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La importancia de las sensaciones que produce el tacto

El tacto forma parte del sistema sensorial, que está permanentemente activo en el ser humano. Es un sentido que funcionaría incluso si nos privaran de los demás.

5 de julio de 2022

El tacto es uno de los sentidos humanos, compartido con otros animales superiores. Permite percibir las cualidades de los objetos y medios, tales como la textura, presión, temperatura y dureza. También es el que nos permite sentir ciertos estímulos que luego se convierten en placer y en dolor.

El tacto es un sentido clave y tan vital como la vista o el oído, pero mucho menos visibilizado y más difícil de estudiar. Esto quizá se debe a que es un sentido pasivo que no podemos usar a voluntad, a punto tal que muchas veces ni siquiera lo asociamos con las sensaciones concretas que nos permite, como el frío o el dolor.

El tacto forma parte del sistema sensorial, que está permanentemente activo en el ser humano.

Es un sentido que funcionaría incluso si nos privaran de los demás.

Opera en base a la confluencia del sistema nervioso y de la piel, nuestro órgano más extenso.

Utiliza una importante y diversa cantidad de receptores que transmiten al lóbulo parietal del cerebro, encargado de descifrar los estímulos nerviosos y proporcionarles una respuesta.

El tacto también opera en base a las sensaciones internas del cuerpo: el movimiento, la presión, el dolor, todo es registrado por el sistema nervioso, que nos tiene constantemente alerta sobre el estado de nuestro organismo.

Órganos involucrados en el tacto

El tacto no se encuentra confinado a un órgano principal, como ocurre con la vista o la audición. Por el contrario, se extiende a lo largo y ancho de nuestra piel y nuestros tejidos internos.

La piel es de suma importante para el organismo. En primer lugar, es una barrera protectora que nos aísla y comunica selectivamente con el afuera. Por otro lado, nos mantiene constantemente informados sobre la temperatura ambiental, sobre los daños que sufrimos o sobre los objetos que tropezamos.

La piel cuenta con sensibilidad por toda su superficie, pero concentra sus receptores especializados en algunas zonas específicas. Por ejemplo, la lengua o la punta de los dedos son particularmente sensibles. Por otro lado, los genitales son la zona más sensible, ya que son responsables de las sensaciones placenteras del coito, necesarias para la reproducción.

Presión 

Los encargados de registrar la presión en la piel son los corpúsculos de Pacini. Suelen acumularse en áreas próximas a las articulaciones, en tejidos profundos y en las mamas y los genitales. Son gruesos, con forma de cebolla, y son muy sensibles a la vibración o la variación. Su concentración en el rostro lo hacen particularmente sensible.

Temperatura

Los encargados de registrar la temperatura en la piel son los corpúsculos de Ruffini. Se encuentran por debajo de la piel y son capaces de informar tanto de las subidas como las bajadas de temperatura.

La lengua es el órgano en donde más se acumulan. Además, son los responsables de iniciar las acciones para combatir el frío o el calor, como la sudoración, el temblor o la vasoconstricción o vasodilatación.

Dolor

Los receptores especializados en el dolor se denominan nociceptores. Se encuentran muy repartidos por la piel, haciendo énfasis en las zonas más vulnerables, ya que su misión es alertar al cuerpo de las lesiones sufridas lo más rápida y focalizadamente posible, para evitar la fuente del dolor.

El tacto y el cerebro

El cerebro recibe en cada lóbulo parietal todas las emisiones nerviosas provenientes del costado contrario del cuerpo. Para ello dispone de dos áreas sensibles, llamadas áreas somatosensitivas (I y II) que ocupan distintas porciones de cerebro.

Estas áreas permiten dos tipos de percepción:


Autopercepción consciente. La que notamos y diferenciamos activamente.

​Autopercepción inconsciente. Es una percepción pasiva, que registra el mundo a nuestro alrededor o el dolor ante alguna situación.​

¿Por qué es importante el tacto?

El tacto es fundamental para la vida. Nos alerta constantemente de la situación en que nos encontramos, de la situación de nuestro entorno y nos da una señal de peligro en caso de que nos hagamos daño: el dolor.

Sin dichos estímulos, podríamos realizar acciones sin saber que nos estamos lastimando, o nos costaría mucho más determinar ciertos estímulos corporales. Además de ofrecernos los placeres asociados al tacto, este sentido nos permite comunicarnos con otros seres humanos, a través de abrazos, apretones de mano, etc.

Enfermedades que afectan el tacto

Algunas afecciones comunes del tacto son:​

  • Hiperestesia. Percepción exagerada de las sensaciones táctiles, debido a un trastorno de percepción, que ocasiona reacciones desmedidas ante el menor estímulo.
  • Hipoestesia. Lo contrario al anterior: una notoria disminución en la capacidad para percibir los estímulos táctiles, haciendo que todo se perciba muy mitigado o lejano.
  • Anestesia. Ausencia total de estímulos táctiles en alguna región del cuerpo.
  • Hiperalgesia. Aumento desmedido de la sensación de dolor, haciendo que todo duela más y que se responda de modo desproporcionado al grado de daño infligido.
  • Hipoalgesia. Lo contrario: ausencia de la percepción del dolor, lo cual impide al individuo darse cuenta a tiempo del daño que se causa o recibe, o haciendo que se lo perciba como menor de lo que realmente es.


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