antes de su descanso junto al bebedero. ¿Por qué no lo recordamos todo? ¿Que por qué no lo recordamos absolutamente todo? No es eficiente. Construir una nueva memoria tiene un costo fisiológico porque el cerebro utiliza del 20% al 25% de su suministro diario de energía. Utiliza aproximadamente la misma cantidad de energía por hora independientemente de lo que esté haciendo. Por eso no recordarás muchas de las personas con las que te cruzas a diario cuando pasas junto a ellas, o incluso las palabras concretas que te dijo tu madre el día anterior mientras tomábas un café por la tarde tranquilamente. Recuerda que cuanto más tiempo estás haciendo algo, más energía asigna el cerebro a esa tarea. Eso sí, sólo porque no recuerdes haber hecho algo o el nombre de alguna persona en concreto, no significa que no haya tenido impacto en ninguno de tus sistemas de memoria. Podemos no recordar una situación particular y aún así haber influido en nuestra capacidad para llevar a cabo una tarea o afectado a nuestro conocimiento del mundo.
Un estudio reciente presentado en la reunión anual SLEEP 2024 descubrió que un sueño saludable puede tener un impacto positivo significativo en la gratitud, la resiliencia y el florecimiento en adultos. El estudio, liderado por Michael Scullin, profesor asociado de psicología y neurociencia en la Universidad de Baylor, mostró que las personas que ajustaron sus horarios para dormir más temprano y extendieron su tiempo de sueño en promedio 46 minutos por noche experimentaron mejoras en su estado de ánimo y bienestar general. En contraste, aquellos con horarios de dormir más tardíos, que redujeron su sueño en promedio 37 minutos por noche, vieron un empeoramiento en estas áreas. El estudio incluyó a 90 adultos divididos aleatoriamente en tres grupos: aquellos con horarios de dormir tardíos, aquellos con horarios de dormir tempranos y aquellos con horarios de sueño normales durante una semana laboral. Utilizando la actigrafía para monitorear el sueño, los investigadores observaron cambios significativos en los sentimientos de florecimiento, resiliencia y gratitud. Los resultados mostraron que los participantes con sueño extendido no solo mejoraron en estas áreas, sino que también escribieron el doble en sus listas de gratitud en comparación con los otros grupos. Este aumento en el sueño parece promover una mayor gratitud y paciencia, elementos clave para el bienestar y los comportamientos prosociales. El estudio fue apoyado por la Universidad de Baylor, la Fundación Nacional de Ciencias y la Fundación John Templeton.
Independientemente de la causa del insomnio e incluso de si no han aparecido posibles alteraciones del sueño, es importante poner en práctica las llamadas medidas higiénicas del sueño. Mantener horarios regulares y establecer rutinas diarias, tanto a la hora de acostarse como de levantarse para que el cuerpo se acostumbre a un ritmo adecuado de sueño-vigilia. Realizar ejercicio suave durante el día, preferentemente al mediodía o a media tarde, ayuda a la relajación necesaria antes del sueño. Actividades como: andar, nadar tranquilamente, pasear en bicicleta e incluso deportes más activos que ayuden a conciliar mejor el sueño. Reducir o suprimir la cafeína, así como evitar infusiones. La cafeína no sólo atrasa la llegada del sueño, sino que también provoca numerosos despertares nocturnos e impide dormir bien. Por ello se debe evitar tomar café, té, cacao, u otras sustancias estimulantes del sistema nervioso central antes de acostarse. Evitar las infusiones no por ser perjudiciales sino porque ingerir líquidos incrementa los despertares por la necesidad de ir al baño. Cena como mínimo dos horas antes de acostarse y ésta no debe ser copiosa. Las digestiones pesadas dificultan el sueño, además de evitar o limitar el alcohol ya que dificulta dormir profundamente. Cuidado con la televisión y radio. No tiene porqué ser un problema, sin embargo en algunos casos pueden considerarse distractores para conciliar el sueño provocando así insomnio. No descuide las condiciones ambientales. Es aconsejable que la habitación donde duerma le resulte acogedora: la luz, la cama, la temperatura y el ruido, ya que condicionan su descanso. La cama para dormir. En las ocasiones que se encuentran dificultades para conciliar el sueño es fundamental levantarse e ir a otro lugar de la casa para ver una revista o un libro que ya hayamos visto muchas veces, es decir, una actividad que resulte “aburrida” para favorecer la sensación de cansancio y volver a acostarnos. Es importante no dar vueltas en la cama, por lo que repetiremos la operación tantas veces como nos haga falta. Aunque es incómoda, es una técnica muy útil en el insomnio aprendido o de tipo psicofisiológico. Pasados unos días las veces en que es necesario levantarse y los despertares van disminuyendo hasta que se logra no levantarse en toda la noche. No se esfuerce en dormir. Las personas que padecen insomnio suelen estar muy preocupadas por su problema y, lo que es peor, se presionan para dormir “Tengo que dormirme como sea”, pero cuanto más se esfuerzan más nerviosos se ponen y menos éxito tienen, sin embargo se quedan dormidos cuando están haciendo otras actividades (ver TV, leer), el motivo es que se despreocupan de quedarse dormidos y esa falta de preocupación hace que se duerman. Aparcando los problemas y olvidarse del reloj. Para poder conciliar el sueño hay que saber “aparcar problemas”, para ello están las técnicas de relajación y las técnicas cognitivas (de manejo de pensamientos). Además, un aspecto importante es no mirar la hora una vez que nos hemos acostado, ya que nos puede generar mayor angustia.