La relación entre tabaquismo y salud cerebral es un tema de constante investigación. Si bien hace décadas se estableció que fumar perjudica el cerebro —afectando la salud cardiovascular, dañando los vasos sanguíneos que suministran oxígeno y provocando inflamación crónica que destruye neuronas—, hasta ahora la evidencia sobre los beneficios a largo plazo de dejar de fumar en edades avanzadas era limitada. El estudio del University College de Londres (UCL), que analizó datos de casi 9.500 personas de 12 países, ha revelado que las capacidades cognitivas, como la memoria y la fluidez verbal, de quienes dejaron de fumar a partir de los 40 años disminuyeron significativamente menos que las de los fumadores en los seis años posteriores al abandono. Mejor fluidez verbal y calidad de la memoria Para llevar a cabo esta investigación, los autores analizaron datos de tres estudios en curso donde los participantes respondían a encuestas médicas cada dos años. Compararon información de más de 4.700 personas que dejaron de fumar con un número similar de individuos que continuaron haciéndolo. Todos los participantes eran mayores de 40 años, con una edad media de 58 años, y fueron emparejados por puntuaciones cognitivas iniciales, edad, sexo, nivel educativo y país de nacimiento. Durante los seis años previos a que el grupo de estudio dejara de fumar, las puntuaciones de deterioro cognitivo en pruebas de memoria y fluidez verbal disminuyeron a un ritmo similar en ambos grupos. Sin embargo, una vez que uno de los grupos abandonó el tabaco, las personas que dejaron de fumar experimentaron una tasa de deterioro de la fluidez verbal un 50% más lenta, en promedio, que quienes siguieron fumando. Adicionalmente, su pérdida de memoria fue un 20% inferior a la de los fumadores, es decir, quienes abandonaron el tabaco experimentaron entre tres y cuatro meses menos de deterioro de la memoria por cada año de envejecimiento y seis meses menos de deterioro de la fluidez verbal. Se confirman los beneficios a corto plazo Aunque el estudio es observacional, sus hallazgos son consistentes con investigaciones previas que ya sugerían mejoras en la salud cerebral a corto plazo al dejar de fumar. Ahora se confirma que estos beneficios se mantienen y se consolidan en el tiempo, incluso en personas que abandonan el hábito después de los 50 años. «Ya sabíamos que dejar de fumar, incluso en edades avanzadas, va acompañado de mejoras en la salud física y el bienestar. Con este estudio vemos que también ayuda a mantener una mejor salud cognitiva a largo plazo, por lo que nunca es demasiado tarde para dejarlo», afirma la investigadora del UCL, Mikaela Bloomberg.
Este viernes 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, instancia creada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que busca “crear conciencia sobre los problemas de salud mental, reducir el estigma y movilizar los esfuerzos globales para mejorar el acceso a los servicios de salud mental”. En ese contexto, se dieron a conocer durante la jornada los resultados de un sondeo realizado por Activa Research, sobre el estado de la salud mental en Chile. El estudio reveló que el 37% de los chilenos siente estrés de manera frecuente o muy frecuente. Al analizar por sexo, se observa que las mujeres son las más afectadas con un 48%, mientras que el 26% de los hombres señalan sentirlo. En cuanto al nivel de energía y cansancio, el 41% de los chilenos se siente con frecuencia falto de energía. Las mujeres reportan sentir esta emoción en mayor cantidad que los hombres, con un 49% frente a un 33%. Por grupos etarios, las personas entre 25 y 34 años son quienes más se sienten sin energía, con un 47%. Por otro lado, el 32% de los chilenos asegura haberse sentido triste, vacío o deprimido en los últimos 30 días. Nuevamente, las mujeres -en un 36%- son quienes más han experimentado este sentimiento, mientras que en los hombres la cifra es del 28%. En esa misma línea, el 24% de los entrevistados dijo haberse sentido solo frecuente o muy frecuentemente. Fuente: Publimetro
Un estudio, liderado por científicos del King’s College de Londres y publicado en la revista Nature Mental Health, reveló que la desigualdad social provoca cambios estructurales en el cerebro de los niños, lo que se traduce en una peor salud mental a medida que crecen. Esta investigación establece por primera vez una conexión directa entre la desigualdad a nivel social y las alteraciones en el cerebro en desarrollo, diferenciándose de estudios anteriores que solo se enfocaban en la riqueza individual. La Dra. Divyangana Rakesh, del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King’s College, subraya la relevancia de este hallazgo: «No se trata solo del ingreso familiar individual; se trata de cómo se distribuye el ingreso en la sociedad. Tanto los niños de familias ricas como los de familias de bajos ingresos mostraron un neurodesarrollo alterado y establecimos que esto tiene un impacto duradero en el bienestar». Este estrés social, la constante comparación y la ansiedad por el estatus social, junto con la alteración en los niveles de cortisol (la hormona del estrés), podrían ser los mecanismos detrás de estos cambios neurobiológicos. Desigualdad y sus efectos cerebrales Para llevar a cabo esta investigación, los científicos analizaron datos de más de 10.000 niños de 9 y 10 años en Estados Unidos, provenientes del Estudio de Desarrollo Neuroimagen del Cerebro Adolescente, una vasta base de recursos de neuroimágenes. Para medir la desigualdad, se asignó una puntuación de 0 para la « igualdad perfecta» (donde todos tienen el mismo ingreso) y 1 para la desigualdad máxima (donde una persona posee toda la riqueza). Los estados estudiados se situaban entre estos dos extremos. Los resultados fueron reveladores: áreas con alta desigualdad, como Nueva York, Connecticut, California y Florida, mostraron que los niños residentes tenían una superficie reducida en la corteza cerebral y conexiones alteradas entre diversas regiones. Estas áreas corticales son cruciales para funciones cognitivas superiores como la memoria, la atención, la emoción y el lenguaje. Las resonancias magnéticas funcionales también revelaron cambios en el flujo sanguíneo, indicando actividad cerebral afectada. En contraste, estados más igualitarios como Utah, Wisconsin, Minnesota y Vermont, con brechas de ingresos más estrechas, presentaban patrones cerebrales distintos. El impacto a largo plazo en la salud mental infantil La investigación también profundizó en las consecuencias de los cambios cerebrales a largo plazo para la salud mental. Se recopilaron datos de cuestionarios sobre síntomas de depresión y ansiedad en los mismos niños a los 10 y 11 años, es decir, seis y dieciocho meses después de las resonancias magnéticas. Los resultados fueron contundentes: aquellos niños que vivían en sociedades con una distribución desigual de la riqueza mostraron indicadores significativamente peores en su salud mental. Los investigadores confirmaron que las alteraciones cerebrales detectadas actuaban como un puente, una vía que conectaba directamente la desigualdad social con una peor salud mental futura. La desigualdad no solo provocaba cambios estructurales y funcionales en el cerebro, sino que estos cambios, a su vez, se asociaban directamente con una mayor incidencia de problemas psicológicos. Los científicos aspiran a expandir esta investigación a otras regiones del mundo, incluyendo zonas de alta desigualdad en el Reino Unido, como Londres, para observar si se replican patrones similares. El equipo cree que la implementación de políticas para reducir la desigualdad social podría ayudar a promover un neurodesarrollo saludable.
El Presidente Gabriel Boric inauguró el nuevo Centro Comunitario de Salud Mental Lo Errázuriz en Maipú, donde compartió su experiencia personal al haber estado internado en un hospital psiquiátrico durante tres semanas. En este contexto, resaltó la importancia de abordar la salud mental en la sociedad. En sus declaraciones, el Mandatario destacó que durante mucho tiempo el tema de la salud mental se ha vivido en silencio, con estigmas, de manera prejuiciosa, subrayando que es fundamental para la salud integral de la población. Asimismo, hizo hincapié en la necesidad de desterrar los tabúes y estigmas asociados a los problemas de salud mental. En contraste con otras condiciones de salud más aceptadas socialmente, Boric mencionó que si alguien está haciendo deporte y se fractura y se va a operar lo cuenta sin ningún problema. Si alguien, incluso, tiene un cáncer, y tiene que someterse a tratamiento con dolor, con dificultad, pero también lo cuenta. Esta comparación resalta la importancia de normalizar las conversaciones sobre la salud mental. El Presidente compartió su vivencia personal al afirmar que si alguien estuvo internado en un hospital psiquiátrico, como yo, que estuve internado tres semanas en un hospital psiquiátrico voluntariamente, el solo hecho de decirlo como que provoca escozor, evidenciando los desafíos y prejuicios que aún existen en torno a este tema. Finalmente, Boric enfatizó que las dolencias vinculadas a la salud mental de partida se pueden recuperar y eso es lo que demuestra este Cosam (Centro Comunitario de Salud Mental), destacando la importancia de contar con espacios y recursos para apoyar a quienes enfrentan dificultades en este ámbito. Fuente: Publimetro
Relacionarnos con otras personas es algo que nos define como humanos, pues vivimos en sociedad y comunidad, en la mayoría de culturas del mundo. Sea con nuestra familia, nuestros amigos, nuestra pareja o compañeros de trabajo, entre otros grupos de personas, solemos comunicarnos con ellos prácticamente día a día. En cuanto al modo de relacionarse, este puede variar en función de la situación que se esté viviendo, la confianza que tengan los que hablan entre ellos y el contexto que les rodee. No será lo mismo hablar con la pareja en la intimidad del hogar que dialogar con un conocido en un sitio público, por ejemplo. A pesar de estas diferencias a la hora de comunicarnos verbalmente, hay algunos elementos que suelen ser comunes para entendernos correctamente, como escuchar perfectamente al otro y respetar los turnos de palabra no escritos. Sin embargo, esto no siempre se da. Con ello nos referimos a esos comportamientos en los que alguien tiene la costumbre de interrumpir mientras otro está hablando, lo cual suele resultar molesto, de mala educación o incluso grosero, aunque no se haga malintencionadamente. Las interrupciones dificultad la conversación y hacen que la comunicación sea menos eficaz y menos cómoda para la mayoría de interlocutores. Desde 'Trendencias' recopilan las informaciones de algunos expertos que han hablado sobre este tema, el de las interrupciones al hablar con alguien. Además de definir cómo impacta en el interrumpido este comportamiento, van más allá y tratan lo que hay detrás de una persona que interrumpe constantemente cuando otros hablan. ¿Qué significa que una persona interrumpa al hablar todo el tiempo? A rasgos generales, puede parecer que alguien que interrumpe a otro y le corta en su discurso es una persona egocéntrica, narcisista y poco empática, pues no parece importarle nada más que lo que él o ella tiene que decir. No obstante, podría haber razones científicas para explicar estos comportamientos, incluyendo trastornos psicológicos o diferentes rasgos de la personalidad. Entre estos motivos específicos encontramos la opción de que alguien interrumpa porque es impaciente y necesita tener el control de la conversación, por lo que la corta para llevarla por donde quiere o para hacerla más rápida. Por otro lado, en el medio citado se recoge que el interrumpir puede venir por un patrón aprendido en su infancia o educación, siendo este comportamiento algo natural e inherente a él o ella, sin apenas darse cuenta y sin creer incluso que sea algo malo. Un posible signo de TDAH (trastorno de déficit de atención con hiperactividad) Citando a la doctora Sharon Saline psicóloga clínica especializada en en trabajar con niños, adolescentes, adultos jóvenes y familias que viven con TDAH, discapacidades de aprendizaje, autismo de alto funcionamiento y problemas de salud mental: «Las personas con TDAH suelen tener un control de los impulsos verbales más débil y problemas con la memoria de trabajo y la metacognición. Puede interrumpir y no recordar esperar su turno porque no confía en sí mismo para recordar lo que quiere decir más tarde» En la misma línea, desde 'Trendencias' apuntan a las afirmaciones de Rusel Barkley, especialista en TDAH, que en sus libros menciona que este tipo de síntomas, como las interrupciones, vienen de déficits en la función ejecutiva del cerebro, que es la parte que se encarga de regular conductas, controlar impulsos y planificar acciones. Así, las personas con TDAH encuentran difícil filtrar ciertos estímulos, por lo que pueden interrumpir porque piensan en otra cosa diferente al tema de la conversación. La escucha activa es otra de las claves para no interrumpir, por lo que, de no desarrollarla resultará difícil no cortar a los otros cuando hablan. El impulsor de la psicología humanista, Carl Rogers, considera necesario que «el oyente suspenda sus propios juicios y se implique genuinamente en la experiencia del otro». Esto implica inteligencia emocional, empatía y paciencia. Otras explicaciones que justifican ciertas interrupciones en un conversación es que alguien se sienta muy excitado o emocionado, tanto que no pueda reprimir sus ganas de hablar y expresar entusiasmo, según la psicóloga Barbara Fredrickson. En este caso se trataría de un exceso de ímpetu o emoción que no se sabe gestionar correctamente, tal como apuntan expertos de VeryWellMind.
La relación entre tabaquismo y salud cerebral es un tema de constante investigación. Si bien hace décadas se estableció que fumar perjudica el cerebro —afectando la salud cardiovascular, dañando los vasos sanguíneos que suministran oxígeno y provocando inflamación crónica que destruye neuronas—, hasta ahora la evidencia sobre los beneficios a largo plazo de dejar de fumar en edades avanzadas era limitada. El estudio del University College de Londres (UCL), que analizó datos de casi 9.500 personas de 12 países, ha revelado que las capacidades cognitivas, como la memoria y la fluidez verbal, de quienes dejaron de fumar a partir de los 40 años disminuyeron significativamente menos que las de los fumadores en los seis años posteriores al abandono. Mejor fluidez verbal y calidad de la memoria Para llevar a cabo esta investigación, los autores analizaron datos de tres estudios en curso donde los participantes respondían a encuestas médicas cada dos años. Compararon información de más de 4.700 personas que dejaron de fumar con un número similar de individuos que continuaron haciéndolo. Todos los participantes eran mayores de 40 años, con una edad media de 58 años, y fueron emparejados por puntuaciones cognitivas iniciales, edad, sexo, nivel educativo y país de nacimiento. Durante los seis años previos a que el grupo de estudio dejara de fumar, las puntuaciones de deterioro cognitivo en pruebas de memoria y fluidez verbal disminuyeron a un ritmo similar en ambos grupos. Sin embargo, una vez que uno de los grupos abandonó el tabaco, las personas que dejaron de fumar experimentaron una tasa de deterioro de la fluidez verbal un 50% más lenta, en promedio, que quienes siguieron fumando. Adicionalmente, su pérdida de memoria fue un 20% inferior a la de los fumadores, es decir, quienes abandonaron el tabaco experimentaron entre tres y cuatro meses menos de deterioro de la memoria por cada año de envejecimiento y seis meses menos de deterioro de la fluidez verbal. Se confirman los beneficios a corto plazo Aunque el estudio es observacional, sus hallazgos son consistentes con investigaciones previas que ya sugerían mejoras en la salud cerebral a corto plazo al dejar de fumar. Ahora se confirma que estos beneficios se mantienen y se consolidan en el tiempo, incluso en personas que abandonan el hábito después de los 50 años. «Ya sabíamos que dejar de fumar, incluso en edades avanzadas, va acompañado de mejoras en la salud física y el bienestar. Con este estudio vemos que también ayuda a mantener una mejor salud cognitiva a largo plazo, por lo que nunca es demasiado tarde para dejarlo», afirma la investigadora del UCL, Mikaela Bloomberg.
Este viernes 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, instancia creada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que busca “crear conciencia sobre los problemas de salud mental, reducir el estigma y movilizar los esfuerzos globales para mejorar el acceso a los servicios de salud mental”. En ese contexto, se dieron a conocer durante la jornada los resultados de un sondeo realizado por Activa Research, sobre el estado de la salud mental en Chile. El estudio reveló que el 37% de los chilenos siente estrés de manera frecuente o muy frecuente. Al analizar por sexo, se observa que las mujeres son las más afectadas con un 48%, mientras que el 26% de los hombres señalan sentirlo. En cuanto al nivel de energía y cansancio, el 41% de los chilenos se siente con frecuencia falto de energía. Las mujeres reportan sentir esta emoción en mayor cantidad que los hombres, con un 49% frente a un 33%. Por grupos etarios, las personas entre 25 y 34 años son quienes más se sienten sin energía, con un 47%. Por otro lado, el 32% de los chilenos asegura haberse sentido triste, vacío o deprimido en los últimos 30 días. Nuevamente, las mujeres -en un 36%- son quienes más han experimentado este sentimiento, mientras que en los hombres la cifra es del 28%. En esa misma línea, el 24% de los entrevistados dijo haberse sentido solo frecuente o muy frecuentemente. Fuente: Publimetro
Un estudio, liderado por científicos del King’s College de Londres y publicado en la revista Nature Mental Health, reveló que la desigualdad social provoca cambios estructurales en el cerebro de los niños, lo que se traduce en una peor salud mental a medida que crecen. Esta investigación establece por primera vez una conexión directa entre la desigualdad a nivel social y las alteraciones en el cerebro en desarrollo, diferenciándose de estudios anteriores que solo se enfocaban en la riqueza individual. La Dra. Divyangana Rakesh, del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King’s College, subraya la relevancia de este hallazgo: «No se trata solo del ingreso familiar individual; se trata de cómo se distribuye el ingreso en la sociedad. Tanto los niños de familias ricas como los de familias de bajos ingresos mostraron un neurodesarrollo alterado y establecimos que esto tiene un impacto duradero en el bienestar». Este estrés social, la constante comparación y la ansiedad por el estatus social, junto con la alteración en los niveles de cortisol (la hormona del estrés), podrían ser los mecanismos detrás de estos cambios neurobiológicos. Desigualdad y sus efectos cerebrales Para llevar a cabo esta investigación, los científicos analizaron datos de más de 10.000 niños de 9 y 10 años en Estados Unidos, provenientes del Estudio de Desarrollo Neuroimagen del Cerebro Adolescente, una vasta base de recursos de neuroimágenes. Para medir la desigualdad, se asignó una puntuación de 0 para la « igualdad perfecta» (donde todos tienen el mismo ingreso) y 1 para la desigualdad máxima (donde una persona posee toda la riqueza). Los estados estudiados se situaban entre estos dos extremos. Los resultados fueron reveladores: áreas con alta desigualdad, como Nueva York, Connecticut, California y Florida, mostraron que los niños residentes tenían una superficie reducida en la corteza cerebral y conexiones alteradas entre diversas regiones. Estas áreas corticales son cruciales para funciones cognitivas superiores como la memoria, la atención, la emoción y el lenguaje. Las resonancias magnéticas funcionales también revelaron cambios en el flujo sanguíneo, indicando actividad cerebral afectada. En contraste, estados más igualitarios como Utah, Wisconsin, Minnesota y Vermont, con brechas de ingresos más estrechas, presentaban patrones cerebrales distintos. El impacto a largo plazo en la salud mental infantil La investigación también profundizó en las consecuencias de los cambios cerebrales a largo plazo para la salud mental. Se recopilaron datos de cuestionarios sobre síntomas de depresión y ansiedad en los mismos niños a los 10 y 11 años, es decir, seis y dieciocho meses después de las resonancias magnéticas. Los resultados fueron contundentes: aquellos niños que vivían en sociedades con una distribución desigual de la riqueza mostraron indicadores significativamente peores en su salud mental. Los investigadores confirmaron que las alteraciones cerebrales detectadas actuaban como un puente, una vía que conectaba directamente la desigualdad social con una peor salud mental futura. La desigualdad no solo provocaba cambios estructurales y funcionales en el cerebro, sino que estos cambios, a su vez, se asociaban directamente con una mayor incidencia de problemas psicológicos. Los científicos aspiran a expandir esta investigación a otras regiones del mundo, incluyendo zonas de alta desigualdad en el Reino Unido, como Londres, para observar si se replican patrones similares. El equipo cree que la implementación de políticas para reducir la desigualdad social podría ayudar a promover un neurodesarrollo saludable.
El Presidente Gabriel Boric inauguró el nuevo Centro Comunitario de Salud Mental Lo Errázuriz en Maipú, donde compartió su experiencia personal al haber estado internado en un hospital psiquiátrico durante tres semanas. En este contexto, resaltó la importancia de abordar la salud mental en la sociedad. En sus declaraciones, el Mandatario destacó que durante mucho tiempo el tema de la salud mental se ha vivido en silencio, con estigmas, de manera prejuiciosa, subrayando que es fundamental para la salud integral de la población. Asimismo, hizo hincapié en la necesidad de desterrar los tabúes y estigmas asociados a los problemas de salud mental. En contraste con otras condiciones de salud más aceptadas socialmente, Boric mencionó que si alguien está haciendo deporte y se fractura y se va a operar lo cuenta sin ningún problema. Si alguien, incluso, tiene un cáncer, y tiene que someterse a tratamiento con dolor, con dificultad, pero también lo cuenta. Esta comparación resalta la importancia de normalizar las conversaciones sobre la salud mental. El Presidente compartió su vivencia personal al afirmar que si alguien estuvo internado en un hospital psiquiátrico, como yo, que estuve internado tres semanas en un hospital psiquiátrico voluntariamente, el solo hecho de decirlo como que provoca escozor, evidenciando los desafíos y prejuicios que aún existen en torno a este tema. Finalmente, Boric enfatizó que las dolencias vinculadas a la salud mental de partida se pueden recuperar y eso es lo que demuestra este Cosam (Centro Comunitario de Salud Mental), destacando la importancia de contar con espacios y recursos para apoyar a quienes enfrentan dificultades en este ámbito. Fuente: Publimetro
Relacionarnos con otras personas es algo que nos define como humanos, pues vivimos en sociedad y comunidad, en la mayoría de culturas del mundo. Sea con nuestra familia, nuestros amigos, nuestra pareja o compañeros de trabajo, entre otros grupos de personas, solemos comunicarnos con ellos prácticamente día a día. En cuanto al modo de relacionarse, este puede variar en función de la situación que se esté viviendo, la confianza que tengan los que hablan entre ellos y el contexto que les rodee. No será lo mismo hablar con la pareja en la intimidad del hogar que dialogar con un conocido en un sitio público, por ejemplo. A pesar de estas diferencias a la hora de comunicarnos verbalmente, hay algunos elementos que suelen ser comunes para entendernos correctamente, como escuchar perfectamente al otro y respetar los turnos de palabra no escritos. Sin embargo, esto no siempre se da. Con ello nos referimos a esos comportamientos en los que alguien tiene la costumbre de interrumpir mientras otro está hablando, lo cual suele resultar molesto, de mala educación o incluso grosero, aunque no se haga malintencionadamente. Las interrupciones dificultad la conversación y hacen que la comunicación sea menos eficaz y menos cómoda para la mayoría de interlocutores. Desde 'Trendencias' recopilan las informaciones de algunos expertos que han hablado sobre este tema, el de las interrupciones al hablar con alguien. Además de definir cómo impacta en el interrumpido este comportamiento, van más allá y tratan lo que hay detrás de una persona que interrumpe constantemente cuando otros hablan. ¿Qué significa que una persona interrumpa al hablar todo el tiempo? A rasgos generales, puede parecer que alguien que interrumpe a otro y le corta en su discurso es una persona egocéntrica, narcisista y poco empática, pues no parece importarle nada más que lo que él o ella tiene que decir. No obstante, podría haber razones científicas para explicar estos comportamientos, incluyendo trastornos psicológicos o diferentes rasgos de la personalidad. Entre estos motivos específicos encontramos la opción de que alguien interrumpa porque es impaciente y necesita tener el control de la conversación, por lo que la corta para llevarla por donde quiere o para hacerla más rápida. Por otro lado, en el medio citado se recoge que el interrumpir puede venir por un patrón aprendido en su infancia o educación, siendo este comportamiento algo natural e inherente a él o ella, sin apenas darse cuenta y sin creer incluso que sea algo malo. Un posible signo de TDAH (trastorno de déficit de atención con hiperactividad) Citando a la doctora Sharon Saline psicóloga clínica especializada en en trabajar con niños, adolescentes, adultos jóvenes y familias que viven con TDAH, discapacidades de aprendizaje, autismo de alto funcionamiento y problemas de salud mental: «Las personas con TDAH suelen tener un control de los impulsos verbales más débil y problemas con la memoria de trabajo y la metacognición. Puede interrumpir y no recordar esperar su turno porque no confía en sí mismo para recordar lo que quiere decir más tarde» En la misma línea, desde 'Trendencias' apuntan a las afirmaciones de Rusel Barkley, especialista en TDAH, que en sus libros menciona que este tipo de síntomas, como las interrupciones, vienen de déficits en la función ejecutiva del cerebro, que es la parte que se encarga de regular conductas, controlar impulsos y planificar acciones. Así, las personas con TDAH encuentran difícil filtrar ciertos estímulos, por lo que pueden interrumpir porque piensan en otra cosa diferente al tema de la conversación. La escucha activa es otra de las claves para no interrumpir, por lo que, de no desarrollarla resultará difícil no cortar a los otros cuando hablan. El impulsor de la psicología humanista, Carl Rogers, considera necesario que «el oyente suspenda sus propios juicios y se implique genuinamente en la experiencia del otro». Esto implica inteligencia emocional, empatía y paciencia. Otras explicaciones que justifican ciertas interrupciones en un conversación es que alguien se sienta muy excitado o emocionado, tanto que no pueda reprimir sus ganas de hablar y expresar entusiasmo, según la psicóloga Barbara Fredrickson. En este caso se trataría de un exceso de ímpetu o emoción que no se sabe gestionar correctamente, tal como apuntan expertos de VeryWellMind.