El miedo a la oscuridad, también conocido como escotofobia, es el miedo irracional y extremo a la oscuridad. Este trastorno fóbico se cataloga dentro de los trastornos de ansiedad y las personas que lo sufren muestran síntomas como una ansiedad extrema y un miedo irracional a este estímulo. Este miedo les lleva a evitar situaciones y lugares oscuros e incluso pueden experimentar malestar pensado únicamente en ello. La sensación de pánico que invade a estas personas no se debe a la ausencia de luz, sino a los peligros que esa persona cree que se esconden en la oscuridad. Las causas que desencadenan ese miedo irracional puede ser un aprendizaje por observación por un trauma o por libros, películas de terror que están relacionados con ausencia de luz.

Cualquier persona puede desarrollar miedo a la oscuridad si realiza una interpretación errónea de alguna situación o estímulo relacionado con la oscuridad o bien que por cualquier circunstancia el miedo como algo evolutivo se enquiste y no se supere con éxito. Aunque suele desarrollarse en personas con rasgos ansiosos o a sentirse temerosos. Pero lo que crea y mantiene a la fobia no es un perfil determinado de personalidad, sino la reacción de una persona.

El cómo nos acostumbramos a dormir durante la infancia puede ser una fuente de ese miedo, es decir, si un niño tiene miedo a la oscuridad va a retrasar su hora de ir a la cama, no va a querer dormir sólo o si accede a ello lo hará con la luz encendida. El miedo a la oscuridad es uno de los miedos más comunes en la infancia, de hecho es considerado un miedo evolutivo que normalmente desaparece por sí sólo cuando los niños alcanzan más o menos los 8- 9 años de edad. Esta fobia puede aparecer por varios motivos, algunos de ellos puede ser: por una experiencia traumática, por ejemplo cuando al niño se le ha castigado en una habitación oscura tiene mayor probabilidad de desarrollar este tipo de fobia. Otra de las causas son las imágenes vistas en una película de terror, ya que en este tipo de películas la aparición de fantasmas o monstruos suelen ocurrir en la noche y en la oscuridad. Otro motivo por el que se pueda desarrollar miedo a la oscuridad es el aprendizaje por observación.

En la mayoría de las ocasiones el miedo a la oscuridad está asociado a la claustrofobia, ya que quien siente este miedo irracional a la oscuridad, al no poder ver nada le hace sentir como encerrado y que el intentar escapar de ese lugar le será imposible.

En adultos, sobre todo en ancianos, el miedo a la muerte suele asociarse al miedo a la oscuridad, ya que el momento de irse a dormir lo utilizan para reflexionar sobre la proximidad de la muerte y esta reflexión se produce en la oscuridad.

Emociones que desencadena el miedo a la oscuridad

Cuando una persona está sufriendo un ataque de miedo está teniendo sensaciones desagradables asociadas con la respuesta de miedo y que se alimentan por lo pensamientos catastróficos que en esos momentos invaden a la persona. Para controlar todo esto lo mejor es cambiar el foco de atención, es decir si la persona centra su atención en los síntomas ansiosos que puede estar experimentando en ese momento lo único que va a conseguir es que estos se intensifiquen. Este cambio de foco tiene que ir acompañado de respiraciones profundas y de mensajes tranquilizadores.

Como cualquier otra fobia, el miedo a la oscuridad, si se mantiene en el tiempo y su intensidad es desbordante puede tener un gran impacto en el día a día de la persona que la padece, ya que el individuo se siente deprimido, ansioso y muy nervioso la mayor parte del tiempo.