Producción de papayas en La Serena en riesgo por crisis hídrica y expansión urbana

La escasez de papayos en los valles costeros de La Serena y Coquimbo es una realidad cada vez más evidente. Según el seremi de Agricultura, Christian Álvarez, la región cuenta actualmente con 225 hectáreas de papaya, de las cuales poco más de 100 se encuentran en la comuna serenense. Este descenso ha sido constante en los últimos años, y las razones son diversas.

“Efectivamente, hoy día contamos aproximadamente con 225 hectáreas de papaya en la Región de Coquimbo, un poquito más de 100 hectáreas, particularmente en la comuna de La Serena. Las principales razones que se deben para la disminución hacen referencia a la competencia que se produce por el uso del suelo en la zona donde históricamente la papaya está localizada”, señala Álvarez.

El factor urbano es uno de los más críticos. Los sectores costeros, ideales para el cultivo debido a su clima sin heladas, han sido reemplazados progresivamente por proyectos inmobiliarios. “Varios de los agricultores históricos de papaya han estado loteando o vendiendo a empresas inmobiliarias”, agrega el seremi.

A esto se suma la crisis hídrica que afecta a toda la región, encareciendo la producción y haciendo necesario invertir en riego tecnificado. Desde el Ministerio de Agricultura, a través del INIA, se trabaja en un proyecto para revalorizar el cultivo y darle nuevos usos. “Principalmente tratando de agregarle un valor agregado, como, por ejemplo, el uso químico de algunos componentes de la papaya o también con preparaciones gourmet que difieran de las tradicionales como la papaya confitada o en bombones”, explica Álvarez.

Elicio Moraga, dedicado a la papaya desde 1985, observa con preocupación cómo esta actividad emblemática se reduce sin remedio. “Hace varios años se viene produciendo esta disminución en la producción de papayas… Tal vez, lo primero es la reducción de la superficie adecuada para este cultivo por todo lo que ya sabemos del desarrollo urbano”, relata.

La escasez de agua, el cambio climático y los altos costos de producción son parte del escenario adverso. “Estamos hablando de un cultivo que encuentra su equilibrio por ahí por las 250 hectáreas a nivel país. Ya hoy eso tiene otras cosas negativas en el sentido que a nivel central nadie se preocupa por un cultivo con una superficie tan pequeña”, advierte Moraga.

La falta de apoyo institucional y la falta de adaptación de la investigación agrícola a las realidades locales son aspectos que preocupan al productor. “Desde el Ministerio de Agricultura dicen muchas cosas, pero yo creo que es solo discurso… En Santiago se centraliza todo esto y es un mundo distinto si pensamos en agricultura de la Cuarta Región versus la zona central”, reflexiona.

Amanda González, ex productora, coincide en que la superficie cultivada ha disminuido cerca del 60% en las últimas dos décadas. “Bajaron las expectativas de exportación y hoy en día se consume casi a nivel regional… muchas veces para los productores no es tan buen negocio”, comenta.

A pesar de las dificultades, la papaya sigue siendo un símbolo inseparable de La Serena. Moraga reconoce el fuerte vínculo entre la fruta y la identidad local. “La gente acostumbra cuando viene acá a buscar papayas... Eso mantiene vivo el sistema”, comenta.

Sin embargo, advierte que el alto costo del producto dificulta su consumo masivo. “Un frasco de papaya hoy día debe estar del orden de 7 u 8 mil pesos versus un tarro de durazno en 2 mil pesos... Yo creo que estos cultivos y la papaya no van a morir, siempre va a haber gente interesada en mantener esta cosa”, concluye Moraga.

Entre nostalgias y desafíos, los agricultores coinciden en que sin políticas públicas específicas y sin freno al avance urbano, la papaya serenense corre el riesgo de convertirse en un recuerdo más que en una tradición viva.