











Prevención del cáncer de mama: la lucha diaria de las mujeres
En 2024, 84 familias de la región perdieron a una mujer por cáncer de mama. Detrás de esa cifra, hay vidas marcadas por el dolor, la resiliencia y la urgencia de prevenir. Pacientes, especialistas y autoridades coinciden en que la detección precoz salva vidas, pero aún quedan brechas que superar.
7 de octubre de 2025
Miles de mujeres en Chile están librando una lucha silenciosa y persistente contra el cáncer de mama, la principal causa de muerte oncológica en el país. En la Región de Coquimbo, 84 familias sufrieron la pérdida de una madre, hija o hermana durante 2024 debido a esta enfermedad. Sin embargo, mientras unas siguen enfrentando tratamientos duros y prolongados, otras viven con la esperanza de haberla vencido.
Para Claudia Aquea, de 46 años, la detección temprana fue decisiva. "Me dejé estar con los exámenes, hasta que una de mis grandes amigas, Marisol, falleció de cáncer. Si no fuera por ella, no me habría hecho la mamografía que me salvó la vida", recuerda. "Cuando pasó lo de mi amiga, me asusté. Ella me dijo: ‘Hazte el examen, tienes hijos pequeños todavía’. Fue un ángel para mí", reconoce.
La doctora Marcela Amar, cirujana oncóloga de la Clínica Universidad de los Andes, señala que "la mamografía es el mejor examen para detectar precozmente el cáncer de mama, antes de que cause síntomas o signos visibles, y permite reducir directamente la mortalidad". Su recomendación es realizarla una vez al año desde los 40 años, o antes si existen antecedentes familiares. En fases iniciales, el 95% de los casos puede tener un pronóstico favorable.
Desde el ámbito público, el seremi de Salud de Coquimbo, Darío Vásquez, recuerda que "la recomendación oficial es realizar la mamografía gratuita cada dos años entre los 50 y 69 años". En tanto, Óscar Tapia, director del Departamento de Salud de la Corporación Municipal Gabriel González Videla, detalla que "contamos con 9.150 mamografías para mujeres de la edad de riesgo (50-69 años), 4.350 cupos para otras edades y 2.629 ecografías mamarias complementarias".
Pero detrás de cada diagnóstico hay una historia de resistencia. Patricia Soto, de 63 años, enfrentó su tratamiento en plena pandemia. "Noté un bulto y empecé a llamar a FONASA y clínicas, pero nadie respondía porque todo era COVID. Terminé llorando en la puerta del CESFAM Sergio Aguilar hasta que una matrona me atendió y me derivó. Fue un tiempo muy duro, sola y con miedo", rememora.
Claudia Aquea agrega que el impacto no es solo físico. "A mí no fue necesario extirparme los senos, pero se me cayó todo el pelo. Muchas dicen que es algo menor frente al riesgo de la vida, pero cuesta mirarse al espejo, cuesta salir a la calle", confiesa.
Otra paciente, Nelly Huerta, de 59 años, recuerda el desgaste de su tratamiento. "Las quimioterapias me dejaban sin fuerzas. Fueron 18 inyecciones en los muslos que me tuvieron en silla de ruedas. Pero nunca pensé en rendirme. Mi hermano me decía: ‘Dale no más, negra’, y eso me daba fuerzas".
Sin embargo, se debe considerar que superar el cáncer no siempre significa que la batalla termina. La falta de controles posteriores rigurosos preocupa a las propias pacientes. Patricia Soto hoy presidenta de la Agrupación Guerreras Hermosas que reúne a más de 160 mujeres lo explica sin rodeos: "Hemos perdido a varias compañeras porque no se hacen los controles cuando corresponde. A veces pasa un año sin que nos pidan exámenes y cuando los hacen ya hay metástasis".
La doctora Nuria Marrero oncóloga del hospital de La Serena añade una reflexión necesaria: "Aunque la mayoría de los casos son en mujeres también puede afectar a los hombres. Ante cualquier bulto o masa sin importar la edad deben consultar al médico".
Fuente: DiarioElDia Región