Por años, las muelas de juicio, esos terceros molares que suelen aparecer entre los 17 y los 25 años, fueron vistas como un problema dental. Dolor, infecciones y falta de espacio las convirtieron en candidatas habituales para la extracción preventiva, muchas veces antes incluso de que dieran señales de vida. Pero hoy, eso está cambiando. “ La indicación de extraerlas ya no es sistemática. Hoy se evalúa cada caso según los síntomas, la posición del diente, el acceso para la higiene y si hay riesgo de patologías”, explica el doctor Enrique Solano, catedrático de la Universidad Alfonso X El Sabio. Y es que más allá de los motivos clásicos para sacarlas, las muelas de juicio tienen un potencial oculto que hasta hace poco era impensado: pueden ser una fuente rica de células madre mesenquimales, capaces de regenerar tejido óseo, piel e incluso nervios. Investigadores del Centro Nacional de Investigación de Ingeniería de Biomateriales de China descubrieron que la pulpa dental de estas piezas contiene células madre con propiedades similares a las que se extraen de la médula ósea, con capacidad para regenerar tejidos, algo que podría aprovecharse en tratamientos de hueso, piel y hasta nervios. “Las muelas de juicio, que antes se descartaban sin más, pueden ser fuente de vida en un futuro cercano ”, afirman los investigadores. Y no es solo teoría: en países como Estados Unidos y Japón ya existen bancos dentales que ofrecen conservar estas piezas para un eventual uso terapéutico. Eso sí, aún no es una práctica extendida, pero marca una tendencia: lo que hasta ahora era basura clínica, podría convertirse en una herramienta médica. Aunque el uso de estas células madre aún está en fase experimental, los resultados prometen, ya que su aplicación podría tratar enfermedades autoinmunes, regenerar huesos y hasta neuronas. ¿Extraerlas o no? Esa es la pregunta Esto no significa que todas deban conservarse, ni que se elimine la necesidad de extraerlas cuando causan problemas. Si hay inflamación, caries en piezas contiguas, infecciones o afectan la mordida, la intervención sigue siendo necesaria. La diferencia es que ahora se suma un nuevo criterio: el valor biotecnológico. Por eso, los especialistas insisten en la importancia del diagnóstico temprano y el seguimiento odontológico regular.
Todos los ingredientes utilizados en el suministro de alimentos y bebidas no alcohólicas en América latina —incluidos los colorantes, que forman parte de los aditivos alimentarios autorizados— han sido evaluados por autoridades científicas regionales y globales para garantiza su seguridad para el consumo humano. En este marco, los aditivos son aprobados para consumo humano por el Comité Conjunto de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA, por sus siglas en inglés), de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO). Esto significa que especialistas acreditados por las máximas autoridades mundiales en salud y alimentación realizan evaluaciones científicas internacionales sobre todos los aditivos alimentarios y garantizar su seguridad. Así lo dio a conocer en un comunicado la Alianza Latinoamericana de Asociaciones de la Industria de Alimentos y Bebidas (ALAIAB), asverando que “nuestra industria cumple rigurosamente con las especificaciones establecidas por normas internacionales, como el Codex Alimentarius, dependiente de la OMS y FAO”. Asimismo, agregaron, todos los aditivos —naturales y sintéticos— son también revisados y regulados por agencias nacionales competentes. Este sistema multinivel de evaluación y regulación garantiza la seguridad de los alimentos y las bebidas. Aspectos críticos La evaluación de los aditivos alimentarios contempla diversos aspectos críticos, tales como la toxicidad, la determinación de la ingesta diaria admisible (IDA), los niveles de pureza, los usos específicos autorizados y la regulación continua, siempre conforme a estándares internacionales. Por ello, cualquier cambio o revisión normativa debe basarse en la ciencia objetiva y en los conocimientos más actualizados, con el objetivo primordial de proteger la salud de los consumidores. En ese sentido, la ALAIAB señala que la importancia de que cualquier revisión regulatoria relacionada con ingredientes previamente aprobados se base en procesos técnicos rigurosos, consistentes y alineados con los principios de evaluación científica internacionalmente reconocidos. De igual forma, consideran que es valioso que estas decisiones se aborden de manera técnica y coordinada, evitando generar percepciones erróneas que puedan provocar incertidumbre en la población. Fuente: Publimetro
Una nueva prueba de saliva para identificar a los hombres con alto riesgo de cáncer de próstata podría ayudar a encontrar más casos de la enfermedad en una etapa más temprana, cuando los médicos tienen mayores posibilidades de tratarla con éxito. Los investigadores detrás del estudio BARCODE 1, que ayudamos a financiar, dicen que su prueba podría ayudar a “cambiar el rumbo” del cáncer de próstata. Aunque es la segunda causa principal de muerte por cáncer en hombres en el Reino Unido, con unas 12.000 muertes al año, no existe un programa nacional de detección del cáncer de próstata. Esto se debe a que la única opción actual, el análisis de sangre del antígeno prostático específico (PSA), es demasiado imprecisa. En lugar de medir la cantidad de PSA en sangre, la nueva prueba de saliva clasifica a las personas en grupos analizando el ADN de sus muestras de saliva para detectar una serie de pequeños cambios genéticos relacionados con el cáncer de próstata. Los resultados del ensayo sugieren que este método funciona mejor. Los hombres incluidos en el grupo de mayor riesgo con la nueva prueba tienen mayor probabilidad de padecer cáncer de próstata que los hombres con niveles elevados de PSA. La nueva prueba también identificó falsamente el cáncer de próstata menos veces que la prueba de PSA y detectó una mayor proporción de cánceres agresivos. “Con esta prueba, podría ser posible revertir la tendencia del cáncer de próstata”, afirmó Ros Eeles, profesora del Instituto de Investigación del Cáncer y consultora del Royal Marsden NHS Foundation Trust, entidad que dirigió conjuntamente la investigación. “Hemos demostrado que una prueba de saliva sencilla y económica para identificar a los hombres con mayor riesgo debido a su composición genética es una herramienta eficaz para detectar el cáncer en sus etapas iniciales”. Eeles presenta los resultados de BARCODE 1 en la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica en Chicago. Vincula su trabajo con un largo historial de investigación sobre los marcadores genéticos del cáncer de próstata. Basándonos en décadas de investigación sobre los marcadores genéticos del cáncer de próstata, nuestro estudio demuestra que la teoría funciona en la práctica: podemos identificar a los hombres con riesgo de cánceres agresivos que necesitan más pruebas y evitar que los hombres con menor riesgo tengan que someterse a tratamientos innecesarios. De la prueba del PSA a la puntuación de riesgo poligénico En el estudio, se utilizaron muestras de saliva para calcular las puntuaciones de riesgo poligénico (PRS) de cáncer de próstata de más de 6000 hombres europeos. Todos los participantes fueron reclutados a través de sus consultas médicas de cabecera cuando tenían entre 55 y 69 años, una edad en la que el riesgo de cáncer de próstata es mayor. Sus PRS se basaron en 130 variaciones genéticas, muchas de ellas hereditarias, que se ha demostrado que están vinculadas con el cáncer de próstata mediante estudios del ADN de cientos de miles de hombres. Para el BARCODE 1, se invitó a los hombres con el 10% más alto de riesgo a someterse a pruebas de detección adicionales. Tras una resonancia magnética y una biopsia de próstata, 187 de ellos (40% del total) fueron diagnosticados con cáncer de próstata. Esto representa un aumento significativo respecto al 25% de hombres identificados mediante pruebas de PSA que realmente tienen cáncer de próstata. Además, 147 (78%) de los hombres diagnosticados gracias a la nueva prueba de saliva presentaron un nivel de PSA normal, lo que generalmente indicaría que no se requieren más pruebas de detección. Los investigadores también analizaron más de cerca el comportamiento de los cánceres de próstata detectados por su nueva prueba (que puede evaluarse observando cuán anormales parecen, medidos por grado ). La prueba de PSA detecta a muchas personas con cánceres que crecen demasiado lento como para causar impactos significativos en la salud, lo que significa que los hombres pueden someterse a resonancias magnéticas, biopsias invasivas y tratamientos innecesarios. Es importante destacar que la nueva prueba de saliva identificó una mayor proporción de cánceres agresivos, que son de rápido crecimiento y propensos a propagarse, que la prueba de PSA. De los 187 cánceres detectados en BARCODE 1, el 55 % fueron cánceres agresivos, en comparación con el 36 % de los identificados por una prueba de PSA en un estudio reciente. La prueba PRS también es más precisa que una resonancia magnética para los hombres que puntúan dentro del 10% más alto de riesgo genético. Naser Turabi, director de evidencia e implementación, puso los hallazgos en contexto. “Actualmente, no existe un método fiable para detectar el cáncer de próstata agresivo, pero este estudio nos acerca a la detección temprana de la enfermedad en personas que necesitan tratamiento”, afirmó. “Es alentador ver que las pruebas genéticas podrían ayudar a orientar un enfoque de detección más específico basado en el riesgo de desarrollar cáncer de próstata. Se necesita más investigación para confirmar si esta herramienta puede salvar vidas y así poder implementarla para mejorar el diagnóstico”. Desde el inicio de BARCODE 1, un equipo internacional de investigación ha identificado más variantes genéticas asociadas con el riesgo de cáncer de próstata en hombres de ascendencia asiática y africana. El equipo del ICR pretende probar una prueba de saliva en esta población para garantizar que la puntuación de riesgo poligénico beneficie a todos los hombres. También están comparando la prueba de saliva con otras posibles opciones de detección como parte del ensayo TRANSFORM en curso .
Se llaman Rómulo y Remo, tienen seis meses y su aullido parece el del cachorro de cualquier otro mamífero similar. Se trata de dos ejemplares de lobos, pero no son lobos cualquiera: se trata de la especie Aenocyon dirus o lobo terrible (o lobo gigante), un animal que lleva extinto casi 13.000 años, y que la empresa Colossal Bioscience asegura haber sido capaz de 'revivir', convirtiéndolo en el primer animal desextinto de la historia. Estos dos lobos fueron rescatados de la extinción a través de modificaciones genéticas derivadas de un genoma completo del lobo terrible, reconstruido meticulosamente por Colossal a partir de ADN antiguo, hallado en fósiles que datan de hace entre 11.500 y 72.000 años, asegura la compañía en un comentario publicado en las redes sociales, junto a las imágenes de los cánidos. Este momento marca no sólo un hito para nosotros como empresa, sino también un gran avance para la ciencia, la conservación y la humanidad. Colossal Bioscience asegura que su objetivo siempre ha sido revolucionar la historia y convertirse en la primera empresa en utilizar con éxito la tecnología CRISPR para la desextinción de especies previamente extintas. Al conseguirlo, seguimos impulsando nuestra gran misión: aceptar el deber de la humanidad de restaurar la Tierra a un estado más saludable. Ahora, cierra los ojos y esculla este aullido una vez más : estas palabras acompañan a un vídeo en el que se puede ver a dos cachorros de color blanco aullando sin parar. Además de estos dos cachorros, también hay un ejemplar femenino, llamado Khaleesi, que tiene sólo tres meses. ¿Cómo se 'desextingue' un animal? Desde la compañía explican cómo han sido capaces de hacer 'revivir' a este animal: Con la ayuda de una hábil ingeniería genética y ADN antiguo y preservado, los científicos de Colossal han logrado descifrar el genoma del lobo terrible, reescribir el código genético del lobo gris común, para que coincidiera con él, y utilizando perras domésticas como 'madres sustitutas', trajeron al mundo a Rómulo y Remo y a Khalessi —en partos separados, en otoño los primeros y en invierno, la última—, desextinguiendo así por primera vez una especie animal cuyo acervo genético vivo desapareció hace mucho tiempo, explican. Para poder 'desextinguir' al lobo gigante, se llevaron a cabo sólo 20 modificaciones en 14 genes del lobo gris común. Es una cantidad insignificante, teniendo en cuenta que el lobo posee unos 19.000 genes —los humanos y los ratones tienen cerca de 30.000—. Según relataron en la revista TIME , estas pequeñas modificaciones dieron lugar a grandes diferencias entre estas especies, como el color blanco del pelaje, pero también un mayor tamaño, unos hombros con más fuerza, una cabeza más ancha, patas más musculosas y dientes y mandíbulas más grandes. A esto se le suma una vocalización característica y particular del lobo gigante. El genoma del lobo terrible analizado para determinar cuáles fueron esos cambios se extrajo de dos muestras muy antiguas : un diente, con 13.000 años, hallado en Sheridan Pit (Ohio) y el hueso de un oído, de 72.000 años, desenterrado en American Falls (Idaho). Las muestras forman parte de la colección de dos museos, pero los prestaron para poder realizar los trabajos de laboratorio pertinentes. Este no es el único proyecto que tiene en proceso Colossal Bioscience: también está en proceso de 'desextinguir' otros animales desaparecidos, como el dodo o el mamut lanudo , que creen que podría estar 'listo' antes de 2028, o el tilacino o tigre de Tasmania , un animal cuya población se fue reduciendo por acción del hombre hasta desaparecer en 1936, cuando falleció el último ejemplar vivo, un tilacino en cautiverio, que murió de frío. Rómulo y Remo vs. Dolly La clonación genética, por norma general, necesita una muestra de tejido de un animal donante para aislar una única célula. Es el núcleo de esa célula, que contiene todo el ADN del animal, el que se extrae y se inserta en un óvulo cuyo núcleo ha sido extraído. Se deja que el óvulo se desarrolle, hasta llegar al punto de embrión, para después implantarlo en el útero de una 'madre sustituta'. El cachorro resultante es un duplicado genético exacto del animal donante original. Este es el proceso que se llevó a cabo con la oveja Dolly, el primer animal clonado de la historia, en 1996. Sin embargo, en el caso de estos lobos gigantes el enfoque ha sido diferente: se aislaron unas células pero no de una muestra de tejido de lobo gris donante, sino de su sangre. Las células seleccionadas se conocen como células progenitoras endoteliales, que forman el revestimiento de los vasos sanguíneos. Los científicos reescribieron los 14 genes clave del núcleo para que coincidieran con los del lobo terrible y fue este núcleo el que se transfirió a un óvulo desnucleado. Los científicos, según explican desde TIME, fueron capaces de producir 45 óvulos modificados, que se desarrollaron en embriones de laboratorio. Estos se implantaron en las 'madres sustitutas', mixtas de sabueso, elegidas principalmente por su salud pero también por su tamaño, ya que se esperaba que dieran a luz a cachorros de gran tamaño. En cada madre, un embrión logró seguir adelante y procedió a un embarazo a término. Desde la revista apuntan, además, que ninguna de las 'madres sustitutas' sufrió abortos ni muerte fetal. El 1 de octubre de 2024, nacieron Rómulo y Remo; unos meses después, el 30 de enero de 2025, nació Khalessi. Los lobos gigantes son los animales en los que se inspiró George R. R. Martin, en su saga 'Canción de hielo y fuego' —posteriormente llevada a la pequeña pantalla como 'Juego de tronos'— para 'diseñar' a los lobos huargo de la familia Stark.
Una investigación sugiere que el vegetarianismo no es una tendencia nueva; sino que es una práctica con millones de años de antigüedad y adoptada por ancestro de los humanos como el Australopithecus, un género extinto de primates homínidos que vivió hace unos 3,5 millones de años en el sur de África. El estudio publicado en la revista científica Science detalla que esa conclusión procede de un análisis de isótopos de nitrógeno en el esmalte dental fosilizado de siete individuos de Australopithecus, cuyos resultados revelan que estos primeros homínidos se alimentaban principalmente de plantas, sin apenas indicios de consumo de carne. Así, un equipo de investigadores del Instituto Max Planck de Química (Alemania) y de la Universidad de Witwatersrand (Sudáfrica) aporta ahora pruebas de que los antepasados humanos del género Australopithecus que vivieron en el sur de África hace entre 3,7 y 3,3 millones de años se alimentaban principalmente de plantas. De acuerdo con la investigación, las pruebas directas de cuándo apareció la carne entre nuestros primeros antepasados, y de cómo evolucionó su consumo a lo largo del tiempo, han sido esquivas, pese a que el consumo de recursos animales, especialmente carne, se considera un punto de inflexión crucial en la evolución humana. Para llegar a la conclusión del vegetarianismo del Australopithecus, el equipo de investigadores analizó los datos de isótopos estables del esmalte dental de individuos de esos primates hallados en la cueva de Sterkfontein, cerca de Johannesburgo. Compararon los datos isotópicos de Australopithecus con los de muestras dentales de animales coexistentes, incluidos monos, antílopes y grandes depredadores como hienas, chacales y grandes felinos. “El cambio alimentario, en concreto la incorporación de recursos animales, se considera un acontecimiento clave en la evolución humana”. “Esta novedosa herramienta nos permite evaluar, por primera vez, el inicio y la evolución del consumo de recursos animales por parte de los primeros homínidos. Este primer estudio de caso sobre Australopithecus del Miembro 4 de Sterkfontein demuestra la viabilidad del método y aporta nuevos datos sobre la ecología alimentaria de los primeros Australopitecinos”, explicó a Metro Tina Lüdecke, geoquímica del Instituto Max Planck de Química y autora principal del estudio. El equipo de investigadores descubrió que las proporciones de isótopos de nitrógeno en el esmalte dental de Australopithecus variaban, pero eran sistemáticamente bajas, similares a las de los herbívoros, y mucho más bajas que las de los carnívoros contemporáneos concluyendo que la dieta de estos homínidos era variable, pero consistía en gran parte o exclusivamente en alimentos de origen vegetal. Por tanto, destaca el estudio, el Australopithecus no cazaba regularmente grandes mamíferos como hicieron, por ejemplo, los neandertales unos millones de años más tarde. Aunque los investigadores no pueden descartar por completo la posibilidad de un consumo ocasional de fuentes de proteína animal como huevos o termitas, las pruebas indican una dieta predominantemente vegetariana. El equipo de Lüdecke planea ampliar su investigación, recopilando más datos de diferentes especies de homínidos y periodos de tiempo. Su objetivo es examinar fósiles de otros yacimientos clave de África oriental y meridional, así como del sudeste asiático, para explorar cuándo comenzó el consumo de carne, cómo evolucionó y si supuso una ventaja evolutiva para nuestros antepasados. ¿Qué importancia tuvo el consumo de recursos animales en la evolución humana? -Los recursos animales son densos en calorías, ricos en nutrientes y repletos de energía, por lo que son fundamentales para alimentar nuestros cerebros, que consumen una proporción significativa de la energía de nuestro cuerpo. -Mantener esta “gran máquina” en nuestras cabezas habría sido extremadamente difícil para los primeros homínido s que dependían únicamente de alimentos vegetales de baja calidad, sobre todo antes de que el control del fuego permitiera mejorar el procesamiento de los alimentos. -En las sabanas africanas, el consumo de carne proporcionó un recurso de alta calidad que probablemente impulsó la expansión del cerebro, un hito clave en la evolución humana. 4 preguntas a… Tina Lüdecke Geoquímica del Instituto Max Planck de Química y autora principal del estudio. P: ¿Por qué le interesaba estudiar los hábitos alimentarios de los antepasados humanos? –Entender los hábitos alimentarios de los primeros homínidos es crucial porque permite comprender mejor la biología, el comportamiento y la evolución de nuestros primeros antepasados. El cambio alimentario, en concreto la incorporación de recursos animales, se considera un acontecimiento clave en la evolución humana. Sin embargo, las pruebas directas del comportamiento trófico de nuestros antepasados homínidos siguen siendo escasas. Hasta ahora se carecía de una herramienta fiable para reconstruir directamente el comportamiento trófico de los primeros homínidos, pero recientemente hemos desarrollado un método novedoso que puede colmar por fin esta laguna y que ahora aplicamos por primera vez a los primeros homínidos en el estudio reciente. P: ¿Cómo descubrieron que los antepasados humanos del género Australopithecus se alimentaban principalmente de plantas? –Las proporciones de isótopos estables se utilizan desde hace tiempo para reconstruir la dieta. Recientemente, algunos colegas y yo hemos desarrollado un método novedoso para medir la composición isotópica de nitrógeno de la materia orgánica ligada a minerales δ15Nenamel en esmalte dental moderno y fósil. Esta novedosa herramienta nos permite evaluar, por primera vez, el inicio y la evolución del consumo de recursos animales por parte de los primeros homínidos. Este primer estudio de caso sobre Australopithecus del Miembro 4 de Sterkfontein demuestra la viabilidad del método y aporta nuevos datos sobre la ecología alimentaria de los primeros australopitecinos. P: ¿Podría decirnos algo más sobre el estudio del esmalte dental y la importancia de este elemento para sus hallazgos? –El esmalte dental es el material más duro y mineralizado del cuerpo de los mamíferos. En contraste con el hueso y el colágeno (el material en el que antes se realizaban análisis de nitrógeno en los fósiles), el esmalte es posiblemente el tejido biogénico más resistente diagenéticamente del registro geológico debido a la densa estructura mineral de la hidroxiapatita del esmalte dental. Las minúsculas cantidades de materia orgánica presentes en el esmalte dental están bien protegidas por esta dura estructura mineral. La reconstrucción paleodietética a partir de los valores de δ15Nenamel nos proporciona por fin un potente y muy necesario trazador isotópico trófico para periodos prehistóricos, lo que abre nuevas vías de investigación en paleontología. P: ¿Por qué los Australopithecus consumían poca carne? –Básicamente, hay varias razones posibles. - Los Australopithecus tenían dientes y mandíbulas adaptados principalmente para masticar materiales vegetales duros y fibrosos, más que para desgarrar o cortar carne. Sus molares eran grandes y planos, adecuados para triturar frutas, semillas y tubérculos, pero menos especializados para procesar carne en comparación con los homínidos posteriores. - Los primeros australopitecinos, como el grupo que estudiamos, probablemente carecían aún de las herramientas o armas avanzadas necesarias para cazar con eficacia. Se cree que el consumo de carne en los homínidos suele estar correlacionado con el desarrollo de la cooperación y el uso de herramientas, que se acentuaron en especies posteriores como el Homo erectus. - Los Australopithecus vivieron durante mucho tiempo en una gran variedad de entornos del sur y el este de África. Integrar cantidades sustanciales de carne en su dieta significaría competir con muchos depredadores y carroñeros especializados (por ejemplo, grandes felinos, hienas). Competir con estos carnívoros por la carne habría sido arriesgado y menos eficiente que depender de los abundantes recursos vegetales. Fuente: Publimetro
Por años, las muelas de juicio, esos terceros molares que suelen aparecer entre los 17 y los 25 años, fueron vistas como un problema dental. Dolor, infecciones y falta de espacio las convirtieron en candidatas habituales para la extracción preventiva, muchas veces antes incluso de que dieran señales de vida. Pero hoy, eso está cambiando. “ La indicación de extraerlas ya no es sistemática. Hoy se evalúa cada caso según los síntomas, la posición del diente, el acceso para la higiene y si hay riesgo de patologías”, explica el doctor Enrique Solano, catedrático de la Universidad Alfonso X El Sabio. Y es que más allá de los motivos clásicos para sacarlas, las muelas de juicio tienen un potencial oculto que hasta hace poco era impensado: pueden ser una fuente rica de células madre mesenquimales, capaces de regenerar tejido óseo, piel e incluso nervios. Investigadores del Centro Nacional de Investigación de Ingeniería de Biomateriales de China descubrieron que la pulpa dental de estas piezas contiene células madre con propiedades similares a las que se extraen de la médula ósea, con capacidad para regenerar tejidos, algo que podría aprovecharse en tratamientos de hueso, piel y hasta nervios. “Las muelas de juicio, que antes se descartaban sin más, pueden ser fuente de vida en un futuro cercano ”, afirman los investigadores. Y no es solo teoría: en países como Estados Unidos y Japón ya existen bancos dentales que ofrecen conservar estas piezas para un eventual uso terapéutico. Eso sí, aún no es una práctica extendida, pero marca una tendencia: lo que hasta ahora era basura clínica, podría convertirse en una herramienta médica. Aunque el uso de estas células madre aún está en fase experimental, los resultados prometen, ya que su aplicación podría tratar enfermedades autoinmunes, regenerar huesos y hasta neuronas. ¿Extraerlas o no? Esa es la pregunta Esto no significa que todas deban conservarse, ni que se elimine la necesidad de extraerlas cuando causan problemas. Si hay inflamación, caries en piezas contiguas, infecciones o afectan la mordida, la intervención sigue siendo necesaria. La diferencia es que ahora se suma un nuevo criterio: el valor biotecnológico. Por eso, los especialistas insisten en la importancia del diagnóstico temprano y el seguimiento odontológico regular.
Todos los ingredientes utilizados en el suministro de alimentos y bebidas no alcohólicas en América latina —incluidos los colorantes, que forman parte de los aditivos alimentarios autorizados— han sido evaluados por autoridades científicas regionales y globales para garantiza su seguridad para el consumo humano. En este marco, los aditivos son aprobados para consumo humano por el Comité Conjunto de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA, por sus siglas en inglés), de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO). Esto significa que especialistas acreditados por las máximas autoridades mundiales en salud y alimentación realizan evaluaciones científicas internacionales sobre todos los aditivos alimentarios y garantizar su seguridad. Así lo dio a conocer en un comunicado la Alianza Latinoamericana de Asociaciones de la Industria de Alimentos y Bebidas (ALAIAB), asverando que “nuestra industria cumple rigurosamente con las especificaciones establecidas por normas internacionales, como el Codex Alimentarius, dependiente de la OMS y FAO”. Asimismo, agregaron, todos los aditivos —naturales y sintéticos— son también revisados y regulados por agencias nacionales competentes. Este sistema multinivel de evaluación y regulación garantiza la seguridad de los alimentos y las bebidas. Aspectos críticos La evaluación de los aditivos alimentarios contempla diversos aspectos críticos, tales como la toxicidad, la determinación de la ingesta diaria admisible (IDA), los niveles de pureza, los usos específicos autorizados y la regulación continua, siempre conforme a estándares internacionales. Por ello, cualquier cambio o revisión normativa debe basarse en la ciencia objetiva y en los conocimientos más actualizados, con el objetivo primordial de proteger la salud de los consumidores. En ese sentido, la ALAIAB señala que la importancia de que cualquier revisión regulatoria relacionada con ingredientes previamente aprobados se base en procesos técnicos rigurosos, consistentes y alineados con los principios de evaluación científica internacionalmente reconocidos. De igual forma, consideran que es valioso que estas decisiones se aborden de manera técnica y coordinada, evitando generar percepciones erróneas que puedan provocar incertidumbre en la población. Fuente: Publimetro
Una nueva prueba de saliva para identificar a los hombres con alto riesgo de cáncer de próstata podría ayudar a encontrar más casos de la enfermedad en una etapa más temprana, cuando los médicos tienen mayores posibilidades de tratarla con éxito. Los investigadores detrás del estudio BARCODE 1, que ayudamos a financiar, dicen que su prueba podría ayudar a “cambiar el rumbo” del cáncer de próstata. Aunque es la segunda causa principal de muerte por cáncer en hombres en el Reino Unido, con unas 12.000 muertes al año, no existe un programa nacional de detección del cáncer de próstata. Esto se debe a que la única opción actual, el análisis de sangre del antígeno prostático específico (PSA), es demasiado imprecisa. En lugar de medir la cantidad de PSA en sangre, la nueva prueba de saliva clasifica a las personas en grupos analizando el ADN de sus muestras de saliva para detectar una serie de pequeños cambios genéticos relacionados con el cáncer de próstata. Los resultados del ensayo sugieren que este método funciona mejor. Los hombres incluidos en el grupo de mayor riesgo con la nueva prueba tienen mayor probabilidad de padecer cáncer de próstata que los hombres con niveles elevados de PSA. La nueva prueba también identificó falsamente el cáncer de próstata menos veces que la prueba de PSA y detectó una mayor proporción de cánceres agresivos. “Con esta prueba, podría ser posible revertir la tendencia del cáncer de próstata”, afirmó Ros Eeles, profesora del Instituto de Investigación del Cáncer y consultora del Royal Marsden NHS Foundation Trust, entidad que dirigió conjuntamente la investigación. “Hemos demostrado que una prueba de saliva sencilla y económica para identificar a los hombres con mayor riesgo debido a su composición genética es una herramienta eficaz para detectar el cáncer en sus etapas iniciales”. Eeles presenta los resultados de BARCODE 1 en la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica en Chicago. Vincula su trabajo con un largo historial de investigación sobre los marcadores genéticos del cáncer de próstata. Basándonos en décadas de investigación sobre los marcadores genéticos del cáncer de próstata, nuestro estudio demuestra que la teoría funciona en la práctica: podemos identificar a los hombres con riesgo de cánceres agresivos que necesitan más pruebas y evitar que los hombres con menor riesgo tengan que someterse a tratamientos innecesarios. De la prueba del PSA a la puntuación de riesgo poligénico En el estudio, se utilizaron muestras de saliva para calcular las puntuaciones de riesgo poligénico (PRS) de cáncer de próstata de más de 6000 hombres europeos. Todos los participantes fueron reclutados a través de sus consultas médicas de cabecera cuando tenían entre 55 y 69 años, una edad en la que el riesgo de cáncer de próstata es mayor. Sus PRS se basaron en 130 variaciones genéticas, muchas de ellas hereditarias, que se ha demostrado que están vinculadas con el cáncer de próstata mediante estudios del ADN de cientos de miles de hombres. Para el BARCODE 1, se invitó a los hombres con el 10% más alto de riesgo a someterse a pruebas de detección adicionales. Tras una resonancia magnética y una biopsia de próstata, 187 de ellos (40% del total) fueron diagnosticados con cáncer de próstata. Esto representa un aumento significativo respecto al 25% de hombres identificados mediante pruebas de PSA que realmente tienen cáncer de próstata. Además, 147 (78%) de los hombres diagnosticados gracias a la nueva prueba de saliva presentaron un nivel de PSA normal, lo que generalmente indicaría que no se requieren más pruebas de detección. Los investigadores también analizaron más de cerca el comportamiento de los cánceres de próstata detectados por su nueva prueba (que puede evaluarse observando cuán anormales parecen, medidos por grado ). La prueba de PSA detecta a muchas personas con cánceres que crecen demasiado lento como para causar impactos significativos en la salud, lo que significa que los hombres pueden someterse a resonancias magnéticas, biopsias invasivas y tratamientos innecesarios. Es importante destacar que la nueva prueba de saliva identificó una mayor proporción de cánceres agresivos, que son de rápido crecimiento y propensos a propagarse, que la prueba de PSA. De los 187 cánceres detectados en BARCODE 1, el 55 % fueron cánceres agresivos, en comparación con el 36 % de los identificados por una prueba de PSA en un estudio reciente. La prueba PRS también es más precisa que una resonancia magnética para los hombres que puntúan dentro del 10% más alto de riesgo genético. Naser Turabi, director de evidencia e implementación, puso los hallazgos en contexto. “Actualmente, no existe un método fiable para detectar el cáncer de próstata agresivo, pero este estudio nos acerca a la detección temprana de la enfermedad en personas que necesitan tratamiento”, afirmó. “Es alentador ver que las pruebas genéticas podrían ayudar a orientar un enfoque de detección más específico basado en el riesgo de desarrollar cáncer de próstata. Se necesita más investigación para confirmar si esta herramienta puede salvar vidas y así poder implementarla para mejorar el diagnóstico”. Desde el inicio de BARCODE 1, un equipo internacional de investigación ha identificado más variantes genéticas asociadas con el riesgo de cáncer de próstata en hombres de ascendencia asiática y africana. El equipo del ICR pretende probar una prueba de saliva en esta población para garantizar que la puntuación de riesgo poligénico beneficie a todos los hombres. También están comparando la prueba de saliva con otras posibles opciones de detección como parte del ensayo TRANSFORM en curso .
Se llaman Rómulo y Remo, tienen seis meses y su aullido parece el del cachorro de cualquier otro mamífero similar. Se trata de dos ejemplares de lobos, pero no son lobos cualquiera: se trata de la especie Aenocyon dirus o lobo terrible (o lobo gigante), un animal que lleva extinto casi 13.000 años, y que la empresa Colossal Bioscience asegura haber sido capaz de 'revivir', convirtiéndolo en el primer animal desextinto de la historia. Estos dos lobos fueron rescatados de la extinción a través de modificaciones genéticas derivadas de un genoma completo del lobo terrible, reconstruido meticulosamente por Colossal a partir de ADN antiguo, hallado en fósiles que datan de hace entre 11.500 y 72.000 años, asegura la compañía en un comentario publicado en las redes sociales, junto a las imágenes de los cánidos. Este momento marca no sólo un hito para nosotros como empresa, sino también un gran avance para la ciencia, la conservación y la humanidad. Colossal Bioscience asegura que su objetivo siempre ha sido revolucionar la historia y convertirse en la primera empresa en utilizar con éxito la tecnología CRISPR para la desextinción de especies previamente extintas. Al conseguirlo, seguimos impulsando nuestra gran misión: aceptar el deber de la humanidad de restaurar la Tierra a un estado más saludable. Ahora, cierra los ojos y esculla este aullido una vez más : estas palabras acompañan a un vídeo en el que se puede ver a dos cachorros de color blanco aullando sin parar. Además de estos dos cachorros, también hay un ejemplar femenino, llamado Khaleesi, que tiene sólo tres meses. ¿Cómo se 'desextingue' un animal? Desde la compañía explican cómo han sido capaces de hacer 'revivir' a este animal: Con la ayuda de una hábil ingeniería genética y ADN antiguo y preservado, los científicos de Colossal han logrado descifrar el genoma del lobo terrible, reescribir el código genético del lobo gris común, para que coincidiera con él, y utilizando perras domésticas como 'madres sustitutas', trajeron al mundo a Rómulo y Remo y a Khalessi —en partos separados, en otoño los primeros y en invierno, la última—, desextinguiendo así por primera vez una especie animal cuyo acervo genético vivo desapareció hace mucho tiempo, explican. Para poder 'desextinguir' al lobo gigante, se llevaron a cabo sólo 20 modificaciones en 14 genes del lobo gris común. Es una cantidad insignificante, teniendo en cuenta que el lobo posee unos 19.000 genes —los humanos y los ratones tienen cerca de 30.000—. Según relataron en la revista TIME , estas pequeñas modificaciones dieron lugar a grandes diferencias entre estas especies, como el color blanco del pelaje, pero también un mayor tamaño, unos hombros con más fuerza, una cabeza más ancha, patas más musculosas y dientes y mandíbulas más grandes. A esto se le suma una vocalización característica y particular del lobo gigante. El genoma del lobo terrible analizado para determinar cuáles fueron esos cambios se extrajo de dos muestras muy antiguas : un diente, con 13.000 años, hallado en Sheridan Pit (Ohio) y el hueso de un oído, de 72.000 años, desenterrado en American Falls (Idaho). Las muestras forman parte de la colección de dos museos, pero los prestaron para poder realizar los trabajos de laboratorio pertinentes. Este no es el único proyecto que tiene en proceso Colossal Bioscience: también está en proceso de 'desextinguir' otros animales desaparecidos, como el dodo o el mamut lanudo , que creen que podría estar 'listo' antes de 2028, o el tilacino o tigre de Tasmania , un animal cuya población se fue reduciendo por acción del hombre hasta desaparecer en 1936, cuando falleció el último ejemplar vivo, un tilacino en cautiverio, que murió de frío. Rómulo y Remo vs. Dolly La clonación genética, por norma general, necesita una muestra de tejido de un animal donante para aislar una única célula. Es el núcleo de esa célula, que contiene todo el ADN del animal, el que se extrae y se inserta en un óvulo cuyo núcleo ha sido extraído. Se deja que el óvulo se desarrolle, hasta llegar al punto de embrión, para después implantarlo en el útero de una 'madre sustituta'. El cachorro resultante es un duplicado genético exacto del animal donante original. Este es el proceso que se llevó a cabo con la oveja Dolly, el primer animal clonado de la historia, en 1996. Sin embargo, en el caso de estos lobos gigantes el enfoque ha sido diferente: se aislaron unas células pero no de una muestra de tejido de lobo gris donante, sino de su sangre. Las células seleccionadas se conocen como células progenitoras endoteliales, que forman el revestimiento de los vasos sanguíneos. Los científicos reescribieron los 14 genes clave del núcleo para que coincidieran con los del lobo terrible y fue este núcleo el que se transfirió a un óvulo desnucleado. Los científicos, según explican desde TIME, fueron capaces de producir 45 óvulos modificados, que se desarrollaron en embriones de laboratorio. Estos se implantaron en las 'madres sustitutas', mixtas de sabueso, elegidas principalmente por su salud pero también por su tamaño, ya que se esperaba que dieran a luz a cachorros de gran tamaño. En cada madre, un embrión logró seguir adelante y procedió a un embarazo a término. Desde la revista apuntan, además, que ninguna de las 'madres sustitutas' sufrió abortos ni muerte fetal. El 1 de octubre de 2024, nacieron Rómulo y Remo; unos meses después, el 30 de enero de 2025, nació Khalessi. Los lobos gigantes son los animales en los que se inspiró George R. R. Martin, en su saga 'Canción de hielo y fuego' —posteriormente llevada a la pequeña pantalla como 'Juego de tronos'— para 'diseñar' a los lobos huargo de la familia Stark.
Una investigación sugiere que el vegetarianismo no es una tendencia nueva; sino que es una práctica con millones de años de antigüedad y adoptada por ancestro de los humanos como el Australopithecus, un género extinto de primates homínidos que vivió hace unos 3,5 millones de años en el sur de África. El estudio publicado en la revista científica Science detalla que esa conclusión procede de un análisis de isótopos de nitrógeno en el esmalte dental fosilizado de siete individuos de Australopithecus, cuyos resultados revelan que estos primeros homínidos se alimentaban principalmente de plantas, sin apenas indicios de consumo de carne. Así, un equipo de investigadores del Instituto Max Planck de Química (Alemania) y de la Universidad de Witwatersrand (Sudáfrica) aporta ahora pruebas de que los antepasados humanos del género Australopithecus que vivieron en el sur de África hace entre 3,7 y 3,3 millones de años se alimentaban principalmente de plantas. De acuerdo con la investigación, las pruebas directas de cuándo apareció la carne entre nuestros primeros antepasados, y de cómo evolucionó su consumo a lo largo del tiempo, han sido esquivas, pese a que el consumo de recursos animales, especialmente carne, se considera un punto de inflexión crucial en la evolución humana. Para llegar a la conclusión del vegetarianismo del Australopithecus, el equipo de investigadores analizó los datos de isótopos estables del esmalte dental de individuos de esos primates hallados en la cueva de Sterkfontein, cerca de Johannesburgo. Compararon los datos isotópicos de Australopithecus con los de muestras dentales de animales coexistentes, incluidos monos, antílopes y grandes depredadores como hienas, chacales y grandes felinos. “El cambio alimentario, en concreto la incorporación de recursos animales, se considera un acontecimiento clave en la evolución humana”. “Esta novedosa herramienta nos permite evaluar, por primera vez, el inicio y la evolución del consumo de recursos animales por parte de los primeros homínidos. Este primer estudio de caso sobre Australopithecus del Miembro 4 de Sterkfontein demuestra la viabilidad del método y aporta nuevos datos sobre la ecología alimentaria de los primeros Australopitecinos”, explicó a Metro Tina Lüdecke, geoquímica del Instituto Max Planck de Química y autora principal del estudio. El equipo de investigadores descubrió que las proporciones de isótopos de nitrógeno en el esmalte dental de Australopithecus variaban, pero eran sistemáticamente bajas, similares a las de los herbívoros, y mucho más bajas que las de los carnívoros contemporáneos concluyendo que la dieta de estos homínidos era variable, pero consistía en gran parte o exclusivamente en alimentos de origen vegetal. Por tanto, destaca el estudio, el Australopithecus no cazaba regularmente grandes mamíferos como hicieron, por ejemplo, los neandertales unos millones de años más tarde. Aunque los investigadores no pueden descartar por completo la posibilidad de un consumo ocasional de fuentes de proteína animal como huevos o termitas, las pruebas indican una dieta predominantemente vegetariana. El equipo de Lüdecke planea ampliar su investigación, recopilando más datos de diferentes especies de homínidos y periodos de tiempo. Su objetivo es examinar fósiles de otros yacimientos clave de África oriental y meridional, así como del sudeste asiático, para explorar cuándo comenzó el consumo de carne, cómo evolucionó y si supuso una ventaja evolutiva para nuestros antepasados. ¿Qué importancia tuvo el consumo de recursos animales en la evolución humana? -Los recursos animales son densos en calorías, ricos en nutrientes y repletos de energía, por lo que son fundamentales para alimentar nuestros cerebros, que consumen una proporción significativa de la energía de nuestro cuerpo. -Mantener esta “gran máquina” en nuestras cabezas habría sido extremadamente difícil para los primeros homínido s que dependían únicamente de alimentos vegetales de baja calidad, sobre todo antes de que el control del fuego permitiera mejorar el procesamiento de los alimentos. -En las sabanas africanas, el consumo de carne proporcionó un recurso de alta calidad que probablemente impulsó la expansión del cerebro, un hito clave en la evolución humana. 4 preguntas a… Tina Lüdecke Geoquímica del Instituto Max Planck de Química y autora principal del estudio. P: ¿Por qué le interesaba estudiar los hábitos alimentarios de los antepasados humanos? –Entender los hábitos alimentarios de los primeros homínidos es crucial porque permite comprender mejor la biología, el comportamiento y la evolución de nuestros primeros antepasados. El cambio alimentario, en concreto la incorporación de recursos animales, se considera un acontecimiento clave en la evolución humana. Sin embargo, las pruebas directas del comportamiento trófico de nuestros antepasados homínidos siguen siendo escasas. Hasta ahora se carecía de una herramienta fiable para reconstruir directamente el comportamiento trófico de los primeros homínidos, pero recientemente hemos desarrollado un método novedoso que puede colmar por fin esta laguna y que ahora aplicamos por primera vez a los primeros homínidos en el estudio reciente. P: ¿Cómo descubrieron que los antepasados humanos del género Australopithecus se alimentaban principalmente de plantas? –Las proporciones de isótopos estables se utilizan desde hace tiempo para reconstruir la dieta. Recientemente, algunos colegas y yo hemos desarrollado un método novedoso para medir la composición isotópica de nitrógeno de la materia orgánica ligada a minerales δ15Nenamel en esmalte dental moderno y fósil. Esta novedosa herramienta nos permite evaluar, por primera vez, el inicio y la evolución del consumo de recursos animales por parte de los primeros homínidos. Este primer estudio de caso sobre Australopithecus del Miembro 4 de Sterkfontein demuestra la viabilidad del método y aporta nuevos datos sobre la ecología alimentaria de los primeros australopitecinos. P: ¿Podría decirnos algo más sobre el estudio del esmalte dental y la importancia de este elemento para sus hallazgos? –El esmalte dental es el material más duro y mineralizado del cuerpo de los mamíferos. En contraste con el hueso y el colágeno (el material en el que antes se realizaban análisis de nitrógeno en los fósiles), el esmalte es posiblemente el tejido biogénico más resistente diagenéticamente del registro geológico debido a la densa estructura mineral de la hidroxiapatita del esmalte dental. Las minúsculas cantidades de materia orgánica presentes en el esmalte dental están bien protegidas por esta dura estructura mineral. La reconstrucción paleodietética a partir de los valores de δ15Nenamel nos proporciona por fin un potente y muy necesario trazador isotópico trófico para periodos prehistóricos, lo que abre nuevas vías de investigación en paleontología. P: ¿Por qué los Australopithecus consumían poca carne? –Básicamente, hay varias razones posibles. - Los Australopithecus tenían dientes y mandíbulas adaptados principalmente para masticar materiales vegetales duros y fibrosos, más que para desgarrar o cortar carne. Sus molares eran grandes y planos, adecuados para triturar frutas, semillas y tubérculos, pero menos especializados para procesar carne en comparación con los homínidos posteriores. - Los primeros australopitecinos, como el grupo que estudiamos, probablemente carecían aún de las herramientas o armas avanzadas necesarias para cazar con eficacia. Se cree que el consumo de carne en los homínidos suele estar correlacionado con el desarrollo de la cooperación y el uso de herramientas, que se acentuaron en especies posteriores como el Homo erectus. - Los Australopithecus vivieron durante mucho tiempo en una gran variedad de entornos del sur y el este de África. Integrar cantidades sustanciales de carne en su dieta significaría competir con muchos depredadores y carroñeros especializados (por ejemplo, grandes felinos, hienas). Competir con estos carnívoros por la carne habría sido arriesgado y menos eficiente que depender de los abundantes recursos vegetales. Fuente: Publimetro