Un avance científico promete transformar la evaluación del impacto a largo plazo del estrés en la salud, abriendo la puerta a un diagnóstico más preciso y a intervenciones preventivas. El equipo de investigadores liderado por la doctora Elena Ghotbi, del Johns Hopkins University School of Medicine en Estados Unidos, ha desarrollado un modelo de aprendizaje profundo para medir el volumen de las glándulas suprarrenales a partir de tomografías de tórax existentes. Esta técnica tiene un gran potencial al poder aplicarse masivamente sin necesidad de nuevas pruebas, aprovechando la información disponible para evaluar objetivamente la 'carga biológica' del estrés. ¿Qué es el Índice de Volumen Suprarrenal (AVI) y por qué es importante? El AVI se define como el volumen de las glándulas suprarrenales dividido por la estatura al cuadrado. Los investigadores han comparado este indicador con diversos parámetros como cuestionarios sobre estrés percibido, mediciones de cortisol salival, marcadores de carga alostática y otros factores biológicos. Los resultados muestran que un AVI mayor se relaciona con niveles elevados de cortisol, mayor carga alostática, estrés percibido alto y un aumento en el riesgo futuro de insuficiencia cardiaca y mortalidad. Esto sugiere que el AVI no solo refleja estrés crónico, sino que también puede predecir consecuencias graves para la salud. Implicaciones para la salud Este descubrimiento representa una innovación clínica significativa al permitir visualizar el estrés crónico acumulado en el cuerpo mediante una imagen médica estándar, en lugar de depender únicamente de cuestionarios o mediciones puntuales de cortisol. Los médicos podrían utilizar esta información para evaluar el impacto del estrés a largo plazo en los pacientes, identificar riesgos cardiovasculares, planificar intervenciones preventivas o monitorear tratamientos. Además, al basarse en datos ya disponibles, como las tomografías existentes, no se requieren pruebas adicionales ni mayor exposición a radiación, lo que facilitaría su implementación. Por primera vez, podemos 'ver' la carga a largo plazo del estrés dentro del cuerpo, señaló Elena Ghotbi, autora principal del estudio y doctora en medicina y becaria de investigación posdoctoral en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. Fuente: Publimetro
El fin de la Educación Media es una de las etapas más desafiantes e intensas para los jóvenes. A la presión por los resultados de la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), se suman la incertidumbre sobre el futuro y el cierre de un ciclo vital que reorganiza sus rutinas y vínculos. En este sentido, Vanessa Gálvez, psicóloga y coordinadora de Programas Formativos de la red Cognita Chile, explicó que las emociones se intensifican porque los adolescentes enfrentan un escenario desconocido. “Se despiden de relaciones significativas que los han acompañado por años y se activa con fuerza el sentido de responsabilidad sobre su propio destino, lo que puede traducirse en ansiedad o entusiasmo”, sostuvo la experta. Si bien la contención familiar es fundamental, existen señales que ameritan buscar apoyo profesional. Estas son algunas de las más comunes: 1.- Cambios marcados y sostenidos en el estado de ánimo. 2.- Apatía, irritabilidad o tristeza prolongada. 3.- Aislamiento social o pérdida de interés por actividades que antes disfrutaban. 4.- Alteraciones en los hábitos de sueño y alimentación. 5.- Discurso teñido de desesperanza o pensamientos negativos persistentes. “El apoyo familiar es valioso, pero cuando el bienestar emocional está comprometido, es clave articular el acompañamiento de profesionales que puedan intervenir con herramientas especializadas”, advirtió Gálvez. PAES y la elección vocacional Una de las mayores preocupaciones es el miedo a “equivocarse” en la elección vocacional. Para abordar esta inquietud, es crucial que los postulantes a la educación superior conozcan sus intereses, fortalezas y debilidades, así como reforzar sus estrategias concretas de liderazgo personal. “Más allá de la carrera o del puntaje que obtengan, la pregunta central es: ¿qué tipo de vida quieren construir? Organizar el tiempo y la energía en aquello que realmente aporta a las metas es crucial”, explica la especialista. La psicóloga añadió que el proceso de cambio no es lineal, que equivocarse forma parte del aprendizaje y que mantener una actitud flexible y resiliente marca la diferencia. En este escenario, la clave reside en el acompañamiento. “La ansiedad disminuye cuando hay estructura, propósito y vínculos confiables que habilitan la expresión emocional”, concluyó Gálvez. Para reducir la ansiedad en los meses finales del año es importante seguir estas acciones simples y sostenibles: 1.- Identificar qué está bajo control: Planificar el estudio, el descanso y las rutinas diarias. 2.- Organizar las tareas: Usar una agenda para priorizar y evitar la procrastinación. 3.- Cuidar el autocuidado integral: Incorporar ejercicio, pausas de respiración, y espacios de calidad con la familia y los amigos. 4.- Priorizar el sueño: Asegurar un descanso suficiente para que el cuerpo y la mente puedan recuperarse del estrés. 5.- Comunicar las emociones: Conectarse y hablar de lo que se siente en espacios seguros, pidiendo ayuda cuando sea necesario. Fuente www.biobiochile.cl
Con el propósito de seguir acercando a las personas al bienestar emocional, Grupo Cetep, a través de su corporación sin fines de lucro Grupo Cetep Cultura, presentó, su libro “Los Colores de la Salud Mental”, una obra que une arte, reflexión y herramientas prácticas para promover el cuidado de la salud mental en un momento en que Chile vive una de las mayores crisis de los últimos años. El evento de lanzamiento, realizado en el Campus Casona de la Universidad Andrés Bello, fue encabezado por la Dra. Macarena Gálvez, quien presentó los contenidos del libro y el proceso colaborativo detrás del proyecto. Una mirada artística y humana a un problema urgente La iniciativa nació como un concurso abierto a la comunidad, que invitó a artistas de distintos países a representar, a través de las artes gráficas, la importancia del cuidado de la salud mental. La convocatoria reunió cerca de 300 obras provenientes de Chile, Argentina, Perú, Colombia, Costa Rica, México, Estados Unidos, España e Inglaterra, de las cuales 32 fueron seleccionadas como finalistas y forman parte del libro. “Ver materializado este libro es un tremendo orgullo para todos quienes somos parte de Grupo Cetep Cultura. Es emocionante ver cómo esta publicación tiene el poder de inspirar el cuidado de la salud mental a través del lenguaje visual de estas 32 obras. Pero además, es un libro que ofrece herramientas concretas para comenzar el autocuidado. Y eso es muy potente”, destaca la Dra. Macarena Gálvez, médica psiquiatra y socia fundadora de la Corporación. El libro también incluye reflexiones y consejos de profesionales de Grupo Cetep, quienes comparten herramientas para fortalecer el bienestar emocional, fomentar la introspección y promover hábitos saludables de autocuidado. El contexto: cifras que reflejan una realidad alarmante Chile se ha posicionado como uno de los países más afectados por problemas de salud mental en el mundo. Según Ipsos Global Health Service Monitor 2025, el 68 % de los chilenos identifica la salud mental como el principal problema sanitario del país. En paralelo el Termómetro de Salud Mental ACHS–UC revela que una de cada cuatro personas presenta síntomas de ansiedad, mientras que más de 2 millones de adultos muestran signos de depresión, con una brecha marcada entre mujeres (17,4 %) y hombres (9,8 %). Además, los diagnósticos de salud mental han aumentado 145 % desde 2019, evidenciando que el bienestar emocional se ha convertido en una prioridad social urgente. Estas cifras reflejan que la salud mental es una prioridad urgente, no solo a nivel clínico, sino también social y cultural. “Los Colores de la Salud Mental” busca ser un aporte desde la creatividad y la empatía, inspirando a mirar el bienestar como una construcción colectiva. Arte, comunidad y bienestar El proyecto se inspira en la creciente evidencia que reconoce el arte como una herramienta legítima de salud pública. Investigaciones recientes ( Nature Medicine, Frontiers, JAMA Network Open, 2024–2025) demuestran que la participación artística, ya sea activa o contemplativa, tiene efectos positivos en la regulación emocional, la disminución del estrés y la mejora del bienestar psicológico. Asimismo, países como Canadá, Francia y Reino Unido han incorporado la prescripción de actividades culturales dentro de sus estrategias nacionales de salud mental, reflejando el valor del arte como vía de prevención, tratamiento y promoción del bienestar. “La salud mental no solo se cuida desde la clínica; también se construye en los espacios donde las personas se expresan y se sienten parte. El arte nos permite conectar con esas emociones y transformarlas en bienestar”, señala la Dra. Claudia Barrera, psiquiatra de Grupo Cetep. “Los Colores de la Salud Mental” estará disponible de manera gratuita en formato digital, con el fin de que cualquier persona pueda acceder a su contenido y reflexiones. Para quienes deseen contar con el libro en formato físico, este se podrá adquirir a través de los canales de Grupo Cetep Cultura, y los fondos recaudados serán destinados íntegramente a apoyar las iniciativas de la corporación, que promueven el acceso a la salud mental. Con esta iniciativa, Grupo Cetep Cultura reafirma su compromiso con democratizar el acceso a la salud mental y generar espacios donde el arte y el bienestar se encuentren para inspirar una mejor calidad de vida.
Durante años, los titulares alarmistas han advertido sobre los efectos negativos de las redes sociales en la salud mental. Desde Instagram hasta TikTok, se han señalado como responsables de aumentar la ansiedad, la depresión y de generar una dependencia digital que erosiona el bienestar emocional, especialmente en adolescentes. Pero ¿y si parte de esa narrativa estuviera basada en una idea incompleta? Un nuevo estudio publicado en la revista Behavior Genetics ofrece una visión más matizada —y sorprendente— de esta cuestión. Usando datos del Netherlands Twin Register, una base de datos con décadas de seguimiento a gemelos en los Países Bajos, los investigadores analizaron a 6.492 personas entre los 16 y los 89 años. ¿El objetivo? Desenredar los vínculos reales entre el uso de redes sociales, la salud mental y, lo más importante, los factores genéticos que podrían estar en juego. Y lo que encontraron podría cambiar la conversación. Ni tan malo, ni tan bueno: una historia genética El estudio revela que el vínculo entre el uso de redes sociales y el bienestar psicológico es pequeño. En muchos casos, tan pequeño que roza lo insignificante desde el punto de vista estadístico. Pero lo verdaderamente revelador es que esas pequeñas asociaciones están, en gran medida, determinadas por factores genéticos compartidos. Es decir, no es que las redes sociales causen directamente ansiedad o depresión en todos los usuarios. Más bien, las mismas predisposiciones genéticas que pueden llevar a una persona a sentirse menos feliz o más ansiosa también podrían influir en cómo —y cuánto— utiliza las redes sociales. Este hallazgo rompe con la idea simplista de que las plataformas digitales son inherentemente tóxicas. Según los resultados, hasta un 72% de las diferencias individuales en el tiempo que pasamos en redes sociales podría explicarse por la genética. En lugar de demonizar TikTok o Instagram como si tuvieran un efecto uniforme sobre todos los usuarios, el estudio apunta hacia una interpretación más personalizada del impacto digital. No todos usamos las redes del mismo modo Los investigadores también identificaron patrones interesantes según los niveles de bienestar de los participantes. Aquellos con mayores niveles de satisfacción vital y una sensación de florecimiento —una medida que incluye propósito, relaciones positivas y desarrollo personal— tendían a usar más plataformas, pero lo hacían de forma pasiva: navegaban, observaban, leían. Por el contrario, quienes reportaban un menor bienestar psicológico eran más propensos a publicar con mayor frecuencia, pero lo hacían en un número más reducido de plataformas. Este contraste entre uso pasivo y activo podría ofrecer pistas sobre cómo cada persona busca, o evita, conexión social online. Paradójicamente, uno de los resultados más curiosos fue que el “florecimiento” estaba positivamente relacionado con un mayor uso de redes sociales. Es decir, algunas personas con buena salud mental parecen disfrutar —e incluso beneficiarse— de su tiempo en línea. Por qué usar gemelos lo cambia todo Este no es un estudio cualquiera. El uso de gemelos idénticos (que comparten el 100% de sus genes) y gemelos fraternos (que comparten alrededor del 50%) permite a los investigadores estimar con precisión cuánto de una conducta está influenciada por la genética, el ambiente compartido (como el hogar familiar) o el ambiente individual (como experiencias únicas). En este caso, al comparar cómo se relacionaban el uso de redes sociales y el bienestar entre diferentes pares de gemelos, se encontró que las similitudes estaban fuertemente ligadas a los genes . Esto no solo refuerza la idea de que existe un componente biológico en cómo usamos la tecnología, sino que también invita a repensar cómo diseñamos políticas, intervenciones o incluso límites parentales. ¿Restringir el acceso a redes? Tal vez no sea la solución En tiempos donde países y escuelas implementan restricciones al uso de móviles y redes sociales entre jóvenes, este estudio sugiere que prohibir o limitar el acceso no es una solución mágica. No todas las personas son igualmente vulnerables a los efectos negativos del uso digital, ni todas las formas de uso son iguales. De hecho, el problema puede no estar en la herramienta, sino en el usuario. O más precisamente, en la combinación única de genes, contexto vital y salud mental de cada persona. Esto refuerza la necesidad de estrategias personalizadas que tengan en cuenta los matices del comportamiento humano, y no solo estadísticas globales. ¿Qué significa esto para ti? No, tus horas en Instagram probablemente no estén pudriendo tu cerebro, como aseguran algunos titulares. Pero tampoco significa que sean inofensivas. Este estudio no exonera a las redes sociales, sino que añade una capa de complejidad. Los efectos existen, pero no son iguales para todos, y no surgen en el vacío. Dependen de quién eres, de tu genética, de tus experiencias y del modo en que interactúas con el entorno digital. Quizás la verdadera clave no esté en desconectarnos del mundo digital, sino en entender mejor cómo nos conectamos con él. Y, sobre todo, en dejar de buscar culpables universales para problemas profundamente individuales.
Muchas personas creen que lucen o se sienten más jóvenes que quienes comparten su edad, pero ¿es esto una percepción real o una ilusión psicológica? Según explicó la psicóloga Leticia Martín Enjuto a la revista 'CuerpoMente', este fenómeno puede estar relacionado con factores como el edadismo, la ansiedad ante el envejecimiento y el entorno social. Por su parte, un estudio citado por 'The Guardian' muestra que el 59 por ciento de los adultos entre 50 y 80 años en Estados Unidos creen verse más jóvenes que sus pares, aunque en muchos casos esta creencia podría no reflejar la realidad. El impacto de la autopercepción en la edad subjetiva De acuerdo con la psicóloga Leticia Martín Enjuto, entrevistada por 'CuerpoMente', la percepción de ser más joven que los demás de la misma edad puede deberse a una actitud psicológica de rechazo al envejecimiento. Esta actitud, conocida como midorexia, implica la resistencia a aceptar el paso del tiempo, lo cual puede traducirse en un estilo de vida, vestimenta y comportamiento más juvenil. No obstante, esta percepción puede también esconder una ansiedad más profunda relacionada con el temor a envejecer e incluso con el miedo a la muerte. “La percepción de una edad subjetiva menor puede actuar como un mecanismo de defensa psicológico”, explicó la experta. El papel del entorno social y cultural El entorno también influye significativamente en la forma en que cada persona percibe su edad. Martín Enjuto señala que contar con apoyo social y formar parte de círculos que proyectan una imagen positiva del envejecimiento puede reforzar una percepción más sana y flexible del paso del tiempo. En contraste, rodearse de personas con actitudes más pasivas o negativas puede contribuir a una visión más deteriorada de uno mismo. ¿Mente joven, cuerpo joven? Más allá de los factores psicológicos defensivos, sentirse “joven de alma” también puede tener fundamentos positivos. Según la misma psicóloga, mantener una mentalidad abierta, curiosa y resiliente está asociado con un menor deterioro cognitivo y una mejor adaptación emocional. Este tipo de mentalidad activa incluso regiones del cerebro relacionadas con la atención y la percepción, como el sistema reticular, lo que puede reforzar la idea de juventud percibida. Percepción vs. realidad: lo que dice la ciencia Una encuesta citada por 'The Guardian', basada en un estudio publicado en la revista 'Psychology and Aging', reveló que casi seis de cada diez adultos estadounidenses entre los 50 y los 80 años creen verse más jóvenes que otros de su misma edad. Solo el 6 por ciento considera que aparenta más años de los que tiene. El informe señala que este fenómeno puede estar influenciado por mecanismos mentales de negación de la vejez y de la mortalidad. También destaca que las mujeres y las personas con mayores ingresos tienden más a considerarse más jóvenes. Sin embargo, esta percepción podría no coincidir con la realidad, y se ve amplificada por estereotipos edadistas que muchas veces se interiorizan desde edades tempranas. Los riesgos del edadismo interiorizado El mismo artículo advierte sobre los peligros del edadismo autoinfligido. Según datos citados, más del 80 por ciento de los adultos mayores han adoptado estereotipos negativos sobre el envejecimiento. Esta visión puede tener efectos negativos no solo en la autoestima, sino también en la salud. Un estudio de 2002 citado por 'The Guardian' encontró que las personas con percepciones más positivas sobre su envejecimiento vivían, en promedio, 7,5 años más que aquellas con visiones negativas. La percepción de verse más joven que los demás puede ser un síntoma de salud mental positiva o, por el contrario, una señal de miedo o negación del envejecimiento. La clave, según los expertos, está en mantener una mente abierta, aceptar el paso del tiempo y rodearse de entornos que valoren la vitalidad más allá de la edad.
Un avance científico promete transformar la evaluación del impacto a largo plazo del estrés en la salud, abriendo la puerta a un diagnóstico más preciso y a intervenciones preventivas. El equipo de investigadores liderado por la doctora Elena Ghotbi, del Johns Hopkins University School of Medicine en Estados Unidos, ha desarrollado un modelo de aprendizaje profundo para medir el volumen de las glándulas suprarrenales a partir de tomografías de tórax existentes. Esta técnica tiene un gran potencial al poder aplicarse masivamente sin necesidad de nuevas pruebas, aprovechando la información disponible para evaluar objetivamente la 'carga biológica' del estrés. ¿Qué es el Índice de Volumen Suprarrenal (AVI) y por qué es importante? El AVI se define como el volumen de las glándulas suprarrenales dividido por la estatura al cuadrado. Los investigadores han comparado este indicador con diversos parámetros como cuestionarios sobre estrés percibido, mediciones de cortisol salival, marcadores de carga alostática y otros factores biológicos. Los resultados muestran que un AVI mayor se relaciona con niveles elevados de cortisol, mayor carga alostática, estrés percibido alto y un aumento en el riesgo futuro de insuficiencia cardiaca y mortalidad. Esto sugiere que el AVI no solo refleja estrés crónico, sino que también puede predecir consecuencias graves para la salud. Implicaciones para la salud Este descubrimiento representa una innovación clínica significativa al permitir visualizar el estrés crónico acumulado en el cuerpo mediante una imagen médica estándar, en lugar de depender únicamente de cuestionarios o mediciones puntuales de cortisol. Los médicos podrían utilizar esta información para evaluar el impacto del estrés a largo plazo en los pacientes, identificar riesgos cardiovasculares, planificar intervenciones preventivas o monitorear tratamientos. Además, al basarse en datos ya disponibles, como las tomografías existentes, no se requieren pruebas adicionales ni mayor exposición a radiación, lo que facilitaría su implementación. Por primera vez, podemos 'ver' la carga a largo plazo del estrés dentro del cuerpo, señaló Elena Ghotbi, autora principal del estudio y doctora en medicina y becaria de investigación posdoctoral en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. Fuente: Publimetro
El fin de la Educación Media es una de las etapas más desafiantes e intensas para los jóvenes. A la presión por los resultados de la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), se suman la incertidumbre sobre el futuro y el cierre de un ciclo vital que reorganiza sus rutinas y vínculos. En este sentido, Vanessa Gálvez, psicóloga y coordinadora de Programas Formativos de la red Cognita Chile, explicó que las emociones se intensifican porque los adolescentes enfrentan un escenario desconocido. “Se despiden de relaciones significativas que los han acompañado por años y se activa con fuerza el sentido de responsabilidad sobre su propio destino, lo que puede traducirse en ansiedad o entusiasmo”, sostuvo la experta. Si bien la contención familiar es fundamental, existen señales que ameritan buscar apoyo profesional. Estas son algunas de las más comunes: 1.- Cambios marcados y sostenidos en el estado de ánimo. 2.- Apatía, irritabilidad o tristeza prolongada. 3.- Aislamiento social o pérdida de interés por actividades que antes disfrutaban. 4.- Alteraciones en los hábitos de sueño y alimentación. 5.- Discurso teñido de desesperanza o pensamientos negativos persistentes. “El apoyo familiar es valioso, pero cuando el bienestar emocional está comprometido, es clave articular el acompañamiento de profesionales que puedan intervenir con herramientas especializadas”, advirtió Gálvez. PAES y la elección vocacional Una de las mayores preocupaciones es el miedo a “equivocarse” en la elección vocacional. Para abordar esta inquietud, es crucial que los postulantes a la educación superior conozcan sus intereses, fortalezas y debilidades, así como reforzar sus estrategias concretas de liderazgo personal. “Más allá de la carrera o del puntaje que obtengan, la pregunta central es: ¿qué tipo de vida quieren construir? Organizar el tiempo y la energía en aquello que realmente aporta a las metas es crucial”, explica la especialista. La psicóloga añadió que el proceso de cambio no es lineal, que equivocarse forma parte del aprendizaje y que mantener una actitud flexible y resiliente marca la diferencia. En este escenario, la clave reside en el acompañamiento. “La ansiedad disminuye cuando hay estructura, propósito y vínculos confiables que habilitan la expresión emocional”, concluyó Gálvez. Para reducir la ansiedad en los meses finales del año es importante seguir estas acciones simples y sostenibles: 1.- Identificar qué está bajo control: Planificar el estudio, el descanso y las rutinas diarias. 2.- Organizar las tareas: Usar una agenda para priorizar y evitar la procrastinación. 3.- Cuidar el autocuidado integral: Incorporar ejercicio, pausas de respiración, y espacios de calidad con la familia y los amigos. 4.- Priorizar el sueño: Asegurar un descanso suficiente para que el cuerpo y la mente puedan recuperarse del estrés. 5.- Comunicar las emociones: Conectarse y hablar de lo que se siente en espacios seguros, pidiendo ayuda cuando sea necesario. Fuente www.biobiochile.cl
Con el propósito de seguir acercando a las personas al bienestar emocional, Grupo Cetep, a través de su corporación sin fines de lucro Grupo Cetep Cultura, presentó, su libro “Los Colores de la Salud Mental”, una obra que une arte, reflexión y herramientas prácticas para promover el cuidado de la salud mental en un momento en que Chile vive una de las mayores crisis de los últimos años. El evento de lanzamiento, realizado en el Campus Casona de la Universidad Andrés Bello, fue encabezado por la Dra. Macarena Gálvez, quien presentó los contenidos del libro y el proceso colaborativo detrás del proyecto. Una mirada artística y humana a un problema urgente La iniciativa nació como un concurso abierto a la comunidad, que invitó a artistas de distintos países a representar, a través de las artes gráficas, la importancia del cuidado de la salud mental. La convocatoria reunió cerca de 300 obras provenientes de Chile, Argentina, Perú, Colombia, Costa Rica, México, Estados Unidos, España e Inglaterra, de las cuales 32 fueron seleccionadas como finalistas y forman parte del libro. “Ver materializado este libro es un tremendo orgullo para todos quienes somos parte de Grupo Cetep Cultura. Es emocionante ver cómo esta publicación tiene el poder de inspirar el cuidado de la salud mental a través del lenguaje visual de estas 32 obras. Pero además, es un libro que ofrece herramientas concretas para comenzar el autocuidado. Y eso es muy potente”, destaca la Dra. Macarena Gálvez, médica psiquiatra y socia fundadora de la Corporación. El libro también incluye reflexiones y consejos de profesionales de Grupo Cetep, quienes comparten herramientas para fortalecer el bienestar emocional, fomentar la introspección y promover hábitos saludables de autocuidado. El contexto: cifras que reflejan una realidad alarmante Chile se ha posicionado como uno de los países más afectados por problemas de salud mental en el mundo. Según Ipsos Global Health Service Monitor 2025, el 68 % de los chilenos identifica la salud mental como el principal problema sanitario del país. En paralelo el Termómetro de Salud Mental ACHS–UC revela que una de cada cuatro personas presenta síntomas de ansiedad, mientras que más de 2 millones de adultos muestran signos de depresión, con una brecha marcada entre mujeres (17,4 %) y hombres (9,8 %). Además, los diagnósticos de salud mental han aumentado 145 % desde 2019, evidenciando que el bienestar emocional se ha convertido en una prioridad social urgente. Estas cifras reflejan que la salud mental es una prioridad urgente, no solo a nivel clínico, sino también social y cultural. “Los Colores de la Salud Mental” busca ser un aporte desde la creatividad y la empatía, inspirando a mirar el bienestar como una construcción colectiva. Arte, comunidad y bienestar El proyecto se inspira en la creciente evidencia que reconoce el arte como una herramienta legítima de salud pública. Investigaciones recientes ( Nature Medicine, Frontiers, JAMA Network Open, 2024–2025) demuestran que la participación artística, ya sea activa o contemplativa, tiene efectos positivos en la regulación emocional, la disminución del estrés y la mejora del bienestar psicológico. Asimismo, países como Canadá, Francia y Reino Unido han incorporado la prescripción de actividades culturales dentro de sus estrategias nacionales de salud mental, reflejando el valor del arte como vía de prevención, tratamiento y promoción del bienestar. “La salud mental no solo se cuida desde la clínica; también se construye en los espacios donde las personas se expresan y se sienten parte. El arte nos permite conectar con esas emociones y transformarlas en bienestar”, señala la Dra. Claudia Barrera, psiquiatra de Grupo Cetep. “Los Colores de la Salud Mental” estará disponible de manera gratuita en formato digital, con el fin de que cualquier persona pueda acceder a su contenido y reflexiones. Para quienes deseen contar con el libro en formato físico, este se podrá adquirir a través de los canales de Grupo Cetep Cultura, y los fondos recaudados serán destinados íntegramente a apoyar las iniciativas de la corporación, que promueven el acceso a la salud mental. Con esta iniciativa, Grupo Cetep Cultura reafirma su compromiso con democratizar el acceso a la salud mental y generar espacios donde el arte y el bienestar se encuentren para inspirar una mejor calidad de vida.
Durante años, los titulares alarmistas han advertido sobre los efectos negativos de las redes sociales en la salud mental. Desde Instagram hasta TikTok, se han señalado como responsables de aumentar la ansiedad, la depresión y de generar una dependencia digital que erosiona el bienestar emocional, especialmente en adolescentes. Pero ¿y si parte de esa narrativa estuviera basada en una idea incompleta? Un nuevo estudio publicado en la revista Behavior Genetics ofrece una visión más matizada —y sorprendente— de esta cuestión. Usando datos del Netherlands Twin Register, una base de datos con décadas de seguimiento a gemelos en los Países Bajos, los investigadores analizaron a 6.492 personas entre los 16 y los 89 años. ¿El objetivo? Desenredar los vínculos reales entre el uso de redes sociales, la salud mental y, lo más importante, los factores genéticos que podrían estar en juego. Y lo que encontraron podría cambiar la conversación. Ni tan malo, ni tan bueno: una historia genética El estudio revela que el vínculo entre el uso de redes sociales y el bienestar psicológico es pequeño. En muchos casos, tan pequeño que roza lo insignificante desde el punto de vista estadístico. Pero lo verdaderamente revelador es que esas pequeñas asociaciones están, en gran medida, determinadas por factores genéticos compartidos. Es decir, no es que las redes sociales causen directamente ansiedad o depresión en todos los usuarios. Más bien, las mismas predisposiciones genéticas que pueden llevar a una persona a sentirse menos feliz o más ansiosa también podrían influir en cómo —y cuánto— utiliza las redes sociales. Este hallazgo rompe con la idea simplista de que las plataformas digitales son inherentemente tóxicas. Según los resultados, hasta un 72% de las diferencias individuales en el tiempo que pasamos en redes sociales podría explicarse por la genética. En lugar de demonizar TikTok o Instagram como si tuvieran un efecto uniforme sobre todos los usuarios, el estudio apunta hacia una interpretación más personalizada del impacto digital. No todos usamos las redes del mismo modo Los investigadores también identificaron patrones interesantes según los niveles de bienestar de los participantes. Aquellos con mayores niveles de satisfacción vital y una sensación de florecimiento —una medida que incluye propósito, relaciones positivas y desarrollo personal— tendían a usar más plataformas, pero lo hacían de forma pasiva: navegaban, observaban, leían. Por el contrario, quienes reportaban un menor bienestar psicológico eran más propensos a publicar con mayor frecuencia, pero lo hacían en un número más reducido de plataformas. Este contraste entre uso pasivo y activo podría ofrecer pistas sobre cómo cada persona busca, o evita, conexión social online. Paradójicamente, uno de los resultados más curiosos fue que el “florecimiento” estaba positivamente relacionado con un mayor uso de redes sociales. Es decir, algunas personas con buena salud mental parecen disfrutar —e incluso beneficiarse— de su tiempo en línea. Por qué usar gemelos lo cambia todo Este no es un estudio cualquiera. El uso de gemelos idénticos (que comparten el 100% de sus genes) y gemelos fraternos (que comparten alrededor del 50%) permite a los investigadores estimar con precisión cuánto de una conducta está influenciada por la genética, el ambiente compartido (como el hogar familiar) o el ambiente individual (como experiencias únicas). En este caso, al comparar cómo se relacionaban el uso de redes sociales y el bienestar entre diferentes pares de gemelos, se encontró que las similitudes estaban fuertemente ligadas a los genes . Esto no solo refuerza la idea de que existe un componente biológico en cómo usamos la tecnología, sino que también invita a repensar cómo diseñamos políticas, intervenciones o incluso límites parentales. ¿Restringir el acceso a redes? Tal vez no sea la solución En tiempos donde países y escuelas implementan restricciones al uso de móviles y redes sociales entre jóvenes, este estudio sugiere que prohibir o limitar el acceso no es una solución mágica. No todas las personas son igualmente vulnerables a los efectos negativos del uso digital, ni todas las formas de uso son iguales. De hecho, el problema puede no estar en la herramienta, sino en el usuario. O más precisamente, en la combinación única de genes, contexto vital y salud mental de cada persona. Esto refuerza la necesidad de estrategias personalizadas que tengan en cuenta los matices del comportamiento humano, y no solo estadísticas globales. ¿Qué significa esto para ti? No, tus horas en Instagram probablemente no estén pudriendo tu cerebro, como aseguran algunos titulares. Pero tampoco significa que sean inofensivas. Este estudio no exonera a las redes sociales, sino que añade una capa de complejidad. Los efectos existen, pero no son iguales para todos, y no surgen en el vacío. Dependen de quién eres, de tu genética, de tus experiencias y del modo en que interactúas con el entorno digital. Quizás la verdadera clave no esté en desconectarnos del mundo digital, sino en entender mejor cómo nos conectamos con él. Y, sobre todo, en dejar de buscar culpables universales para problemas profundamente individuales.
Muchas personas creen que lucen o se sienten más jóvenes que quienes comparten su edad, pero ¿es esto una percepción real o una ilusión psicológica? Según explicó la psicóloga Leticia Martín Enjuto a la revista 'CuerpoMente', este fenómeno puede estar relacionado con factores como el edadismo, la ansiedad ante el envejecimiento y el entorno social. Por su parte, un estudio citado por 'The Guardian' muestra que el 59 por ciento de los adultos entre 50 y 80 años en Estados Unidos creen verse más jóvenes que sus pares, aunque en muchos casos esta creencia podría no reflejar la realidad. El impacto de la autopercepción en la edad subjetiva De acuerdo con la psicóloga Leticia Martín Enjuto, entrevistada por 'CuerpoMente', la percepción de ser más joven que los demás de la misma edad puede deberse a una actitud psicológica de rechazo al envejecimiento. Esta actitud, conocida como midorexia, implica la resistencia a aceptar el paso del tiempo, lo cual puede traducirse en un estilo de vida, vestimenta y comportamiento más juvenil. No obstante, esta percepción puede también esconder una ansiedad más profunda relacionada con el temor a envejecer e incluso con el miedo a la muerte. “La percepción de una edad subjetiva menor puede actuar como un mecanismo de defensa psicológico”, explicó la experta. El papel del entorno social y cultural El entorno también influye significativamente en la forma en que cada persona percibe su edad. Martín Enjuto señala que contar con apoyo social y formar parte de círculos que proyectan una imagen positiva del envejecimiento puede reforzar una percepción más sana y flexible del paso del tiempo. En contraste, rodearse de personas con actitudes más pasivas o negativas puede contribuir a una visión más deteriorada de uno mismo. ¿Mente joven, cuerpo joven? Más allá de los factores psicológicos defensivos, sentirse “joven de alma” también puede tener fundamentos positivos. Según la misma psicóloga, mantener una mentalidad abierta, curiosa y resiliente está asociado con un menor deterioro cognitivo y una mejor adaptación emocional. Este tipo de mentalidad activa incluso regiones del cerebro relacionadas con la atención y la percepción, como el sistema reticular, lo que puede reforzar la idea de juventud percibida. Percepción vs. realidad: lo que dice la ciencia Una encuesta citada por 'The Guardian', basada en un estudio publicado en la revista 'Psychology and Aging', reveló que casi seis de cada diez adultos estadounidenses entre los 50 y los 80 años creen verse más jóvenes que otros de su misma edad. Solo el 6 por ciento considera que aparenta más años de los que tiene. El informe señala que este fenómeno puede estar influenciado por mecanismos mentales de negación de la vejez y de la mortalidad. También destaca que las mujeres y las personas con mayores ingresos tienden más a considerarse más jóvenes. Sin embargo, esta percepción podría no coincidir con la realidad, y se ve amplificada por estereotipos edadistas que muchas veces se interiorizan desde edades tempranas. Los riesgos del edadismo interiorizado El mismo artículo advierte sobre los peligros del edadismo autoinfligido. Según datos citados, más del 80 por ciento de los adultos mayores han adoptado estereotipos negativos sobre el envejecimiento. Esta visión puede tener efectos negativos no solo en la autoestima, sino también en la salud. Un estudio de 2002 citado por 'The Guardian' encontró que las personas con percepciones más positivas sobre su envejecimiento vivían, en promedio, 7,5 años más que aquellas con visiones negativas. La percepción de verse más joven que los demás puede ser un síntoma de salud mental positiva o, por el contrario, una señal de miedo o negación del envejecimiento. La clave, según los expertos, está en mantener una mente abierta, aceptar el paso del tiempo y rodearse de entornos que valoren la vitalidad más allá de la edad.