Siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras. Y es totalmente cierto. El ser humano no se limita solamente a los sonidos para desarrollar una conversación, sino que también usa e interpreta las imágenes. Esto es lo que ocurre con el llamado efecto McGurk, que hace que nuestro cerebro relacione las imágenes y el movimiento de los labios al hablar con los sonidos de las palabras. ¿Qué es el efecto McGurk? Según el estudio de Beauchamp, el efecto McGurk se define como un fenómeno perceptivo que marca una clara relación entre lo que se escucha y lo que se ve. Esto indica que nuestros sentidos no están aislados unos de otros, sino que están relacionados e interactúan entre sí. Se trata de una transversalidad entre los sentidos de un cerebro multisensorial que procesa el audio y la imagen de forma simultánea. Por ejemplo, ¿alguna vez habéis hablado con alguien en un entorno ruidoso y mirás a la boca para intentar percibir lo que dice? Pues esto es lo que ocurre con el efecto McGurk. Miramos a los labios de una persona cuando habla, pero lo que escuchamos no coincide con lo que está diciendo. ¿Por qué se produce? El efecto McGurk se produce porque el oído no percibe una señal auditiva clara y entendible, por eso se apoya en la articulación visual de los labios para interpretar lo que se quiere decir. En resumen, el efecto McGurk es una ilusión o percepción de un sonido, que lleva a que cada persona pueda interpretar una palabra diferente. Además de con los labios, también se puede producir el efecto McGurk con palabras escritas. Según te enfoques en una de las dos palabras que se recalcan, escucharás una u otra. No se trata de magia, sino de una jugada del cerebro para entender lo que estamos escuchando. Por lo tanto, es el cerebro el que provoca este fenómeno al comprender no solo con los oídos, sino también con los ojos.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Southampton logró encapsular la totalidad del genoma humano en un diminuto cristal de memoria 5D. Buscan así preservar la información de nuestra especie, para que, algún día, alguien o algo pueda descifrar que la humanidad existió en este universo. El cristal es similar al cuarzo fundido, cabe en la palma de una mano y puede almacenar hasta 360 terabytes de información durante miles de millones de años. El genoma humano es la secuencia de ADN contenida en 23 pares de cromosomas en el núcleo de cada célula humana. Es resistente a condiciones muy extremas: congelamiento, radiación cósmica, fuerza de impacto directa de 10 toneladas por cm², fuego y temperaturas de hasta 1000 °C. Obtuvo el premio Guinness en 2014 como material más duradero. Los científicos, liderados por el profesor Peter Kazansky, usaron láseres ultrarrápidos para grabar la información del genoma en 5 dimensiones, en recovecos de sólo 20 nanómetros, (el equivalente 20 mil millonésimas de un metro). Para los 3 mil millones de letras del genoma, cada letra se secuenció 150 veces para asegurarse de que estuviera en la posición correcta. “Además de preservar el genoma humano, esta tecnología también podría utilizarse para crear un archivo digital de las especies en peligro de extinción. Al almacenar su información genética en cristales de memoria 5D, podríamos garantizar la supervivencia de una gran diversidad de vida en caso de que las especies se extinguieran en la naturaleza”, explicó Kazansky. Mensaje en una botella digital y universal Aunque la creación de organismos vivos a partir de información genética aún se encuentra en sus primeras etapas, los avances en biología sintética son prometedores. En un futuro lejano, se podrían utilizar los datos almacenados en estos cristales para recrear seres humanos, animales y plantas extintas. Sabemos por el trabajo de otros que el material genético de organismos simples se puede sintetizar y utilizar en una célula existente para crear un espécimen vivo viable en un laboratorio, afirmó Kazansky. Además, el científico explicó que el cristal incluye una clave visual que permite a quien lo descubra entender tanto los datos almacenados como su posible aplicación. Esta clave contiene elementos fundamentales como el hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno, así como las cuatro bases del ADN: adenina, citosina, guanina y timina. Además, muestra cómo se organizan los genes dentro de los cromosomas, que a su vez se insertan en las células. “El cristal de memoria 5D abre posibilidades para que otros investigadores construyan un depósito permanente de información genómica a partir del cual se podrían restaurar organismos complejos como plantas y animales si la ciencia lo permite en el futuro”, afirmó el científico. Mientras tanto, el cristal se almacenará en el archivo llamado Memoria de la Humanidad (Memory of Mankind), ubicado en una cueva de sal en Hallstatt, Austria. Esta cápsula del tiempo es un proyecto colaborativo y gratuito que busca preservar el registro de la humanidad tal como la conocemos hoy. MOM es un proyecto global y está formado por historias recopiladas y aportadas por personas de todo el planeta. “El proyecto MOM tiene como objetivo preservar las historias de hoy para transmitir nuestro presente y darle un pasado al futuro. Un regalo tanto para nuestros nietos como para una civilización mucho más allá de la era digital. Así que dejamos mucho más que residuos nucleares, calentamiento global e innumerables latas de bebidas energéticas”, explica en el sitio oficial.
Los hay de muchos sabores, suelen triunfar los días de calor y pueden alegrarnos un mal día. Efectivamente, hablamos de los helados. Pocas personas se negarían a uno, ya sea de pistacho o de chocolate, pero, ¿por qué nos gustan tanto? El origen de los helados se desconoce, aunque parece que la primera huella data de hace más de 3.000 años en Oriente, y que de ahí pasó a la India y, por último, a Grecia e Italia, desde donde se difundió al resto de Europa. Años más tarde, llegó hasta Estados Unidos y, desde entonces, este país se convirtió en el número uno tanto en producción como en consumo. Los expertos afirman que este producto funciona como exorfinas en el sistema nervioso, estas son similares a las endorfinas, pero las obtenemos a través de algunos alimentos. Estas generan una sensación de bienestar en el cerebro y, además, contribuyen a modular el estrés y la ansiedad. Asimismo, un estudio del Instituto de Psiquiatría de Londres ha confirmado que cuando comemos helado se activan las zonas del cerebro asociadas al placer. Por ello, al sentirnos tan bien al comerlo, nuestro cerebro quiere más y se crea una adicción, que controlada puede ser muy agradable. Otros estudios se remontan a muchos años atrás, cuando el ser humano era nómada y comía lo que cazaba o recolectaba. En esa etapa de la historia, los humanos asociaban los alimentos más dulces a gran ingesta calórica y fuente de energía, lo que significaba mayor probabilidad de supervivencia. Así, cuando ahora consumimos productos dulces, se activan las vías del cerebro relacionadas con la recompensa y el refuerzo. Lo que explicaría por qué las personas con a nsiedad sienten cierto confort al comer helado. Además, los helados industriales suelen llevar bastante grasa y azúcar y cuando estos dos se mezclan en el equilibrio químico perfecto nuestro cerebro lo traduce en felicidad.
El olfato está íntimamente ligado a la memoria y a las emociones. Por este motivo, los negocios se están interesando cada vez más en utilizar el sentido del olfato a su favor, con el objetivo de incrementar las ventas y mejorar la experiencia de sus clientes. Qué es la memoria olfativa La memoria olfativa consiste en asociar un aroma a una sensación, emoción o vivencia. Esta sensación puede ser agradable o desagradable. Por ejemplo, podemos asociar el olor del protector solar a los días de vacaciones, felices y sin preocupaciones. Al oler ese aroma, se despiertan emociones de alegría y parece que uno se traslada a ese instante de nuevo. El caso opuesto también es muy común. Por ejemplo, si tuvimos una mala experiencia con una persona que solía usar siempre el mismo perfume, cuando volvemos a oler esa fragancia es muy habitual volver a sentir cierto malestar. Cómo funciona la memoria olfativa Es indudable el poder que tienen los aroma s para conectar con nuestros recuerdos y revivir sensaciones, pero, ¿cuál es la explicación? Cómo el olfato conecta con diversas estructuras cerebrales y sus funciones básicas. Los aromas se desplazan desde la nariz hasta el bulbo olfatorio. De allí, la información va directa hacia la amígdala, encargada de procesar las emociones, y al hipocampo, la estructura más implicada en el aprendizaje y la memoria. Pues bien, la información que transmite el aroma no se guarda de forma aislada, sino que se complementa con la vivencia y las emociones que se están sintiendo en ese momento. De esta manera, el aroma queda asociado a unas sensaciones en concreto. La conexión es mayor cuanto más fuerte es la emoción o cuantas más veces se repite la asociación entre ambas. Así, el cerebro es capaz de anticipar estados y actuar en consecuencia. Por ejemplo, si siente un aroma que está asociado al bienestar, le envía señales al cuerpo relacionadas con esta sensación, haciendo que los músculos se relajen y que la respiración se calme, porque percibe que todo está bien. Si el aroma estuviera relacionado con una emoción desagradable, el cuerpo se activaría para huir o atacar en caso de que fuera necesario. Así es como los aromas son capaces de provocar reacciones en nuestro comportamiento. Reacciones que, aunque queramos, no podemos controlar: se trata de un mecanismo automático que nos ha servido a lo largo de millones de años para sobrevivir y socializarnos. Relación entre memoria olfativa, marketing y ventas Tras ver que el gran poder que tiene el olfato para desencadenar emociones, ¿por qué no aprovechar esta valiosa información a través del marketing olfativo? Las ventajas de asociar tu marca con un aroma agradable y único son múltiples. Te contamos las principales a continuación: Un aroma atractivo favorece que los clientes entren al establecimiento y permanezcan allí más tiempo. Eso da como resultado más ventas. Si la experiencia en la tienda ha sido agradable, asociarán el aroma del establecimiento a sensaciones positivas. Así, es posible mejorar la percepción de la marca y reactivar esas emociones cuando vuelvan. Un aroma adecuado es capaz de estimular la decisión de compra, porque puede despertar deseos e intensificarlos. Con el marketing olfativo se actúa especialmente en las emociones que desencadenan procesos de compra. Tener un aroma único, que se asocie de forma exclusiva al establecimiento, mejora la fidelización de los clientes. Éstos reconocerán el aroma y lo identificarán rápidamente con la marca. Permanecer en su recuerdo es clave para que vuelvan a comprar. Pero no sirve cualquier aroma. Debe tratarse de una fragancia única, que se relacione de forma exclusiva con la marca. Y por supuesto, para que sea efectiva, tiene que ser coherente con su personalidad y la de sus clientes, generando las emociones que interese despertar. Existen aromas con carácter alegre, otros que evocan mayor serenidad, otros más elegantes y sofisticados… Cada marca es única, así como el aroma que la representa. Los profesionales del marketing olfativo son especialistas capaces de desarrollar una fragancia que comunique exactamente lo que la marca desea. El olfato y su relación con la memoria Los olores pueden servirnos de referencia para saber en qué lugar nos encontramos, por ejemplo, si estamos cerca de la playa. También nos indican qué comida se está haciendo cerca, si un lugar se ha limpiado recientemente o si alguien querido ha venido a visitarnos, incluso antes de verlo o escuchar su voz. Esto se debe a que los olores están estrechamente vinculados a la memoria. Cuando un niño nace comienza a recibir estímulos del exterior por medio del oído y del olfato, principalmente. Por eso, el olor de su madre le resulta tranquilizador. Al pasar el tiempo, el resto de los sentidos también se irán desarrollando. Sin embargo, según diversos estudios, un adulto tal solo recordará un 1% de lo que toca, un 2% de lo que oye, un 5% de lo que ve y un 35% de lo que huele. Además, el olor permanece almacenado en la memoria hasta siete veces más tiempo que otro recuerdo. ¿Por qué se recuerdan especialmente las cosas que olemos? El conjunto de órganos implicados en la recepción e interpretación de los olores forma parte del sistema límbico. Este también es el encargado de crear respuestas a los estímulos, convirtiéndolos en emociones. Estas sensaciones se quedan mejor grabadas que los simples datos, ya que las emociones tienen mejor aceptación y son más fáciles de memorizar para nuestro cerebro, por todo lo que implican. Algunos de los órganos que intervienen en este proceso son la amígdala cerebral, que procesa las emociones y el hipocampo, que crea recuerdos y los archiva a corto o largo plazo. Los dos están unidos al bulbo olfativo, lugar al que llegan los olores que provienen del exterior. Esta es la razón por la que uno no se olvida del olor que tiene nuestro bebé nada más nacer o la marca de la colonia con la que nos atiborraba nuestra madre para ir todas las mañanas al colegio. Ese olor nos persigue por el resto de nuestras vidas y cuando lo percibimos, nos vienen un montón de recuerdos, como la habitación en la que nos peinaba y cómo abrochaba los botones de nuestra camisa justo antes de salir de casa, mientras murmuraba que nos portásemos bien, por ejemplo.
Un nuevo estudio liderado por UCLA Health ha revelado los complejos mecanismos biológicos subyacentes al autismo, mostrando por primera vez una conexión directa entre el riesgo genético del trastorno y la en diferentes capas del cerebro. Esta iniciativa, presidida por el neurogenetista de UCLA Dr. Daniel Geschwind, busca crear mapas de regulación genética en diversas regiones del cerebro y en diferentes etapas del desarrollo cerebral. El estudio de Geschwind sobre el autismo, uno de los nueve publicados en la edición del 24 de mayo de Science, se basa en décadas de investigación sobre los genes que aumentan la susceptibilidad al trastorno del espectro autista. Sin embargo, hasta ahora, no se comprendía bien qué impulsa los cambios moleculares y cómo se relacionan con la susceptibilidad genética a nivel celular y de circuitos. El perfil genético del autismo ha estado limitado en gran medida al uso de tejido cerebral post-mortem, que no puede proporcionar información detallada sobre las diferencias en las capas del cerebro y las vías específicas de tipos celulares asociadas con el trastorno. Para abordar esto, Geschwind utilizó técnicas avanzadas de ensayos de células individuales, permitiendo identificar la información genética en los núcleos de células individuales y navegar por la compleja red de diferentes tipos de células del cerebro. Se aislaron más de 800,000 núcleos de tejido cerebral post-mortem de 66 individuos de entre 2 y 60 años, incluidos 33 con autismo y 30 neurotípicos como controles. Entre los participantes con autismo se encontraban cinco con síndrome de duplicación 15q, una forma genética definida del trastorno. Cada muestra fue emparejada por edad, sexo y causa de muerte. Gracias a esta técnica, el equipo de Geschwind pudo identificar los principales tipos de células corticales afectadas por el autismo, incluidas las neuronas y las células gliales. Los cambios más profundos se encontraron en las neuronas que conectan los hemisferios y proporcionan conectividad de largo alcance, y en un grupo de interneuronas somatostatinas, cruciales para la maduración y refinamiento de los circuitos cerebrales. El estudio también identificó redes específicas de factores de transcripción que impulsan estos cambios observados. Estos impulsores estaban enriquecidos en genes de riesgo de autismo de alta confianza y afectaban grandes cambios en la expresión genética en subtipos celulares específicos. Este es el primer estudio que conecta directamente los cambios cerebrales observados en el autismo con sus causas genéticas subyacentes.
Siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras. Y es totalmente cierto. El ser humano no se limita solamente a los sonidos para desarrollar una conversación, sino que también usa e interpreta las imágenes. Esto es lo que ocurre con el llamado efecto McGurk, que hace que nuestro cerebro relacione las imágenes y el movimiento de los labios al hablar con los sonidos de las palabras. ¿Qué es el efecto McGurk? Según el estudio de Beauchamp, el efecto McGurk se define como un fenómeno perceptivo que marca una clara relación entre lo que se escucha y lo que se ve. Esto indica que nuestros sentidos no están aislados unos de otros, sino que están relacionados e interactúan entre sí. Se trata de una transversalidad entre los sentidos de un cerebro multisensorial que procesa el audio y la imagen de forma simultánea. Por ejemplo, ¿alguna vez habéis hablado con alguien en un entorno ruidoso y mirás a la boca para intentar percibir lo que dice? Pues esto es lo que ocurre con el efecto McGurk. Miramos a los labios de una persona cuando habla, pero lo que escuchamos no coincide con lo que está diciendo. ¿Por qué se produce? El efecto McGurk se produce porque el oído no percibe una señal auditiva clara y entendible, por eso se apoya en la articulación visual de los labios para interpretar lo que se quiere decir. En resumen, el efecto McGurk es una ilusión o percepción de un sonido, que lleva a que cada persona pueda interpretar una palabra diferente. Además de con los labios, también se puede producir el efecto McGurk con palabras escritas. Según te enfoques en una de las dos palabras que se recalcan, escucharás una u otra. No se trata de magia, sino de una jugada del cerebro para entender lo que estamos escuchando. Por lo tanto, es el cerebro el que provoca este fenómeno al comprender no solo con los oídos, sino también con los ojos.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Southampton logró encapsular la totalidad del genoma humano en un diminuto cristal de memoria 5D. Buscan así preservar la información de nuestra especie, para que, algún día, alguien o algo pueda descifrar que la humanidad existió en este universo. El cristal es similar al cuarzo fundido, cabe en la palma de una mano y puede almacenar hasta 360 terabytes de información durante miles de millones de años. El genoma humano es la secuencia de ADN contenida en 23 pares de cromosomas en el núcleo de cada célula humana. Es resistente a condiciones muy extremas: congelamiento, radiación cósmica, fuerza de impacto directa de 10 toneladas por cm², fuego y temperaturas de hasta 1000 °C. Obtuvo el premio Guinness en 2014 como material más duradero. Los científicos, liderados por el profesor Peter Kazansky, usaron láseres ultrarrápidos para grabar la información del genoma en 5 dimensiones, en recovecos de sólo 20 nanómetros, (el equivalente 20 mil millonésimas de un metro). Para los 3 mil millones de letras del genoma, cada letra se secuenció 150 veces para asegurarse de que estuviera en la posición correcta. “Además de preservar el genoma humano, esta tecnología también podría utilizarse para crear un archivo digital de las especies en peligro de extinción. Al almacenar su información genética en cristales de memoria 5D, podríamos garantizar la supervivencia de una gran diversidad de vida en caso de que las especies se extinguieran en la naturaleza”, explicó Kazansky. Mensaje en una botella digital y universal Aunque la creación de organismos vivos a partir de información genética aún se encuentra en sus primeras etapas, los avances en biología sintética son prometedores. En un futuro lejano, se podrían utilizar los datos almacenados en estos cristales para recrear seres humanos, animales y plantas extintas. Sabemos por el trabajo de otros que el material genético de organismos simples se puede sintetizar y utilizar en una célula existente para crear un espécimen vivo viable en un laboratorio, afirmó Kazansky. Además, el científico explicó que el cristal incluye una clave visual que permite a quien lo descubra entender tanto los datos almacenados como su posible aplicación. Esta clave contiene elementos fundamentales como el hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno, así como las cuatro bases del ADN: adenina, citosina, guanina y timina. Además, muestra cómo se organizan los genes dentro de los cromosomas, que a su vez se insertan en las células. “El cristal de memoria 5D abre posibilidades para que otros investigadores construyan un depósito permanente de información genómica a partir del cual se podrían restaurar organismos complejos como plantas y animales si la ciencia lo permite en el futuro”, afirmó el científico. Mientras tanto, el cristal se almacenará en el archivo llamado Memoria de la Humanidad (Memory of Mankind), ubicado en una cueva de sal en Hallstatt, Austria. Esta cápsula del tiempo es un proyecto colaborativo y gratuito que busca preservar el registro de la humanidad tal como la conocemos hoy. MOM es un proyecto global y está formado por historias recopiladas y aportadas por personas de todo el planeta. “El proyecto MOM tiene como objetivo preservar las historias de hoy para transmitir nuestro presente y darle un pasado al futuro. Un regalo tanto para nuestros nietos como para una civilización mucho más allá de la era digital. Así que dejamos mucho más que residuos nucleares, calentamiento global e innumerables latas de bebidas energéticas”, explica en el sitio oficial.
Los hay de muchos sabores, suelen triunfar los días de calor y pueden alegrarnos un mal día. Efectivamente, hablamos de los helados. Pocas personas se negarían a uno, ya sea de pistacho o de chocolate, pero, ¿por qué nos gustan tanto? El origen de los helados se desconoce, aunque parece que la primera huella data de hace más de 3.000 años en Oriente, y que de ahí pasó a la India y, por último, a Grecia e Italia, desde donde se difundió al resto de Europa. Años más tarde, llegó hasta Estados Unidos y, desde entonces, este país se convirtió en el número uno tanto en producción como en consumo. Los expertos afirman que este producto funciona como exorfinas en el sistema nervioso, estas son similares a las endorfinas, pero las obtenemos a través de algunos alimentos. Estas generan una sensación de bienestar en el cerebro y, además, contribuyen a modular el estrés y la ansiedad. Asimismo, un estudio del Instituto de Psiquiatría de Londres ha confirmado que cuando comemos helado se activan las zonas del cerebro asociadas al placer. Por ello, al sentirnos tan bien al comerlo, nuestro cerebro quiere más y se crea una adicción, que controlada puede ser muy agradable. Otros estudios se remontan a muchos años atrás, cuando el ser humano era nómada y comía lo que cazaba o recolectaba. En esa etapa de la historia, los humanos asociaban los alimentos más dulces a gran ingesta calórica y fuente de energía, lo que significaba mayor probabilidad de supervivencia. Así, cuando ahora consumimos productos dulces, se activan las vías del cerebro relacionadas con la recompensa y el refuerzo. Lo que explicaría por qué las personas con a nsiedad sienten cierto confort al comer helado. Además, los helados industriales suelen llevar bastante grasa y azúcar y cuando estos dos se mezclan en el equilibrio químico perfecto nuestro cerebro lo traduce en felicidad.
El olfato está íntimamente ligado a la memoria y a las emociones. Por este motivo, los negocios se están interesando cada vez más en utilizar el sentido del olfato a su favor, con el objetivo de incrementar las ventas y mejorar la experiencia de sus clientes. Qué es la memoria olfativa La memoria olfativa consiste en asociar un aroma a una sensación, emoción o vivencia. Esta sensación puede ser agradable o desagradable. Por ejemplo, podemos asociar el olor del protector solar a los días de vacaciones, felices y sin preocupaciones. Al oler ese aroma, se despiertan emociones de alegría y parece que uno se traslada a ese instante de nuevo. El caso opuesto también es muy común. Por ejemplo, si tuvimos una mala experiencia con una persona que solía usar siempre el mismo perfume, cuando volvemos a oler esa fragancia es muy habitual volver a sentir cierto malestar. Cómo funciona la memoria olfativa Es indudable el poder que tienen los aroma s para conectar con nuestros recuerdos y revivir sensaciones, pero, ¿cuál es la explicación? Cómo el olfato conecta con diversas estructuras cerebrales y sus funciones básicas. Los aromas se desplazan desde la nariz hasta el bulbo olfatorio. De allí, la información va directa hacia la amígdala, encargada de procesar las emociones, y al hipocampo, la estructura más implicada en el aprendizaje y la memoria. Pues bien, la información que transmite el aroma no se guarda de forma aislada, sino que se complementa con la vivencia y las emociones que se están sintiendo en ese momento. De esta manera, el aroma queda asociado a unas sensaciones en concreto. La conexión es mayor cuanto más fuerte es la emoción o cuantas más veces se repite la asociación entre ambas. Así, el cerebro es capaz de anticipar estados y actuar en consecuencia. Por ejemplo, si siente un aroma que está asociado al bienestar, le envía señales al cuerpo relacionadas con esta sensación, haciendo que los músculos se relajen y que la respiración se calme, porque percibe que todo está bien. Si el aroma estuviera relacionado con una emoción desagradable, el cuerpo se activaría para huir o atacar en caso de que fuera necesario. Así es como los aromas son capaces de provocar reacciones en nuestro comportamiento. Reacciones que, aunque queramos, no podemos controlar: se trata de un mecanismo automático que nos ha servido a lo largo de millones de años para sobrevivir y socializarnos. Relación entre memoria olfativa, marketing y ventas Tras ver que el gran poder que tiene el olfato para desencadenar emociones, ¿por qué no aprovechar esta valiosa información a través del marketing olfativo? Las ventajas de asociar tu marca con un aroma agradable y único son múltiples. Te contamos las principales a continuación: Un aroma atractivo favorece que los clientes entren al establecimiento y permanezcan allí más tiempo. Eso da como resultado más ventas. Si la experiencia en la tienda ha sido agradable, asociarán el aroma del establecimiento a sensaciones positivas. Así, es posible mejorar la percepción de la marca y reactivar esas emociones cuando vuelvan. Un aroma adecuado es capaz de estimular la decisión de compra, porque puede despertar deseos e intensificarlos. Con el marketing olfativo se actúa especialmente en las emociones que desencadenan procesos de compra. Tener un aroma único, que se asocie de forma exclusiva al establecimiento, mejora la fidelización de los clientes. Éstos reconocerán el aroma y lo identificarán rápidamente con la marca. Permanecer en su recuerdo es clave para que vuelvan a comprar. Pero no sirve cualquier aroma. Debe tratarse de una fragancia única, que se relacione de forma exclusiva con la marca. Y por supuesto, para que sea efectiva, tiene que ser coherente con su personalidad y la de sus clientes, generando las emociones que interese despertar. Existen aromas con carácter alegre, otros que evocan mayor serenidad, otros más elegantes y sofisticados… Cada marca es única, así como el aroma que la representa. Los profesionales del marketing olfativo son especialistas capaces de desarrollar una fragancia que comunique exactamente lo que la marca desea. El olfato y su relación con la memoria Los olores pueden servirnos de referencia para saber en qué lugar nos encontramos, por ejemplo, si estamos cerca de la playa. También nos indican qué comida se está haciendo cerca, si un lugar se ha limpiado recientemente o si alguien querido ha venido a visitarnos, incluso antes de verlo o escuchar su voz. Esto se debe a que los olores están estrechamente vinculados a la memoria. Cuando un niño nace comienza a recibir estímulos del exterior por medio del oído y del olfato, principalmente. Por eso, el olor de su madre le resulta tranquilizador. Al pasar el tiempo, el resto de los sentidos también se irán desarrollando. Sin embargo, según diversos estudios, un adulto tal solo recordará un 1% de lo que toca, un 2% de lo que oye, un 5% de lo que ve y un 35% de lo que huele. Además, el olor permanece almacenado en la memoria hasta siete veces más tiempo que otro recuerdo. ¿Por qué se recuerdan especialmente las cosas que olemos? El conjunto de órganos implicados en la recepción e interpretación de los olores forma parte del sistema límbico. Este también es el encargado de crear respuestas a los estímulos, convirtiéndolos en emociones. Estas sensaciones se quedan mejor grabadas que los simples datos, ya que las emociones tienen mejor aceptación y son más fáciles de memorizar para nuestro cerebro, por todo lo que implican. Algunos de los órganos que intervienen en este proceso son la amígdala cerebral, que procesa las emociones y el hipocampo, que crea recuerdos y los archiva a corto o largo plazo. Los dos están unidos al bulbo olfativo, lugar al que llegan los olores que provienen del exterior. Esta es la razón por la que uno no se olvida del olor que tiene nuestro bebé nada más nacer o la marca de la colonia con la que nos atiborraba nuestra madre para ir todas las mañanas al colegio. Ese olor nos persigue por el resto de nuestras vidas y cuando lo percibimos, nos vienen un montón de recuerdos, como la habitación en la que nos peinaba y cómo abrochaba los botones de nuestra camisa justo antes de salir de casa, mientras murmuraba que nos portásemos bien, por ejemplo.
Un nuevo estudio liderado por UCLA Health ha revelado los complejos mecanismos biológicos subyacentes al autismo, mostrando por primera vez una conexión directa entre el riesgo genético del trastorno y la en diferentes capas del cerebro. Esta iniciativa, presidida por el neurogenetista de UCLA Dr. Daniel Geschwind, busca crear mapas de regulación genética en diversas regiones del cerebro y en diferentes etapas del desarrollo cerebral. El estudio de Geschwind sobre el autismo, uno de los nueve publicados en la edición del 24 de mayo de Science, se basa en décadas de investigación sobre los genes que aumentan la susceptibilidad al trastorno del espectro autista. Sin embargo, hasta ahora, no se comprendía bien qué impulsa los cambios moleculares y cómo se relacionan con la susceptibilidad genética a nivel celular y de circuitos. El perfil genético del autismo ha estado limitado en gran medida al uso de tejido cerebral post-mortem, que no puede proporcionar información detallada sobre las diferencias en las capas del cerebro y las vías específicas de tipos celulares asociadas con el trastorno. Para abordar esto, Geschwind utilizó técnicas avanzadas de ensayos de células individuales, permitiendo identificar la información genética en los núcleos de células individuales y navegar por la compleja red de diferentes tipos de células del cerebro. Se aislaron más de 800,000 núcleos de tejido cerebral post-mortem de 66 individuos de entre 2 y 60 años, incluidos 33 con autismo y 30 neurotípicos como controles. Entre los participantes con autismo se encontraban cinco con síndrome de duplicación 15q, una forma genética definida del trastorno. Cada muestra fue emparejada por edad, sexo y causa de muerte. Gracias a esta técnica, el equipo de Geschwind pudo identificar los principales tipos de células corticales afectadas por el autismo, incluidas las neuronas y las células gliales. Los cambios más profundos se encontraron en las neuronas que conectan los hemisferios y proporcionan conectividad de largo alcance, y en un grupo de interneuronas somatostatinas, cruciales para la maduración y refinamiento de los circuitos cerebrales. El estudio también identificó redes específicas de factores de transcripción que impulsan estos cambios observados. Estos impulsores estaban enriquecidos en genes de riesgo de autismo de alta confianza y afectaban grandes cambios en la expresión genética en subtipos celulares específicos. Este es el primer estudio que conecta directamente los cambios cerebrales observados en el autismo con sus causas genéticas subyacentes.