











Francisco Araya: denuncia de obstrucción de señaléticas en Braille
El video viral de Francisco Araya, niño con discapacidad visual, generó debate sobre la inclusión real que va más allá de leyes, requiriendo compromiso y conciencia social.
6 de octubre de 2025
El video de Francisco Araya Vergara, un niño con discapacidad visual de La Serena, se ha convertido en un poderoso llamado de atención sobre la importancia de la accesibilidad real. En el registro —publicado en su cuenta de Instagram y que ya supera el millón de visualizaciones—, Francisco denuncia cómo los adhesivos y carteles pegados sobre letreros en Braille impiden que las personas con discapacidad visual accedan a información esencial en el transporte público.
Grabado en la esquina de Avenida Balmaceda con Las Higueras, el video muestra al joven frente a un letrero cubierto por un adhesivo. “Hay un letrero que está en Braille que es de un paradero, pero hay gente que pone scotch arriba del Braille. Eso está mal hecho, no lo digo por ser malo”, relata Francisco con naturalidad y claridad.
Luego dirige un mensaje directo a la ciudadanía: “la gente que colabore con la discapacidad y que respeten los derechos”. Sus palabras generaron una ola inmediata de apoyo, empatía y reflexión en redes sociales, medios de comunicación y autoridades de todo el país.
Una problemática más profunda que un adhesivo
Más allá del hecho puntual, el video de Francisco abrió una conversación urgente: ¿qué tan preparadas están nuestras ciudades para una inclusión real? El director regional del Servicio Nacional de la Discapacidad (SENADIS), Jorge Juárez, señaló que el registro “nos recuerda que la accesibilidad no es un favor, es un derecho. Cuando una señalética en Braille queda cubierta o dañada, se limita la libertad de una persona con discapacidad visual para moverse con autonomía”.
Juárez agregó que el caso revela que la inclusión no solo depende de políticas públicas o infraestructura, sino de un compromiso cotidiano. “Este caso nos interpela a todos: no solo a las ciudades y a las instituciones, que deben garantizar apoyos y entornos accesibles, sino también a la ciudadanía, que tiene la responsabilidad de cuidar y respetar los espacios comunes. La inclusión real se construye colectivamente”.
La inclusión como cultura, no solo infraestructura
Según datos de SENADIS, el 10,6% de la población de la Región de Coquimbo —unas 70 mil personas— vive en situación de discapacidad. Con los resultados del último Censo, esta cifra aumentó al 11%, es decir, más de 86 mil personas.
Esto refuerza la urgencia de avanzar hacia una inclusión que sea efectiva y no solo declarativa. Así lo plantea la psicopedagoga integral y magíster en Educación con mención en Gestión Inclusiva, Antonia Espinoza Olivares, quien señala que este tipo de casos deben servir para reflexionar sobre el verdadero alcance de la inclusión.
“Nos invitan a reflexionar sobre lo que entendemos por inclusión”, dice. Y aunque para muchos la cinta adhesiva sobre el letrero pueda parecer un detalle menor, aclara: “refleja algo mucho más profundo: la brecha que todavía existe entre la inclusión declarada y la inclusión real”.
Desde su experiencia, enfatiza que la inclusión no consiste solo en instalar rampas o señaléticas accesibles, sino en fomentar una cultura de respeto y empatía. “Cuando un mensaje en Braille es cubierto, lo que se tapa no es solo un texto, sino el derecho de una persona a orientarse y participar autónomamente en su entorno”, afirma.
El rol de la ciudadanía
Una de las primeras autoridades en reaccionar al video viral fue la alcaldesa de La Serena, Daniela Norambuena, quien expresó su apoyo a Francisco y comprometió medidas concretas. “Ya enviamos a nuestros equipos municipales para su limpieza. Espero que este llamado de Francisco nos llame a la conciencia, ya que este tipo de situaciones provocan daño a las personas”, comentó la jefa comunal.
Por su parte, Antonia Espinoza reconoce que en La Serena se han dado pasos importantes: “hay avances en accesibilidad y sensibilización”. Sin embargo, enfatiza que aún falta conciencia ciudadana. “La inclusión no debe depender de la buena voluntad, sino de una responsabilidad colectiva”.
En la misma línea, añade que la verdadera inclusión comienza “cuando dejamos de ver estos temas como ‘ajenos’ y entendemos que todos somos parte de la solución, tanto instituciones, comercios, autoridades y también la comunidad. Cada gesto cuenta porque la inclusión no es un favor: es un derecho y un compromiso ético con la dignidad humana”, indica la profesional.
Francisco —“El Panchi”, como lo llaman con cariño— no solo visibilizó un problema cotidiano que muchas veces pasa desapercibido sino dio una lección de conciencia social, empatía y ciudadanía activa. Su voz no solo interpela a las autoridades sino a cada persona que transita por las calles de una ciudad que dice ser inclusiva.
Su mensaje directo y respetuoso nos recuerda que la inclusión no comienza con grandes obras sino con pequeños actos de respeto y que el derecho a orientarse moverse y vivir con dignidad debe ser garantizado para todas y todos.
Fuente: DiarioElDia Región